Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) — Más de ocho horas después de que los milicianos ingresaron en el fortificado complejo por una puerta trasera, el Ejército declaró concluida la operación para eliminarlos, asegurando que los nueve insurgentes fueron abatidos.
El ataque contra una escuela administrada por el Ejército a la que asisten más de 1.100 personas, muchos de ellos hijos de personal militar, golpeó en el corazón de la poderosa institución pakistaní.
Niños heridos llevados a hospitales cercanos dijeron a Reuters que la mayoría de las víctimas murió cuando los hombres, que llevaban chalecos con explosivos adosados a sus cuerpos, entraron en el complejo y abrieron fuego de forma indiscriminada contra niños, niñas y sus profesores.
"Una de mis profesoras estaba llorando, recibió un disparo en una mano y lloraba de dolor", dijo Shahrukh Khan, de 15 años, que fue baleado en las piernas pero sobrevivió tras esconderse bajo un banco.
"Un terrorista caminó entonces hacia ella y empezó a disparar hasta que dejó de emitir sonidos. A mi alrededor, mis amigos estaban tirados heridos y muertos", agregó.
Los talibanes, que buscan derrocar al Gobierno pakistaní y establecer un estado islámico, se atribuyeron de inmediato la responsabilidad de la matanza.
"Elegimos una escuela del Ejército para el ataque porque el Gobierno está apuntando contra nuestras familias y mujeres", dijo el portavoz talibán Muhammad Umar Khorasani. "Queremos que sientan el dolor", agregó.
Asaltantes suicidas
Cuando caía la noche en Peshawar, una populosa y volátil ciudad junto a la frontera con Afganistán, las fuerzas de seguridad concluyeron una operación que duró más de ocho horas y en la que hubo duros intercambios de disparos. Los militares dijeron que fueron evacuados unos 960 alumnos y trabajadores.
Los talibanes afirmaron que los asaltantes llevaban chalecos con explosivos y se escucharon al menos tres explosiones dentro del establecimiento educativo en el peor momento de la masacre.
En las afueras, mientras helicópteros sobrevolaban el lugar, la policía buscaba contener a los desconsolados padres que intentaban saltar un cordón de seguridad para entrar al colegio.
Funcionarios explicaron que 121 alumnos y tres trabajadores resultaron heridos. Un hospital local dijo que los muertos y heridos tenían entre 10 y 20 años.
Un corresponsal de Reuters en el Hospital Militar Combinado, uno de los principales de la ciudad, dijo que los pasillos estaban llenos de estudiantes muertos alineados, y se podían ver las corbatas verdes y amarillas de los uniformes escolares asomando en las blancas bolsas para los cadáveres.
Los asaltantes, que según muchos estudiantes se comunicaban entre ellos en un idioma extranjero, posiblemente árabe, lograron sortear la fuerte seguridad porque al menos algunos de ellos vestían uniformes militares pakistaníes, dijeron testigos.
Los pakistaníes, acostumbrados a ataques militantes casi diarios, quedaron conmocionados por la magnitud de la matanza y la pérdida de tantas vidas jóvenes.
La acción recordó el ataque en 2004 a una escuela en la ciudad rusa de Beslán por militantes chechenos, que concluyó con la muerte de más de 330 personas, la mitad de ellos niños.
Estados Unidos, aliado de Pakistán en su lucha contra los militantes islámicos que operan en ese país y en Afganistán, condenó rápidamente el ataque.
"Este acto de terror irrita y conmueve a todas las personas con conciencia (...) los responsables deben ser llevados ante la justicia", afirmó el secretario de Estado, John Kerry.
Espiral de violencia
Los talibanes pakistaníes han prometido incrementar sus ataques en respuesta a una gran operación militar contra los insurgentes en las zonas tribales.
Pero a pesar de la ofensiva de este año, los militares han sido acusados de ser demasiado permisivos con los combatientes islámicos, que según los críticos actúan a las órdenes del Ejército en lugares como Cachemira y Afganistán.
El Ejército rechaza esas acusaciones.
Hasta el momento, los talibanes han atacado principalmente a las fuerzas de seguridad, bases militares y aeropuertos, y los objetivos civiles sin importancia logística son relativamente raros.
No obstante, en septiembre de 2013, decenas de personas, incluidos muchos niños, murieron en un ataque contra una iglesia también en Peshawar, en el noroeste de Pakistán.
Los analistas creen que el asalto a una escuela en la que estudian los hijos de los oficiales podría provocar una respuesta más drástica de las fuerzas armadas.
Las primeras declaraciones del jefe del Ejército, Raheel Sharif, tras el ataque reflejaron un creciente enfado.
"Estos terroristas han golpeado al corazón de la nación, pero nuestra resolución para enfrentar esta amenaza ha recibido un nuevo aliento. Perseguiremos a estos monstruos y sus facilitadores hasta su eliminación", dijo.
El primer ministro Nawaz Sharif tuvo palabras igualmente duras. "Nos vengaremos por cada gota de sangre de nuestros niños que fue derramada hoy", afirmó.
Los talibanes afganos, que operan separadamente de sus vecinos pakistaníes, condenaron el ataque en un comunicado por ir "contra los fundamentos del Islam."
La joven paquistaní Malala Yousafzai, galardonada este año con el Premio Nobel de la Paz por su campaña educativa y sobreviviente de un ataque de los talibanes en 2012, dijo desde Inglaterra, donde vive ahora, que "estoy desconsolada por este acto sin sentido y a sangre fría en Peshawar".
(Reporte adicional de Amjad Ali, Syed Raza Hassan y Katharine Houreld en Islamabad, Saud Mehsud en Dera, Ismail Khan y Michael Holden en Londres; escrito por Maria Golovnina; editado en español por Lucila Sigal, Gabriela Donoso y Carlos Serrano)
Jibran Ahmad y Mehreen Zahra-Malik
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