El artista, de 40 años, era uno de los cantantes de qawwali, la música sufí devocional, más populares del sur de Asia. Sus seguidores han rodeado la ambulancia que trasladaba el cuerpo para la realización del funeral, bloqueando el avance de la misma.
La muerte de Sabri se suma a una serie de ataques llevados a cabo en los últimos años en Karachi, una ciudad gravemente afectada por la violencia política, étnica y sectaria. A pesar de que la violencia ha descendido desde 2013, después de que se pusiera en marcha una operación paramilitar contra milicianos y criminales, la población teme que el número de ataques vuelva a aumentar.
El hijo del presidente del Tribunal Superior de Sindh, Sajad Ali Shah, fue secuestrado este lunes, dos días antes de que varios hombres armados dispararon desde una motocicleta a través de la ventana del vehículo en el que viajaba Sabri en el área de Liaquatabad, matando al cantante e hiriendo a un familiar que le acompañaba.
Sabri fue acusado de blasfemia en 2014 cuando cantó una canción en un programa matutino de televisión donde nombró a varias figuras religiosas, algo que algunos devotos consideraron ofensivo. En mayo, varios hombres asesinaron a los importantes activistas paquistaníes Jurram Zaki, conocido por mostrarse en contra de los talibán y otros grupos islamistas radicales, y Saben Mahmud.
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