Según la Agencia Noticiosa de Ahlul Bait (P) - Un atentado suicida reivindicado por el grupo wahabí DAESH causó al menos 82 muertos y más de 200 heridos este jueves en un santuario sufí del sur de Pakistán.
El ataque ocurrió en el santuario de Lal Shahbaz Qalandar en la ciudad de Sehwan, en la provincia de Sindh, a unos 200 kilómetros al noreste de la capital Karachi.
Los servicios de emergencia acudieron en ambulancias a Sehwan para atender a los heridos, ya que el hospital más cercano se encuentra a 130 kilómetros de ahí.
Una fuente policial explicó que un kamikaze entró en el santuario y accionó la carga explosiva que portaba cuando se encontraba en medio de los fieles. El lugar estaba atestado de gente este jueves, considerado como un día sagrado de rezo para esta comunidad, rama mística del Islam que algunos grupos radicales consideran como herética.
La explosión se cobró la vida de al menos 82 personas y 250 resultaron heridas, 40 de ellas de gravedad, informó el ministro de Salud de la provincia de Sindh, Sikandar Ali Mandhro.
Se trata del atentado más sangriento en lo que va de año en Pakistán.
El grupo terrorista wahabí DAESH reivindicó rápidamente su autoría, a través de su agencia de propaganda Amaq.
"Algunos cuerpos estaban decapitados, desmembrados, y los heridos gritaban de dolor mientras pedían ayuda", contó un testigo, Haq Nawaz Khan Solangi. "Parecía que había llegado el día del Juicio Final, los cuerpos yacían en charcos de sangre".
'Cobarde y vergonzoso'
El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, condenó rápidamente el ataque en un comunicado. "Un atentado contra uno de nosotros es un atentado contra todos nosotros", declaró.
"Los últimos días fueron difíciles y mi corazón está con las víctimas. Pero no podemos dejar que esos acontecimientos nos dividen o nos aterren", añadió.
Pakistán ha experimentado una gran mejora en seguridad en los últimos dos años, pero esta semana una serie de ataques -la mayoría reivindicados por los talibanes paquistaníes- ha alterado la creciente sensación de optimismo.
El presidente del país, Mamnoon Husain, aseguró por su parte que "las operaciones contra los terroristas seguirán en todo el país".
Y el embajador estadounidense en Islamabad calificó el atentado de "cobarde y vergonzoso".
Tras el ataque, Pakistán decidió cerrar sus fronteras con Afganistán, al que Islamabad acusa de acoger a extremistas paquistaníes.
Talibanes reivindican ataques
Además del atentado contra el santuario, un artefacto explosivo de fabricación casera explotó el jueves al paso de un convoy militar en la inestable provincia del Baluchistán (suroeste), matando a tres soldados e hiriendo a otros dos, indicó el ejército.
Y en Dera Ismail Khan, en el noroeste del país, cuatro policías y un civil murieron a manos de hombres armados que circulaban en moto.
Yamaat-ul-Ahrar, una facción de los talibanes de Pakistán, reivindicó varios ataques esta semana, incluyendo un atentado suicida en Lahore, que causó 13 muertos y docenas de heridos.
El miércoles, cuatro terroristas suicidas perpetraron un ataque en el noroeste de Pakistán, matando a seis personas.
Los ataques subrayan la lucha de Pakistán para acabar con el extremismo, que se intensificó después del ataque más mortífero ocurrido en el país, un asalto de los talibanes paquistaníes contra una escuela en Peshawar en 2014, que dejó más de 150 muertos, la mayoría de ellos niños y adolescentes.
El ejercito intensificó una operación esperada durante mucho tiempo en las zonas tribales semiautónomas, donde los insurgentes operaban sin impunidad, y el gobierno lanzó un aplaudido Plan de Acción Nacional contra el extremismo.
Muchos críticos advierten sin embargo que las medidas severas no abordan las causas profundas del extremismo, y grupos como los talibanes paquistaníes -y, cada vez más, el DAESH - todavía pueden cometer atroces ataques.
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