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Fuentes : Publico.es
viernes

10 marzo 2017

6:17:40
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Los Psicólogos se Preparan para Canalizar la "Ira y la Rabia" que Sentirán de Mayores los Niños Refugiados de Hoy

BRUSELAS. (ABNA) - En Turquía, Líbano, Irak, Jordania y Egipto hay 2,3 millones de niños refugiados, según los datos que maneja Unicef.

Este invierno, en los campos, los niños refugiados han sufrido hipotermias, graves problemas respiratorios, hambre, abusos, enfermedades que parecían erradicadas como la polio… Se pregunta uno cómo serán esos niños refugiados de hoy dentro de diez, quince años, cuando cumplan 20. Qué rencores y odios alimentarán. Cómo y contra quién querrán planificar sus venganzas. Qué terrores conservarán. Si serán monstruos o ángeles. Escribió Graham Greene que “todo niño llega al mundo con cierto sentido del amor, pero depende de los padres, de los amigos, que este amor se salve o se condene”. Qué estúpida suena la frase si uno piensa en el invierno de un niño sirio refugiado en Turquía, Grecia y Serbia, donde han soportado estos meses temperaturas de hasta veinte grados bajo cero al amparo de una simple tienda de lona.

José Guillermo Fouce es doctor en psicología, profesor en la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras: “La resiliencia –capacidad para superar situaciones traumáticas-- como paradigma surge nada menos que en los campos de exterminio nazi, y ya ahí vemos cómo la extremada fortaleza del ser humano y sus ganas de vivir llevaron a que bastantes víctimas pudiesen superar esta experiencia tan traumática, quizá la más traumática que podamos imaginar”.

El pasado año, Médicos sin Fronteras publicó un estudio sobre los traumas psicológicos de los refugiados en Italia. No solo niños. También adultos. “De las 387 personas entrevistadas durante las actividades de apoyo psicológico que presta MSF, 60% presentaban desórdenes de salud mental. El 87% de las 199 a las que se les dio seguimiento durante su estancia en los centros de recepción italianos declararon que, desde que estaban allí, su estado había empeorado aún más”, explicó la autora del informe, Silvia Mancini, cuando fue presentado.

“Tras vivir situaciones límite para su vida o ser testigos de muertes cercanas, es inevitable que aparezcan síntomas de estrés postraumático como son: el insomnio, miedo ante ruidos o lugares relacionados con la guerra, hipervigilancia, pesadillas, etc. Sin embargo que estos síntomas se transformen en un trastorno permanente depende de que los niños cuenten con un espacios de seguridad y apoyo para afrontar sus emociones”, señala José María Toribio Sahuquillo, coordinador de Psicólogas y Psicólogos sin Fronteras.

La Organización Mundial de la Salud publicó en 2013 una Evaluación de la salud mental y las necesidades psicosociales de los desplazados sirios en Jordania. Hicieron 8.000 entrevistas. El 15,1% se reconocía aterrorizado, un 28,4% confesaba un enojo constante e inapaciguable; el 26.3% estaba “tan desesperado que no quería continuar viviendo”; y el 18,8% se sentía incapaz de llevar a cabo actividades esenciales de la vida cotidiana por temor, enojo, fatiga, desinterés, desesperanza o malestar. Como parte de la evaluación, a los niños se les pedía que dibujaran un lugar seguro: muchos de ellos trazaron un paisaje poblado de tanques y soldados.

Se le pregunta a los psicólogos si estos niños no sufrirán en el futuro odios raciales o culturales como reacción: “En estos momentos es miedo y confusión lo que sienten en su mayoría los menores en los campamentos. El odio, y especialmente hacia otra cultura, no depende de su situación actual, que se centra más en recuperar sus vidas y encontrar un espacio de seguridad. Si esto se dará en el futuro, dependerá de los cambios sociales y políticos en relación a las personas refugiadas. Sobre todo en su acceso a derechos que les permitan tener una vida digna”, explica Toribio Sahuquillo.

Fouce tampoco aprecia ese peligro: “No, buscaran un sentido a lo que ocurre, y aparecerán la ira y la rabia posiblemente, y habrá que canalizar estas y otras emociones. Pero no tiene por qué producirse odio interracial o intercultural”.


El estudio de la OMS antes citado destacaba actitudes definitivamente adultas en los niños entrevistados, como vigilar la puerta de la tienda, en lugar de dormir, para proteger a sus padres y hermanos. El doctor Toribio hace una rediografía fugaz de la situación psicológica de estos menores: “En la mayoría de los casos, afortunadamente, no se puede hablar de patología o trastorno, sino de síntomas (que pueden derivar en trastorno o no). Estos síntomas están ligados al estrés potraumático y se centran en insomnio, hipervigilancia, miedo ante ruidos o situaciones que recuerdan las situaciones límite vividas, pesadillas, irritabilidad y falta de interés en juegos o en el colegio”.

anibal malvar @AnibalMalvar

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