Este plan europeo para deportar refugiados y luego readmitir a algunos demandantes de asilo desde Turquía entró en vigor el 20 de marzo pasado y de inmediato generó críticas de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y de numerosas ONG, que aseguran que Ankara practica devoluciones forzosas y que no se protege a los refugiados.
Organizaciones humanitarias y defensoras de los Derechos Humanos acusaron a Turquía de obligar a miles de refugiados a regresar a Siria en los últimos meses y a la Unión Europea (UE) de “ignorar a propósito” las prácticas “ilegales” de Ankara para garantizarse un acuerdo que permita frenar la llegada de refugiados, que sólo el año pasado superaron el millón.
Pese a este repudio generalizado, Alemania ve posible replicar este acuerdo con África del Norte para frenar la ruta del Mediterráneo, la segunda más importante para los refugiados e inmigrantes de Medio Oriente y África que intentan llegar a Europa a través de los caóticos puertos de Libia.
Mientras tanto, en Grecia se viven horas de tensión entre los refugiados por la inminente deportación en masa al país vecino.
Miles de migrantes a lo largo de Grecia – hay 51.393 repartidos en el territorio heleno, según datos del gobierno- temen las consecuencias que tendrá el pacto que comenzará a ponerse en práctica el lunes y que el Parlamento en Atenas refrendó el viernes pasado.
Los refugiados no quieren quedarse a vivir en Grecia ya que no es fácil encontrar trabajo en medio de la crisis económica que atraviesa el país, pero desde hace semanas que quedaron varados dentro del país, luego que los países de la ruta de los Balcanes cerraran unilateralmente sus fronteras.
“Estamos a la espera de violencia. La gente, en la desesperación, tiende a ser violenta”, advirtió el vocero de la migración del gobierno griego, Giorgos Kyritsis, al diario británico The Guardian.
“Toda la filosofía de este acuerdo es para disuadir el tráfico de personas (hacia Europa) desde la costa turca, pero va a ser difícil y estamos tratando de utilizar un enfoque suave. Estas son personas que huyeron de la guerra. Ellos no son criminales”, enfatizó el funcionario griego.
La desesperación en Grecia este domingo era palpable.
“Si me hacen volver a Turquía, me tiro y tiro a mi familia al mar”, dijo Mustafa, un sirio que, junto a su esposa e hijos, está a la espera de una decisión oficial en el puerto de Quíos, en el Mar Egeo.
“Vamos de un infierno a otro”, contó lleno de tristeza al diario británico.
Además de las denuncias de organismos internacionales de derechos humanos, la Agencia de Control de Fronteras Exteriores (Frontex) de la UE advirtió este domingo que no cuenta ni siquiera con la mitad de los policías necesarios para implementar el acuerdo con Turquía.
Según sus cálculos, Frontex necesita unos 1.500 efectivos, además de 50 expertos en materia de deportaciones; sin embargo, “los estados miembros de la UE se comprometieron al envío de casi 700 funcionarios y 44 expertos”, explicó una vocera de la institución.
Kyritsis además denunció que el gobierno griego sigue esperando la llegada de “los expertos legales y la traductores que (las autoridades de la UE) dijeron que iban a mandar”.
“Incluso el personal de Frontex no llegó aún”, se quejó el ministro griego.
Mientras que la UE planea deportar a todos los refugiados e inmigrantes que lleguen desde el Mediterráneo, el ministro del Interior turco, Ala, anunció este domingo su gobierno deportará a su vez a todos aquellos ciudadanos de Pakistán, Afganistán e Irak que lleguen a su país desde Europa.
“No serán tratados de la misma forma que los sirios”, aclaró, haciendo referencia a que estos sí serán tratados como refugiados, pese a que tanto en Pakistán, como en Afganistán y en Irak hay profundos conflictos armados que atentan todos los días contra la población civil.
Ala explicó que una vez que los demandantes de asilo lleguen a suelo turco desde Europa serán enviados a campos de recepción temporales en Anatolia, en el interior del país.
“Y dentro del marco del acuerdo enviaremos determinados refugiados hacia la UE”, agregó.
Entre el lunes y el miércoles próximos unos 750 migrantes serán enviados en dos barcos desde la isla de Lesbos a la localidad costera turca de Dikili para su registro y posterior envío a los campos en Anatolia.
Cuanto más se acerca el inicio de las deportaciones, más crece la tensión política alrededor del acuerdo entre Turquía y la UE.
El gobierno turco rechazó este domingo las últimas acusaciones en su contra por su política de derechos humanos y presuntas deportaciones masivas de refugiados sirios.
“Las alegaciones no reflejan de ningún modo la realidad”, respondió en un comunicado la Cancillería y sostuvo que Turquía “no cambió la política de puertas abiertas hacia los refugiados que aplica desde hace años y que permitió que casi tres millones de sirios” se hayan instalado en ese país.
En las últimas horas, cientos de turcos que viven en Dikili protestaron contra la construcción de un centro de recepción en su ciudad. La misma tensión se sintió también en Alemania y Austria.
En en el paso de Brenner, en la frontera austro-italiana, una protesta de unas mil personas convocada por colectivos de defensa de los derechos humanos que rechazan el cierre de fronteras en Europa y reclaman vías seguras para los refugiados concluyó con al menos dos policías heridos y algunos detenidos.
Mientras tanto, en el este de Berlín, la respuesta social fue muy diferente. Allí manifestantes de ultraderecha midieron fuerzas en el barrio de Marzahn-Hellersodorf con unas 450 personas que les bloquearon una y otra vez su marcha.
El saldo de una jornada muy tensa fueron tres policías heridos y 134 personas detenidas.
Pese a las protestas en las calles y las denuncias de la ONU y el mundo humanitario, el gobierno alemán sigue convencido que las deportaciones masivas a Turquía y el cierre de fronteras exteriores de la UE es la solución para la llamada crisis de refugiados.
Prueba de ellos es que el ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, deslizó este domingo la posibilidad de un acuerdo similar con los países del norte de África para expulsar a quienes lleguen de forma irregular por la ruta del Mediterráneo, la segunda más importante para los que escapan de África y Medio Oriente, según publicó el diario local Tagesspiegel am Sonntag.
“Si vuelven a llegar más personas a través de esta ruta, tendremos que buscar soluciones similares a la hallada con Turquía y entablar entonces también negociaciones con los países del norte de África”, advirtió el ministro de la canciller Angela Merkel.
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