Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) — Es demasiado simplista como el mero materialismo explica la Fe y la propia realidad de nuestros pueblos, y a su vez demasiado ideal como se asume que han de ser los cambios revolucionarios.
El hombre nuevo que sostenemos se alimenta de tradiciones ancestrales, hay una sabiduría perenne que se expresa en la resistencia cultural desde bastante tiempo más que la modernidad, y a contramano de un mundo enamorado de la producción y el consumo, de los grilletes del mito económico que al día de hoy sigue confundiendo al desarrollo industrial y tecnológico, al manejo de los medios de producción como lo que daría lugar a la autoconciencia y al renacimiento de la sociedad humana.
Los musulmanes estamos contra la dominación, sostenemos el Islam como la política revolucionaria en la lucha contra los explotadores, y colonizadores, contra los superpoderes y su aliados, particularmente los shí`ah, los seguidores del Imam `Alî Ibn Abi Talib (a.s.), los hijos del Imam Al-Husain (a.s), el “padre de los libres”, mártir de Karbalá y un faro para los asuntos decisivos de todos los pueblos del mundo, quien afirma “que no extenderé mi mano hacia vosotros como lo hace un humillado, ni escaparé como lo hace un esclavo”, “veo en la muerte, solo felicidad, y en el vivir con un tirano, solo desdicha”.
Hay dos principios que el Ayatolá Seyed Ruholá Musavi Jomeini sostuvo para la lucha y el gobierno revolucionario: la libertad, como negación de la cautividad impuesta al hombre por semidioses internos o externos; y la independencia, la negación a la dependencia de extraños intereses foráneos.
Como bien lo recordaba por estos días un hermano, Fidel Castro le dijo al Líder Supremo de Irán, Alí Jamenei: "La épica del pueblo iraní en su lucha contra el imperialismo es modelo para nosotros", a lo que el líder Jamenei respondió: “nuestra épica la obtenemos del Islam”.
Como elemento de la moral revolucionaria se encuentra nuestra completa contrición a Dios, Glorificado Sea, como lo sostiene el Imam `Alî nosotros queremos ser de los desapegados del mundo, “los que adoptaron la tierra como almohada, su polvo como frazada, su agua como perfume, al Corán como abrigo, y la súplica como ropaje, pasando por el mundo sin detenernos en él”.
(*) Algunas de las cosas que es necesario profundizar a la luz de la Guía, las virtudes morales de Muhammad (s.a.w.) y la Gente de su Casa [Ahlul Bait](a.s.), y así también en la evidencia del espíritu de sacrificio y sublime moral revolucionaria que expresa la Resistencia Islámica y el Islam en sí mismo, seguire intentando pensar en voz alta sobre estas cosas, insha Allah.