De acuerdo a la Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA), “Los aliados de Bahréin en Londres, París y otros lugares han quedado en gran medida en silencio mientras Bahréin ha llenado sus cárceles con personas que tienen la clave para la solución política que también alegan apoyar el Reino Unido y Estados Unidos”, ha afirmado el director adjunto de HRW para Oriente Próximo, Joe Stork.
A juicio de Stork, la detención de Salman fue una medida "calculada" para demostrar al mundo que el régimen de Al Jalifa se opone fundamentalmente a la reconciliación política en el país y la materialización de los derechos de los ciudadanos a la libertad y la democracia.
"Cuando se trata de castigar a los críticos pacíficos del Gobierno o de la familia gobernante, Bahréin es un delincuente en serie", ha denunciado.
Pese a las críticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE) y numerosos organismos y países, entre ellos Estados Unidos, el régimen de Manama sigue manteniendo detenido a Salman, desde el pasado 28 de diciembre.
Los abogados del líder chií han calificado de "político" y carente de "garantías básicas para un proceso correcto" el caso del arresto de Salman.
Según el Centro de Derechos Humanos de Bahréin (BCHR, por sus siglas en inglés), los tribunales bahreiníes emitieron condenas a 92 años de cárcel contra los activistas opositores solo en el pasado mes de diciembre.
Desde principios de 2011, los bahreiníes protagonizan manifestaciones diarias contra la monarquía Al Jalifa, en su mayoría convocadas por Al-Wefaq, para reclamar el fin del “monopolio de poder”, así como la instauración de un sistema constitucional y un poder judicial independiente.
Todos los derechos pertenecen a la Asamblea Mundial de Ahlul Bait (P).