Agencia Noticiosa Ahlul-Bait (P)

Fuentes : Nahyul Balagha
jueves

23 marzo 2017

22:39:28
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NAHYUL BALAGHA – IMAM ALÍ (P)

“Las Limitaciones de la Mente Humana para Comprender y Describir a Dios”

QOM. (ABNA) – En el discurso 109 de la obra Nahyul Balagha relata cuando el Imam Alí (P) ) nos ha explicado las limitaciones de la mente humana para comprender y describir a Dios y ha puesto énfasis en aquellos atributos de Dios que afectan al hombre en general. Además, describe a algunos ángeles y cómo Le temen y Le obedecen. Esboza brevemente las debilidades y maldades del hombre, su obstinada persistencia en los placeres viciosos, y el darse cuenta finalmente -pero demasiado tarde- de esos vicios y defectos y de la futilidad de haberse percatado de ello a destiempo. Bosquejando así las trayectorias de los individuos atrae nuestra atención sobre la raza humana, cómo llegará a su fi n, cómo esta se terminará y cómo los seres humanos serán resucitados y presentados a la rendición de cuentas final. Finalmente honró al Profeta del Islam (Bpd) ensalzando sus enseñanzas y explicando cómo actúa sobre los preceptos que hubo predicado y nos mostró que son adaptables y practicables en todo tiempo.

El discurso comienza de la siguiente manera:

Todo está naturalmente destinado a someterse a Dios. Todo existe porque Él desea que exista y así continuará conforme a Su Voluntad.

Solamente Él pude hacer ricos a los mendigos, y sólo Él es la fuente
de poder para los débiles, desposeídos y el puerto de refugio para los oprimidos y tiranizados.

Él oye a los que hablan y conoce los secretos de los que se callan. Los que están vivos encuentran el sustento por Él y los que mueren están destinados a volver a Él.

¡Oh Señor! Nadie puede describirte, porque nadie te ha visto o puede Verte nunca. Exististe mucho antes de que las criaturas que te alaban llegaran a existir. No las creaste para acabar con Tu soledad o para sacar algún beneficio de ellas.

A quienquiera que Tú llamas no puede alejarse de Tu llamada, y a quienquiera que Tú atrapas no puede liberarse de Tu sujeción. La desobediencia de las gentes no empañará Tu reino, ni su obediencia incrementará Tu poder. Los que están de acuerdo con Tus decisiones no pueden rechazarlas (están obligados por naturaleza a obedecerlas) y los que rehúsan obedecer Tus mandamientos y prohibiciones no pueden aprovecharse de Tus riquezas y dádivas. Conoces todos los secretos y cualquier cosa oculta es claramente obvia para Ti.

Eres Eterno y no tienes fi n. Eres la Meta de todo y nada puede huir de Ti. Nadie que merezca Tu Cólera puede escapar de ella sino a través de Tu Misericordia y Benevolencia. Todo está bajo Tu control y su vuelta es hacia la meta por Ti destinada.

Grandeza y Gloria para Ti ¡Oh Señor! Que grandes son los Universos por Ti creados, y sin embargo, a pesar de su extensión, qué insignificantemente pequeños son comparados con Tu Poder. Qué Supremo, Completo y Absoluto es Tu Control sobre la naturaleza que puede ser discernida y comprendida, y sin embargo, que pequeña es su grandeza cuando se le compara a esa fase de Tu Omnipotencia que está oculta a nuestras almas y que nuestras mentes no pueden comprender.

Qué benevolentes y gratificantes son Tus Favores en esta vida y sin embargo, qué pequeños son cuando se les compara con las munificencias celestiales del próximo mundo.

Para referirse a los ángeles, el Imam Alí (P) dijo lo siguiente:

Algunos de los ángeles son tales que se les ha destinado a estar en los cielos, clavados por encima de la tierra. Te comprenden mejor, Te temen más y están más cerca de Tu favor que ninguna otra criatura. No son el resultado de impulsos biológicos y ni los cambios de tiempo o circunstancia los hacen decaer. Aunque están tan cerca de Ti y tienen una elevada posición en Tu Gracia, no piensan en nada sino en obedecerte. Están tan lejos de la infidelidad a Ti, y sin embargo, si pudieran darse cuenta de la Grandeza y Magnificencia de Tu Reino, que incluso a ellos les está oculto, sus oraciones y jerarquías aparecerían insignificantes y se darán cuenta de que nunca han recitado las oraciones que Te mereces.

Glorificado Seas ¡Oh Señor! Eres el Alabado y Mereces Adoración. Y Tú, después de haber probado la capacidad del hombre de la mejor manera posible, has creado para quien lo merece paraísos con las viandas más selectas y las mejores bebidas, con los mejores compañeros y sirvientes y con palacios a orillas de hermosos ríos con huertas y jardines adorables. Después enviaste Mensajeros que invitaron a la gente a esas bendiciones.

Pero la gente ni prestó atención a la llamada de estos Mensajeros ni mostraron deseo alguno en ganar y merecer dichas bendiciones ni ningún deseo de arribar a dicho final.

En lugar de ello, se volvieron hacia la suciedad de los goces mundanos, fueron unánimes en gozar de estos placeres, se contentaron con la desgracia que estas inclinaciones les trajeron y se unieron en su amor a este mundo.

Si un hombre ama una cosa se vuelve ciego a sus defectos, su mente está predispuesta a su favor, su vista y su oído pierden el poder de ver y de oír la realidad y no puede tolerar el ver u oír algo en contra del objeto de su devoción.

Tal es la condición de la gente que va ciegamente tras los placeres mundanos.

