Según la Agencia de Noticias Ahlul Bait (P) ABNA - Tenía en sus manos los medios de difusión más poderosos, contaba con recursos económicos casi ilimitados y con la ayuda de los gringos, que destinaron fondos secretos para el plan de sabotaje. A los pocos meses se pudieron apreciar los resultados.
El pueblo se encontró por primera vez con suficiente dinero para cubrir sus necesidades básicas y comprar algunas cosas que siempre deseó, pero no podía hacerlo, porque los almacenes estaban casi vacíos.
Había comenzado el desabastecimiento, que llegó a ser una pesadilla colectiva. Las mujeres se levantaban al amanecer para pararse en las interminables colas donde podían adquirir un escuálido pollo, media docena de pañales o papel higiénico.
Se produjo la angustia de la escasez, el país estaba sacudido por oleadas de rumores contradictorios que alertaban a la población sobre los productos que iban a faltar y la gente compraba lo que hubiera, sin medida, para prevenir el futuro.
Se paraban en las colas sin saber lo que se estaba vendiendo, sólo para no dejar pasar la oportunidad de comprar algo, aunque no lo necesitaran. Surgieron profesionales de las colas, que por una suma razonable guardaban el puesto a otros, los vendedores de golosinas que aprovechaban el tumulto para colocar sus chucherías y los que alquilaban mantas para las largas colas nocturnas. Se desató el mercado negro.
La policía trató de impedirlo, pero era como una peste que se metía por todos lados y por mucho que revisaran los carros y detuvieran a los que portaban bultos sospechosos no lo podían evitar. Hasta los niños traficaban en los patios de las escuelas.
En la premura por acaparar productos, se producían confusiones y los que nunca habían fumado terminaban pagando cualquier precio por una cajetilla de cigarros, y los que no tenían niños se peleaban por un tarro de alimento para lactantes”. Isabel Allende, La Casa de los Espíritus.
Esto no es Venezuela, no, es Chile en tiempos de Salvador Allende, martirizado defendiendo La Moneda el 11 de septiembre de 1973. Así reflejaba hace 34 años la escritora chilena Isabel Allende en su obra “La Casa de los Espíritus”, la crisis socio-económica organizada por la derecha nacional y Estados Unidos, en contra de su tío y de todo un pueblo.
Cuarenta años más tarde, gracias a la desclasificación de documentos secretos que ordenara la ley estadounidense, se sabría que Richard Nixon pidió “hacer gritar a la economía chilena”. Los republicanos no le perdonaban la nacionalización de la industria cuprífera, anteriormente en manos de los grandes consorcios estadounidenses.
Venezuela. Año 2015. En las redes sociales y los medios internacionales hay cientos, miles, de fotografías de largas filas de personas para comprar productos básicos. Evidentemente irritados, muchos, culpan al Gobierno de Caracas.
La tensión social es grande, y la prensa nacional e internacional, la exacerba. Los productos aparecen y desaparecen por etapas: cuando hay harina de maíz y de trigo, no hay margarina o aceite; cuando hay papel higiénico, no hay pañales y alimento envasado para bebés; cuando hay jabón de baño, no hay detergente para lavar ropa ni desodorante.
Otra característica de esta guerra de baja intensidad, es que, el desabasto es muchas veces “anunciado” por los industriales, quienes culpan al Estado por la falta de asignación de divisas. Y lo que anuncian, casi siempre es la pronta desaparición de un producto, que generalmente forma parte de la cadena productiva para lograr otros, por ejemplo, los envases plásticos o de vidrio.
“Suministro de envases de vidrio se quiebra por fallas en insumos” (Últimas Noticias 16-5-2014)”, “Se agota el inventario de pañales para niños” (Últimas Noticias 3-4-2014), “¡Alerta! Crisis para fabricar envases plásticos por falta de materia prima” (El Venezolano 22-8-2014).
En Chile de Allende, hacían lo mismo. Grandes diarios como El Mercurio, Tribuna o La Tercera, publicaban noticias similares con títulos como: “Chile sin pan”, o “Mientras bailan con Fidel, no tenemos qué comer”.
