Según la Agencia Noticiosa Ahlul Bait (ABNA) – Aún resuenan los ecos de las bombas de Bruselas, no se han apagado los gritos de dolor por las víctimas durante un partido de fútbol en Iraq, todavía están calientes los cuerpos de los muertos este domingo en Paquistán... y la Fórmula 1 aterriza esta semana en Bahréin. Oficialmente, este pequeño emirato árabe -55 km de largo por 18 km de ancho- es una monarquía constitucional. Realmente, es una autocracia donde sólo manda el rey Hamad bin Isa Al Jalifa y su clan.
Un espectáculo deportivo global como la F1 se desplaza hasta un país bajo un régimen sanguinario y con numerosas denuncias por no respetar los más elementales derechos humanos de varios de sus habitantes. ¿Está garantizada la seguridad de equipos y pilotos? ¿Es ético organizarlo ahí (en su capital, Manama)?
Por otro lado la hipocresía de este reino hizo publicó un decreto que despojaba a decenas de terroristas bahreiníes de su nacionalidad por haberse unido a la milicia terrorista del Daesh. Los afectados por ese decreto, lejos de obedecer, se burlaron del mismo y publicaron fotografías en las redes sociales en las que aparecían pisoteando sus pasaportes bahreiníes. Y lanzaban una severa amenaza: “No vamos a regresar al país con estos pasaportes, sino con armas para anexar Bahréin al Daesh y decapitar al rey”.
Por otra parte, Amnistía Internacional (AI) y varios organismos más llevan años denunciando que el Gobierno de Bahréin no respeta los derechos humanos. Fundamentalmente, por emplear la violencia y la fuerza para reprimir las protestas de los revolucionarios que se oponen al régimen y piden la democratización del país.
Precisamente el último método denunciado por AI es "el alarmante repunte de los índices de expulsión de personas despojadas arbitrariamente de su nacionalidad".
"En 2015 se multiplicaron por 10 los casos de retirada de la nacionalidad en Bahréin: 208 personas privadas de su nacionalidad en 2015 frente a sólo 21 en 2014. En las últimas semanas, el número creciente de expulsiones ha hecho crecer los temores de que en 2016 haya un brusco aumento en el número de personas expulsadas de Bahréin", señala la ONG en un informe sobre este pequeño país.
El dinero doblega voluntades y amansa al más fiero asesino. Los petrodólares a espuertas colocan orejeras a quienes presumen de "hablar únicamente de deportes", sin meterse en política ni cuestiones 'aledañas' como son los derechos humanos.
De una persona de ética cuestionable como Bernie Ecclestone, director de la F1, no se puede esperar ningún gesto más que el de sumar ingresos. Sin embargo, a los protagonistas directos de este espectáculo-escuderías, pilotos, medios de comunicación, patrocinadores...- igual había que pedirles alguna explicación más sobre sensatez o moralidad, pero quizás estos sean conceptos que hace tiempo que no entran en los circuitos de la F1.
LA F1, 65 AÑOS SIN 'METERSE' EN POLÍTICA
GP de Suráfrica (1960-1963 y 1964-1985):
En el país del apartheid -racismo oficial durante medio siglo (1940-1990)-, con disturbios, muertos, heridos, miseria y demás, la lujosa Fórmula 1 acudió año tras año. Hubo ediciones, por ejemplo en 1985, donde ni siquiera la declaración del estado de excepción detuvo la carrera.
GP de México de 1968: se celebró en Ciudad de México el 3 de noviembre
Un mes después de la matanza de estudiantes de Tlatelocol (Plaza de las Tres Culturas) en la misma capital del país norteamericano. El Ejército disolvió violentamente una manifestación y se contabilizaron 400 muertos.
GP de Brasil (1973 a 1985):
La dictadura militar que tomó el poder en 1944 y lo mantuvo hasta 1985 no fue impedimento para celebrar el gran premio de F1. Se calcula que durante ese período hubo más de 400 muertos y desaparecidos -además de miles de presos- en el país suramericano.
GP de Argentina (1977 a 1981):
El 24 de marzo de 1976 tuvo lugar el Golpe Militar que llevaría a Argentina a un negro y brutal período de represión con decenas de miles de muertos, desaparecidos y presos. A la F1 le da igual eso y todo.
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