Al-Nakba (catástrofe o desastre en árabe), tiene un doble significado. Por un lado, se trata de uno 540 pueblos que fueron arrasados en 1948 y los cientos de miles de refugiados que fueron expulsados violentamente de sus hogares. Hoy los refugiados palestinos suman casi 6 millones. Por otro lado, los palestinos siguen sufriendo diariamente las consecuencias de Al Nakba. La limpieza étnica continua, ahora en forma más solapada, pero más metódica y peligrosa. Israel, permanentemente dicta leyes racistas y lleva a cabo maniobras administrativas con el objetivo de hacer imposible la vida de los palestinos, la separación de las familias, continuas confiscaciones (robos) de tierras y construcción de asentamientos ilegales y muros que asfixian y ahogan cada barrio, pueblo y ciudad palestina.
Esta expulsión no fue, como se ha divulgado durante años la propaganda israelí: consecuencia "desafortunada", ocasionada por la guerra, ni las matanzas que se perpetraron contra la población palestina fueron resultado de actos de grupos extremistas incontrolados. Al contrario, el vaciamiento de Palestina de sus históricos habitantes y las centenares de matanzas perpetradas, corresponden a una estrategia planificada dentro del marco de la política sionista trazada desde principios del siglo pasado. La expulsión del 78% de la población de Palestina que quedó bajo el dominio de Israel el año 1948, no podía ser posible sin la existencia de un plan político militar basado en matanzas y destrucción masiva de los pueblos, aldeas y barrios palestinos, este plan, llamado por los propios israelíes Plan Dalet, formaba parte del deseo y la estrategia sionista de un objetivo mayor: la transferencia masiva o traslado de la población palestina, es decir, la expulsión a gran escala.
Los palestinos hoy conmemoramos estos macabros 68 años del inicio de Al Nakba. No se conmemora un acontecimiento histórico del que se ha pasado mucho tiempo, o un momento triste en un lejano pasado, todo lo contrario, es el horror diario que seguimos viviendo cada instante. El dolor de la herida abierta que no ha cicatrizado y solo el retorno de toda la población que fue expulsada puede mitigar en parte.
Sesenta y ocho años de Al Nakba, los palestinos aún seguimos sufriendo la limpieza étnica, guerras, matanzas, aún no tenemos estado y menos justicia. Los campamentos de refugiados aún existen en todo el mundo y la mayoría de los palestinos vivimos en la diáspora y la desesperanza.
A pesar del horror, el pueblo palestino, no se cansa de luchar y pedir justicia, no se cansa de mantener viva la llama de la esperanza y la libertad. Al Nakba, es la memoria colectiva que vive en todos y cada uno de nosotros y se transmite de generación en generación hasta el logro de la tan anhelada justicia y el retorno a nuestros hogares usurpados.
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