Ahora se sabe que El Mercurio recibió financiación de Estados Unidos y sus textos eran revisados por sensores de ese país antes de llegar a las manos del pueblo chileno. Así lo admitió años más tarde Agustín Edwards, el dueño del medio y que ahora pasa su vejez en Estados Unidos.
El diario El Mercurio contenía en cada uno de sus números, o ejemplares, un artículo preparado en Estados Unidos para intervenir en la política chilena. Agustín Edwards.
Para el economista chileno y exvicepresidente del Banco Central (1970-1973), Hugo Fazio, los medios de comunicación social, financiados en EE.UU., tuvieron un gran papel en el derrocamiento de Allende.
“Jugaron un gran papel los medios de comunicación (...) los medios de comunicación, estoy hablando fundamentalmente de los diarios, que en ese momento tenían una gran importancia, en gran medida por los grupos económicos que nos controlaban”, dijo en entrevista exclusiva para el sitio web de teleSUR en Español.
Fazio explica que para la época, los diarios tenían mucha más influencia en el público, por eso fueron usados dos de ellos: El Mercurio, perteneciente a la familia Edwards y La Tercera.
“Contaron con financiamiento de Estados Unidos, eso está comprobado y hasta demostrado por las actas que se han dado a conocer en Estados Unidos, cómo financiaban a estas dos grandes cadenas de diarios: El Mercurio y La Tercera”.
Chile y Venezuela, 40 años después
El periodista Juan Pablo Cárdenas, Premio Periodismo chileno 2005, argumenta que lo que pasa hoy en la potencia energética suramericana, no es muy distinto a lo que vivió Chile.
"Se está dando una situación muy similar a la que enfrentamos nosotros los chilenos en 1973. Una clase empresarial, que empieza claramente a instigar, a conspirar, grupos que se organizan y que representan lo más extremo de la derecha y, desde luego detrás de todo esto, la acción de un país como EE.UU. que se ha empeñado siempre en desestabilizar a las democracias de América Latina", opinó en entrevista con teleSUR.
Cobre v/s Petróleo
A mediados de 1973, la mina de cobre “El Teniente”, a 80 kilómetros al sur de Santiago, se declaraba en huelga “por motivos económicos”. Este yacimiento proporcionaba el 20% de la producción del mineral, el principal producto de exportación de Chile.
Desde el año anterior el cobre había sido nacionalizado por Allende, así como otros recursos naturales como el cemento, hierro, nitrato y carbón. También habían estatizado más de 6 millones de kilómetros cuadrados de tierras cultivables, antes en manos de los latifundistas.
La huelga se extendió por más de dos meses y, pese a que más de la mitad de la nómina de “El Teniente” seguía trabajando, incluso hacían horas extras para cubrir la cuota de los parados.
“Les pido que entiendan que ser trabajador del cobre en este país es un privilegio (...) son los trabajadores que deben preservar lo escencial de la patria (...) del cobre depende que podamos comprar más repuestos, materias primas, insumos, alimentos y medicamentos (...) les pido que revisen su actitud (...) les digo que tengo fe en el trabajador chileno que no puede olvidar la agresión imperialista y la conspiración interna. El trabajador del cobre, como el campesino, tienen que unirse para defender el futuro de Chile, amenazado desde fuera y acosado desde dentro”, les decía a los trabajadores del cobre, en especial a los de “El Teniente”, el presidente Salvador Allende, en mayo 1973.
Huelga del cobre Chile 1973
El trabajador del cobre, como el campesino, tienen que unirse para defender el futuro de Chile, amenazado desde fuera y acosado desde dentro.
Hugo Fazio detalla que si bien era necesario estatizar los sectores claves de la economía, hubo un clamor popular para incluir en esa lista a casi todo el aparato productivo, algo que la economía chilena no estaba preparada para resistir y que trajo el rechazo de algunos estratos sociales.
