Según la Agencia de Noticias de Ahlul Bait (P) (ABNA) – Es bastante obvio que una de las ventajas de Ramadán para muchos solo es la comida especial en la mesa que no se sirve en otros momentos del año. De los banquetes al amanecer en hoteles cinco estrellas hasta las extravagantes fiestas culinarias de la tía favorita, la mayoría de los musulmanes del siglo XXI han marcado este como una "tradición" para servir durante el Ramadán más de cinco platillos diferentes durante el Iftar, para seguirlos con otra serie de aperitivos, cenas y postres. Por desgracia, el Ramadán les parece más un mes de indulgencia en lugar de uno de autocontrol.
Después de todo, el Ramadán es un mes donde los musulmanes de todo el mundo se humillan a sí mismos y se abstienen de las cosas que ya han sido decretadas 'halal' (lícitas) para ellos. Así que ¿cuándo surgió esta tendencia de servir comidas tan elaboradas y refinadas? A quién le importa cuando se produjo -a pesar de ciertamente no ser algo que nuestro Profeta (Bpd) nos haya enseñado en sus tradiciones. A veces, en el proceso de mejorar diligentemente nuestros actos de adoración y purificar nuestras almas, nos olvidamos de que el Profeta (Bpd) practicaba la moderación en complacer su apetito — especialmente durante el sagrado mes de Ramadán.
La moderación es la clave
El Profeta (Bpd) dijo:
“El hijo de Adán (P) nunca llenará un recipiente con peores cosas que como hace con su estómago. Para él será suficiente un bocado de comida que lo mantenga en pie, y deberá dividir su estómago en tres partes: un tercio para su comida, la otra para su bebida y el otro tercio para su aliento.”
Como el hadiz más común que hemos oído desde que éramos niños, este hadiz tiene más importancia que nunca cuando nos encontramos en Ramadán. Una práctica que debe adoptarse en forma regular no está siendo implementada en lo más mínimo durante el mes de Ramadán.
El Mensajero de Allah (Bpd) prefería romper el ayuno con dátiles y de otra manera con agua si es que no encontraba nada más.
El mes de Ramadán es conocido por ser un mes en el que uno hace más humilde su espíritu y alma y el noble temperamento del Profeta (P) claramente nos da una idea de la verdadera esencia del ayuno y de la renovación del carácter. Puede que leamos el Corán con más frecuencia durante este mes, pero las cosas pequeñas también importan y marcan una diferencia.
Menos es más
En lo que la mayoría de nosotros podemos recordar, las comidas al momento de romper el ayuno son bastante pródigas en casi todas las partes del mundo. Antes de la oración de la puesta del sol tenemos más de tres platos principales en frente de nosotros y todo un buffet para la cena después de la oración del ocaso. El Profeta (Bpd), por otro lado podría haber tenido todo lo que alguna vez hubiese querido sólo después de hacer sus oraciones, sin embargo, él optaba por romper su ayuno con la comida que era más fácil de obtener. Era una costumbre de seguir una dieta sencilla, incluso durante el mes de Ramadán y no ordenaba platos especiales durante la época del Ramadán.
Esta tradición que hemos creado nosotros mismos claramente no ha sido construída después de las tradiciones de nuestro Profeta (Bpd). Nuestra indulgencia hacia los apetitos y placeres mostrará claramente dónde nuestro verdadero carácter.
El autocontrol es esencial para la espiritualidad
Ramadán es el mes del autocontrol. Tradicionalmente, la gente solía compartir alimentos o distribuirlos entre los pobres. Tristemente, ahora en Ramadán ya no se sigue esta antigua tradición; esta se ha transformado más en una empresa. Las personas hacen alarde de su riqueza mediante el derroche de ropas nuevas, joyas y fastuosos baquetes de Iftar en costosos restaurantes.
Ramadán tampoco se trata de matarnos de hambre a nosotros mismos durante un largo día. Es un momento en el que debemos tratar a los demás con compasión y un tiempo para unir a la gente. Debido a la falta de preocupación por la satisfacción de los apetitos corporales durante las horas diurnas, cuando ayunas, el espíritu gana una medida de ascenso. El alma se libera de las cadenas impuestas por los deseos carnales. El ayuno proporciona un descanso en el ciclo de los hábidos rígidos y excesos.
El ayuno en el Ramadán puede parecer una forma difícil de adoración para los que no lo han experimentado. Pero hay muchos factores que ayudan a los fieles a cumplir con su compromiso. Sólo Dios conoce la verdadera sabiduría detrás del ayuno, pero tenemos un atisbo de esta a través del Corán, la tradición profética, y nuestras experiencias personales. El ayuno primero es una forma de autocontrol, una forma de aumentar la piedad y encontrar la libertad de la tiranía de los deseos carnales. En segundo lugar, el ayuno proporciona una oportunidad para la reflexión, el culto intenso, y el agradecimiento. Este permite a los miembros de la comunidad de empatizar con aquellos que sufren la pobreza y el hambre durante todo el año. En la dimensión espiritual, el ayuno lleva a una apreciación sincera de las bondades de Dios y un profundo agradecimiento por el mismo, que es la esencia de la adoración. Por último, la experiencia del hambre en el ayuno le recuerda a uno mismo su verdadera naturaleza; es decir sus debilidades y su dependencia de la gracia de Dios. Se rompe el señorío ilusorio del yo y le recuerda al yo carnal la finalidad de su creación, que es la fe, el conocimiento, la adoración y el amor de Dios, así como también el servicio a la humanidad.
Jalil Sahurie
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