Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) — Actualmente el Islam está cercado de alguna gente con tantos mitos y dudas que parecen como de una religión distinta, acompañando las políticas imperiales o siendo abiertamente las fuerzas de ocupación de las potencias occidentales; las últimas decisiones de EEUU y sus aliados regionales en Oriente Medio para luchar contra el terrorismo expresan la continuidad del apoyo que han brindado a estos grupos “totalmente ajenos al Islam” a lo largo de los años.
El Islam y las expresiones de la resistencia se basan en dos importantes principios que la República Islámica de Irán ha sostenido, desde el triunfo revolucionario en 1979, de manera ejemplar:
El monoteísmo, como negación de la adoración de ninguna cosa fuera de Dios, la purificación de la sociedad por la eliminación de los ídolos del poder y la riqueza, el rechazo de falsos valores expresados en el materialismo más decadente, la Fe en lo invisible y la congregación de la sociedad alrededor de Dios como eje.
El segundo principio es honrar al ser humano y tratarlo como representante de Dios en la tierra. Por ende el respeto al ser humano debe ser real y auténtico y no meramente una consigna o slogan. No debe ser tratado como siervo de nadie, excepto de Dios. Se le debe permitir elegir como conducir su vida individual y social a la luz de la Guía y sus enseñanzas provistas.
Es sobre la base de estos principios que la resistencia se expresa contra la dominación, alejándose inevitablemente de los superpoderes y sus aliados, entendiendo que el ser humano debe cumplir sus obligaciones con eficiencia y de acuerdo con las disposiciones de Dios.
Por eso, así como las cosmovisiones ancestrales indigenistas de Nuestra América, se rechaza por irresponsable y denigrante la democracia occidental.
Para la resistencia y el Islam, como relación indivisible, los dos principios mencionados de libertad, es decir, “negación de la cautividad impuesta al hombre por semidioses internos y externos”; y de independencia, es decir, la negación de la dependencia de extraños y extranjeros son las bases fundamentales desde donde ser comunidad e individuo.
La expresión La illaha illa Allah “No hay más diós que Dios”, es el fundamento de la creación, la historia y el destino del ser humano, y también el origen y el fundamento de los movimientos islámicos de resistencia en Oriente Medio.
En su programa revolucionario la Guía del Islam impulsa la unidad de pueblos y comunidades sobre la base de la justicia y el amor, restaurando la libertad humana y humanizando al mundo.
La lucha contra el politeísmo, la injusticia y el sometimiento es responsabilidad de toda la humanidad y particularmente de los musulmanes, propagando virtudes y valores, aplacando la ignorancia y la borrachera de vanidades en la que nos ha sumido la modernidad, combatiendo desde la causa de los oprimidos, contra la arrogancia y corrupción de los poderes imperiales.
Resistir la agresión enemiga, impidiendo de esta manera el avance del consumismo, el hedonismo y los vicios que occidente sostiene como modelo civilizatorio, es parte de los objetivos del yihad islámico, liberándonos de todo tipo de explotación, sometimiento o ignorancia, expandiendo la creencia en Dios y la adhesión a Sus mandatos, ayudando al débil y desposeído, poniendo fin a las persecuciones.
Ante las convulsiones y planes desestabilizadores, con injerencia e intervenciones de bandas armadas que las potencias occidentales sostienen con propios y extraños en Oriente Medio, se debe ser tajante en la condena a cada uno de los gobiernos que se prestan a los planes imperiales, y estar contra quienes pretenden la utilización del Islam a contramano de su espiritualidad y tradiciones.
La banda takfirí del “Estado Islámico” (Daesh) es expresión impostada de la descomposición que desgarra a occidente; desde el Islam consideramos la agresión como un mal y una crueldad en otros, ningún musulmán puede sostener las agresiones como mandatos divinos, el Sagrado Corán es sumamente claro al respecto: “Combatid por Dios contra quienes combatan contra vosotros, pero no seáis vosotros los agresores. Dios no ama a los agresores” (2:190).
Asumiendo que las luchas que libramos debemos sanear nuestros corazones el Profeta del Islam se dirigió a quienes habían regresado de una batalla y les dijo: “Me congratulo que hayan llevado a cabo el yihad menor. Ahora deben librar el yihad (combate) mayor”. Los combatientes preguntaron: “Profeta de Dios, ¿cuál es el yihad (combate) mayor?”. Y el Profeta respondió: “El yihad contra el egoísmo”.
Limpiar las mentes de los falsos mitos que siembran las potencias, y desprenderse de la colonización y las cadenas de injusticia, liberándose de todo tipo de explotación, sometimiento e ignorancia, es parte de la lucha que la resistencia sostiene como continuidad de una tradición del sacrificio que indefectiblemente resultará victoriosa.
*Integrante del Centro Islámico de la provincia de Jujuy, docente del Instituto Taki Onqoy, Secretario General de la OLA-Organización para la Liberación Argentina.
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