El Estado de Israel es un estado sionista. Todos nosotros, los graduados del sistema educativo israelí lo sabemos. El primer ministro del primer gobierno de Israel lo dijo, Ehud Barak lo dijo, incluso el primer ministro Benjamin Netanyahu lo ha dicho. Esta declaración se puede encontrar en nuestros planes de estudios e incluso en el plan de estudios del ejército de Israel. Todo está bien, pero en ninguna parte he sido capaz de encontrar una definición formal presentada por el Gobierno israelí para el término "sionismo".
¿Es el objetivo del sionismo asegurar una mayoría judía en el Estado de Israel, según declamó el ex primer ministro Ariel Sharon? ¿Es el sionismo "patrimonio de Israel sobre las generaciones", como dijo Netanyahu? O tal vez es un objetivo político, como el primer ministro sostuvo en otro lugar. O Netanyahu estaba en lo cierto cuando dijo que "el sionismo es el retorno al judaísmo, que precedió a la vuelta al Estado judío".
O tal vez el sionismo es la "perspectiva que cree en la soberanía del pueblo judío en la Tierra de Israel y las obligaciones del creyente de participar, mientras se trabaja unánimemente hacia el bien común", como está escrito en planes de estudio del ejército de Israel.
O tal vez el sionismo es en realidad una raza, como proclamaron los diputados de la Knesset Yuri Stern y Esterina Tartman.
O tal vez "la esencia del sionismo", según Netanyahu, es la lealtad al Estado de Israel como estado judío y democrático. O es sionista, según el ministerio de Educación, una persona que cree que nos estamos acercando cada vez más a la redención.
Incluso la Agencia Judía, la organización sionista más antigua del mundo, fundada a petición del "padre del sionismo," Benjamin Zeev Herzl, admite que "es difícil de definir el sionismo, pero en general se puede decir que el sionismo es el amor a la Tierra de Israel, la lealtad al Estado, y una aspiración a vivir en él".
Un eslogan vacío
El sionismo comenzó como un despertar nacional de los judíos en Europa, como parte del mismo despertar que estaba teniendo lugar en otras naciones. Los líderes de este despertar nacional lo anclaron a la religión, es decir, vincularon de este modo un movimiento de liberación nacional moderno con las antiguas tradiciones teológicas. Todo estaba bien hasta ese momento: el sionismo, al igual que otros movimientos de liberación nacional de su tiempo, pidió el establecimiento de un Estado-nación para el pueblo judío. El problema comenzó con su concreción y el molesto problema de que la tierra prometida ya estaba poblada por cientos de miles de personas.
El mismo hecho de que los sionistas declarasen que la tierra pertenece a una nación, a pesar de estar habitada por otro pueblo, es una expresión de privilegio sobre la base de la religión y la nacionalidad. El mismo hecho de que el Estado se basa en el sionismo significa que excluye a gran parte de la población, si son o no son judíos, y si son o no son sionistas.
Zeev Jabotinsky, el fundador del sionismo revisionista (la principal ideología del partido gobernante Likud), entendió el problema. Por lo tanto, decidió que el término "Estado judío" es claro: una mayoría judía. Estas ideas no eran más que una retórica vacía que se citan todavía hoy por los jefes de gobierno de Israel. El sionismo tiene derecho a existir sólo mediante el establecimiento de una mayoría judía entre el río Jordán y el Mediterráneo.
El primer ministro Netanyahu participa en el día anual para conmemorar a Zeev Jabotinsky, el fundador del movimiento sionista revisionista, en la Knesset, 3 de agosto de 2016. (Kobi Gedeón / GPO)
Un estado que privilegia una nación entre su población sobre otra nación no está basado en la igualdad. Un estado que ve a algunos de sus ciudadanos como una amenaza demográfica no es un estado libre. Un estado que otorga derechos sobre la base de la religión no es un estado democrático.
El sionismo moderno es un axioma nebuloso tan profundamente arraigado en la sociedad israelí que se puede moldear para que se adecue al momento político actual. El sionismo hoy en día es la valla que rodea el pueblo judío, aislándolo, otorgándole supremacía sobre el otro pueblo de esta tierra.
Es hora de reconocer que el sionismo se ha convertido en un eslogan vacío utilizado sólo para conceder derechos a los judíos sobre los no judíos y decirle adiós para siempre. El miedo a perder estos privilegios de los ciudadanos sionistas de Israel es, por supuesto, comprensible. Pero no debe ser tomado en consideración. No podemos seguir permitiendo que el sionismo profundice la discriminación contra los palestinos.
Mientras la izquierda israelí siga dependiendo del sionismo en aras de encajar en el consenso, continuará cincelando a la derecha, que sólo busca afianzar aún más la discriminación. La izquierda debe recuperar la identidad israelí y desconectarla de elementos religiosos. Sólo entonces puede presentar una visión diferente, una que la gente pueda seguir. Una visión basada en el humanismo, la libertad, la justicia y la igualdad.
Acerca del autor: Noam Rotem es un activista israelí, ejecutivo de alta tecnología y bloguero en Local Call, donde este artículo se publicó por primera vez en hebreo.
Fuente: Noam Rotem, 972mag
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