“Debemos Tomar con Cautela el Amor Propio para No Considerarlo Parte de Nuestros Deseos Personales”

Según la Agencia Noticiosa Ahlul Bait (ABNA) - El destacado «Ayatulá Sayyed Musa Shubeiri Zanyani» ha dicho en una clase de Principios Jurisprudenciales [Usul Fiqh]: “Exceptuando a los Honorables Infalibles (P), todas las demás personas se ven influenciadas por su deseos intrínsecos, ya que solo la inefabilidad puede hacer frente a estos deseos y pasiones; debemos tomar con cautela el amor propio para no considerarlo [o transformarlo en] parte de nuestros propios deseos personales.”

Durante esta declaración, el Ayatulá iraní ha añadido que: “No hay autoridad en donde los criterios son basados en los deseos intrínsecos de las personas. Si los deseos intrínsecos fueran en parte más estandarizados, podrían cumplir en parte o parcialmente las promesas efectuadas [por el individuo], caso contrario distinguimos cuando no existe en el sujeto autoridad [en donde no se cumplen las promesas], sin embargo en las demás áreas en donde las promesas son válidas y respetadas denota la existencia de autoridad [y autodeterminación].”

El Marya’ Taqlid ha afirmado que: “En nuestra opinión y según las condiciones consideradas por los demás Marya’ Taqlid, la codicia, los deseos personales y ciertos errores [de c/u] no son parte de lo convencional o normalidad [prestablecida para nosotros]; en nuestras Risalat [manuales de leyes practicas] también hemos hecho mención de esto. La codicia, el querer poseer riqueza, mujer, hijos y una familia son catalogados o entran en la clasificación como parte de los más comunes o convencionales [errores del ser humano], ya que las personas se convierten en ciegas a los hechos;

حبُ الشیء یُعمی و یُصم

El amor a las cosas te hace ciego y sordo [1]”.

El Ayatulá Shubeiri Zanyani luego ha dicho que: “Uno de los asuntos que suele equivocarse el ser humano, es cuando se deja influenciar por su amor propio y sus deseos intrínsecos; lamentablemente nos encontramos atrapados en esta cuestión, haciendo que Satanás venga intensamente hacia nosotros. Si pudiésemos mantenernos fuertes por nosotros mismos, no emitiríamos fatwas [edictos jurisprudenciales] en contra de Dios y del Profeta (P), ya que no los satisfaceriamos; sin embargo si una persona desea llegar a algún lugar [en esta vida], deberá permanecer muy firme [en sus convicciones], hasta que logre dejar de lado sus propios deseos y opiniones. [Centrándose en agradar a Dios].”

Su Eminencia concluyó el tema diciendo que: “He visto y escuchado anécdotas dentro de los discursos de los grandes difuntos, tales como el Alamah Al-Hilli, quien finalmente había llegado a conclusiones [que la compartió con los demás] que se contradecía a las opiniones de los reconocidos estudiosos que le precedieron; por ejemplo cuando narraba que el agua de un pozo impoluta [pura] toma en contacto con alguna impureza, esta no se hará impura, mientras lo comentaba a los demás diciéndoles que; ¡hemos concluido que por esta razón hemos de darnos cuenta que el agua de los pozos de nuestras casas se encuentran en estado de pureza [siendo que pudieron haber estado en contacto con impurezas]!

Conjugando los problemas jurisprudenciales, con sus deseos y quereres personales ¿Podríamos decir que se puede emitir una fatwa [usando los deseos personales]? Pues si se han emitido este tipo de pautas en relación con los pozos de vuestras casas los cuales se han ido llenando [con agua pura o impura], ameritaría comenzar nuevamente una investigación del tema [con mayor imparcialidad].
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[1] Tafsir ul Qomi, Tomo I, pág. 357



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