Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) — Obteniendo dinero del contrabando de petróleo, tráfico de personas, robo y extorsión, las acciones de la organización Estado Islámico (Daehs en árabe) en Iraq y el Levante (EIIL) se ha convertido en una fuerza armada que controla grandes extensiones de Siria e Irak y aspira a convertirse en un estado, pretendiendo con la ocupación de estos países generar la “cabeza de playa” que desde oriente medio les permita finalmente, con otras tácticas, plasmar el objetivo que las principales potencias occidentales han venido sosteniendo desde hace años, avanzar sobre la República Islámica de Irán, golpeando selectivamente a las principales expresiones de resistencia a los planes imperiales en la región.
Con el apoyo de las potencias occidentales y una docena de países árabes, los terroristas del Frente al Nusra y el Estado Islámico se proponen encaminarse hacia la ocupación de los territorios donde se desarrollan las principales expresiones de la resistencia a los planes de occidente para Oriente medio y Asia, expresando con sus blancos y métodos elegidos: asesinatos en masa contra civiles, minorías religiosas, académicos y destrucción de lugares de culto, la afinidad de estas bandas criminales con los planes de Estados Unidos, Israel y las potencias que los secundan buscando encaminarse abiertamente contra el eje de la resistencia, resistencia expresada fundamentalmente en las fuerzas patrióticas sirias, en la organización libanesa de Hezbollah, y en el sostén de todas las expresiones de la resistencia, incluido Hamas y el Yihad Islámico en Palestina, a los planes occidentales que desde hace cuatro décadas representa el Irán revolucionario.
Este grupo nacido de los laboratorios de la CIA norteamericana, el Mossad israelí y el Reino Unido sostiene un gabinete de administradores con asuntos de finanzas, seguridad, propaganda, prisioneros y reclutamiento en cada departamento gobernado. La organización terrorista Estado Islámico busca legitimidad entre los musulmanes por reclamación del título nobiliario del califato mientras viola la sharia islámica (ley) y trae descrédito a la noble herencia de la casa del Islam.
Obnubilados por los falsos espejismo del “desarrollo y el progreso” de la modernidad, una docena de gobiernos acompañan las políticas imperiales y alimentan con todo tipo de recursos a las fuerzas de ocupación que han creado las potencias occidentales, ese parece ser el humillante papel de algunos países árabes: Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Catar, Omán, Egipto, Jordania, compromiso que podría implicar su participación activa en la "campaña militar coordinada" para intervenir en Siria; las últimas decisiones de EEUU y sus aliados regionales en Oriente Medio para luchar contra el terrorismo expresan la continuidad del apoyo que han brindado a estos grupos “totalmente ajenos al Islam” a lo largo de los años.
Con milicias que rondan entre 20.000 y 31.500 combatientes en Irak y Siria, se estima que en las filas del Estado Islámico unos 15.000 son reclutas extranjeros, muchos de los cuales son ahora reclutados por internet. Se trata en su mayoría de europeos, pero también canadienses, estadunidenses y australianos, que se han unido al grupo por un conjunto de razones muy diversas entre sí.
Ante las intervenciones con bombardeos y posibles incursiones terrestres que las potencias occidentales sostienen bajo el pretexto de combatir al terrorismo de su propia invención, cabe recordar las verdaderas intenciones de EEUU a través de las palabras que por estos días sostuvo su embajadora en la ONU, Samantha Power, quien ha insistido en que el plan de EEUU para entrenar y armar a algunas facciones de los rebeldes sirios no está dirigido simplemente a la destrucción del Estado Islámico, sino también a luchar contra el gobierno de Bashar al Assad en Siria. “El entrenamiento servirá también a estas tropas en la lucha que llevan a cabo desde el principio de este conflicto contra el régimen de Assad”, afirmo Power.
El plan, aprobado por el Congreso de EEUU, la pasada semana, busca crear una fuerza de unos 5.000 rebeldes dentro de un año, esta fuerza estaría formada por militantes reclutados en varios grupos rebeldes con los que Washington sostiene relaciones desde hace décadas.
Son las armas que han recibido estos grupos las que han acabado en las filas del Estado Islámico, grupos integrados por mercenarios y sicarios que han sido financiados y entrenados por las grandes potencias que, a ojos vista, seguirán sosteniendo la injerencia del imperialismo a como dé lugar, las tácticas de guerra no convencional se caracterizan por la intervención en los territorios de fuerzas impostadas desde otros países y vinculadas a los circuitos de la economía criminal como el narcotráfico, las redes de trata y el tráfico de armas, circuito que alimenta los principales ingresos de la economía global del capital financiero internacional.
De igual manera la región de Abya Yala, Nuestra América, va registrando revueltas, e insurrecciones con acciones de sabotajes y ataques selectivos, promocionados por las clases dominantes nativas y el capital trasnacional, articulando grupos paramilitares, narcotraficantes y sectores civiles, que junto a sectores políticos opositores buscan condicionar, o directamente derrocar a los gobiernos que en el continente han osado transitar durante los últimos años un camino de integración hacia la emancipación de nuestros pueblos.
Particularmente en nuestro país, estas fuerzas de ocupación tienen su caldo de cultivo en las redes criminales del narcotráfico y la trata, en las bandas armadas de los feudos provinciales, y en los grupos de choque surgidos desde experiencias sociales y sindicales, que conducidos por los sectores tradicionales de la política generan los escenarios propicios para golpear selectivamente a referentes campesinos e indígenas, sociales y políticos que expresan la resistencia local a los intereses globales del apartheid planetario en el que pretenden sumirnos las potencias occidentales.
*Integrante del Centro Islámico de la provincia de Jujuy, docente del Instituto Taki Onqoy, Secretario General de la OLA-Organización para la Liberación Argentina.
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