“De las nacionalizaciones también surgieron demandas absolutmente desproporcionadas, porque lo que se requería en el caso de Chile, en el sentido de la dirección del programa, era la nacionalización o la estatización de los sectores económicos claves, fundamentales del país, pero surgieron también surgieron las demandas para prácticamente pasar al Estado todo, y eso restaba el apoyo de determinadas capas de la población al proceso de cambio que había que producirse, teníamos que lograr un entendimiento mayoritario, las transformaciones tinene que descansar en un apoyo mayoritario”, recuerda.
En Venezuela, el gobierno de expresidente Hugo Chávez Frías, sufrió una de las peores desestabilizaciones de su historia: la paralización de su industria petrolera, de la cual dependen más de 80% de sus ingresos.
La cúpula de la industria petrolera impulsó durante 62 días la paralización y Venezuela perdió más de 14 mil 400 millones de dólares por ventas no hechas. Este fue la primera guerra económica que vivió la Revolución Bolivariana, desencadenada por 40 decretos con fuerza de ley, que entre otras cosas, ordenaban la justa repartición de la tierra, lo que afectó enormemente al capital privado que controlaba el país.
Doce años más tarde, Nicolás Maduro, debe afrontar otro tipo de guerra del crudo, pero esta vez la de los mercados extranjeros. El precio de cada barril ha caído estrepitosamente, de alrededor de los 100 dólares a menos de 40.
En el marco de su reciente gira por Rusia, China y varios socios de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Maduro denunció un ardid estadounidense para acabar con este cartel y debilitar al Kremlin, inundando al mundo con petróleo de esquisto.
"Lo que pretende la élite de EEUU, más que (el presidente Barack) Obama, es destruir la Opep y con eso destruir el mercado petrolero, y eso tiene efectos sobre otros minerales, efectos colaterales para los países del sur, los países del mundo. Es una guerra, en este caso grave, es una guerra contra Rusia", señaló en diciembre pasado.
Un Gobierno sin Parlamento
A diferencia de la Venezuela del siglo XXI, la de 1973 tenía un Parlamento totalmente en contra del plan de justicia social promovido por la Unidad Popular. ¿El resultado?: aprobación de leyes, pero desfinanciamiento de los proyectos.
Así, por ejemplo, entre abril y junio de 1972, el Congreso, de mayoría opositora, declara el boicot contra toda iniciativa de la Unidad Popular.
La ley para castigar los delitos económicos es rechazada, para crear el ministerio de la familia también, la ley de reajustes y salarios para los trabajadores es apalzada y luego despachada sin financiamiento, la ley para normar la participación del proletariado en las fábricas es rechazada, la ley para crear el ministerio del Mar, archivada sin financiamiento.
Portadas en los medios Guerra Económica
Esto trajo como consecuencia que el Banco Central, en vez de aportar al fisco, tuviera que financiar al Gobierno, lo que a su vez se tradujo en más impresión de billetes, que llevaron los índices de inflación a niveles extraordinariamente altos.
Es aquí donde ambas realidades, separadas en muchos aspectos, encuentran una constante: la raíz política del desabastecimiento y la inflación.
“La inflación tuvo una raíz fundamentalmente de tipo político más allá de errores que cometió el propio Gobierno, siempre cualquier proceso está lleno de éxito o transformaciones muy importantes (...) Si uno examina las razones de fondo de la inflación, porque la inflación tiene multitud de factores, externos, internos, etcétera, pero uno habla de los hechos salientes, en este sentido, tiene que ver con la correlación interna de fuerzas que había dentro de Chile”.
Desabastecimiento y especulación
Tal como pasa en Venezuela, en Chile los productos de la canasta básica escaseaban, y no por baja, producción, todo lo contrario, durante los mil días de gobierno de Allende, los índices de producción industrial remontaron.
Desabastecimiento Chile y Venezuela
“El desabastecimiento de productos básicos se produjo por un gran proceso especulativo que se desarrolló dentro del país (...) Si uno estudia las cifras de la economía chilena de ese período, la producción nunca disminuyó, entonces, desde ese punto de vista, no se explicaba el desabastecimiento. Lo que se produjo fue un gran acaparamiento de productos, cosa que quedó inmediatamente al descubierto, después del golpe, osea, después del golpe inmediatamente el tipo de bienes que no existían, existían”, detalló Hugo Fazio.
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