Sus mentes están tristemente afectadas y la lujuria por los goces mundanos aniquila sus conciencias. Están locamente enamorados de este mundo y consecuentemente se vuelven sus esclavos al igual que esclavos de placeres viciosos y malas fuentes de riqueza o poder. Se inclinan y arrodillan siempre que el mundo así lo desea y se dirigen hacia donde el mundo desea que vayan.

El consejo y las premoniciones de los Profetas (P) no tiene ningún efecto sobre ellos, aunque ya hayan visto la suerte de los pecadores a su alrededor, y como de repente dichas personas extraviadas son llamadas para responder de sus actos sin haber tenido ninguna oportunidad de volver de nuevo a la vida y ninguna posibilidad de ser perdonados.

Ver que la muerte, que habían ignorado completamente durante su vida descienda sobre ellos sin ningún aviso previo; se les hace partir de este mundo en donde se sentían tan felices y bien protegidos; y han de hacer frente al próximo mundo que se les había advertido amablemente.

La transición de tal persona desde esta vida hacia la próxima es tan penosa que no puede ser descrita con facilidad. La penosa sensación de la muerte, la contrariedad, la vergüenza de haber perdido las oportunidades de toda una vida para ser buena persona y de hacer el bien, tristemente se amontonan a la hora de su muerte.

La conciencia de una vida culpable le hará sentirse triste y avergonzado, el horror y la desesperanza de la situación le dejará pálido. Justo en este momento tal entra la muerte deteniendo la facultad de expresión y del habla de cada mortal. El moribundo está rodeado de sus parientes, su capacidad de habla le ha abandonado, sin embargo, durante el proceso de fallecer su mente está increíblemente clara. Puede ver y oír, puede visualizar las realidades y pude comprender la Verdad (que antes hubo ignorado) Piensa en la vida que ha desperdiciado, de la riqueza que hubo amasado de forma pecaminosa adoptando medios buenos o malos. Entonces, se da cuenta de que tiene que hacer frente a las consecuencias de amasar dicha riqueza la cual, se ve forzado a dejar para siempre, dejándoselo a los demás para que la disfruten (los frutos de sus pecados) Recuerda los placeres disfrutados ilícitamente y se percata que los dolores del castigo serán su retribución, porque todos los pecados o crímenes que cometió para acumular o hacer esto, han sido anotados por los ángeles de Dios.

Es en este momento, cuan clara y evidente será para sí mismo darse cuenta que ha hipotecado de manera irrevocable su alma en el esfuerzo de acumular y reunir para sí -en este mundo- un montón de posesiones absurdas y cuan imposible será deshacer lo que ya ha hecho.

Será demasiado tarde incluso para arrepentirse. La vergüenza y el pesar de la situación son tan penosos que le hacen despreciar, odiar y sentir remordimiento por las cosas materiales que tanto amó mientras estaba con vida. Llegado a este punto, desea que aquellas gentes que acostumbraban envidiarle por su poder, riqueza y posesiones mundanas las hubieran tenido todas ellas, y que hubiera llevado una vida sencilla y honesta.

Mientras su mente sopesa estas pesadumbres, vergüenzas, arrepentimiento y contrición, la muerte se le aproxima un paso más y, lo mismo que con la capacidad de hablar, pierde seguidamente la capacidad de escuchar.

Ahora, no puede hablar ni oír, y sin embargo su poder de visión le acompaña aún. Puede ver a las personas que le acompañan a su alrededor, puede ver como mueven los labios, pero ya no puede escuchar ningún sonido. La muerte se le aproxima todavía más y gradualmente pierde el sentido de la vista. Enseguida el alma se separa del cuerpo, dejando sólo un cuerpo entre sus parientes.

Ahora estos parientes sienten miedo de aproximarse a su cuerpo ya muerto y desean mantenerse alejados de él. Ahora no puede simpatizar con aquellos que le lloran ni responder a su llamada.

Después es llevado a su tumba y abandonado allí a las consecuencias de su fe y de sus acciones. No lo verán sino hasta el día de la Resurrección, un día en que todos los seres humanos serán reunidos. Es un día en que la actividad concedida a la vida terrenal llegará a su fi n y la Voluntad de Dios de crear y de resucitar a los seres humanos se realizará (tal y como los Profetas de Dios P. hubieron advertido incansablemente) Cuando se aproxime este día (El día del juicio) el sistema solar se romperá y la tierra vagará fuera de su curso (órbita) previamente sostenida por Dios y se romperá en fragmentos. Se desenraizarán las montañas y Su Poder les hará estrellarse unas contra otras y los pedazos internos de la tierra saltarán hacia fuera. Las personas muertas serán resucitadas, después de haber estado tanto tiempo separadas unas de otras. Se les reunirá a todas juntas.

Dado que todos y cada uno de los seres humanos habrán de dar entonces cuenta de sus pensamientos y de sus acciones, habrán de permanecer de pie separada e individualmente. Después de dar cuentas, serán divididos todos ellos en dos grupos. Los que han obedecido Sus Preceptos serán recompensados y los que Le han desobedecido serán castigados.

Los piadosos recibirán la bendición eterna de Su aprobación por sus acciones y las bendiciones de los cielos, en donde la vida es eterna, donde no hay cambio para mal, ni miedo de nada, ni enfermedad de clase alguna. Allí nadie habrá de hacer frente a peligros o calamidades y nadie será forzado a salir del Paraíso.

Por lo que se refiere a los seres pecadores, el castigo será conforme a la enormidad de sus pecados. La suya será una morada horrible en la que vivirán y llevarán una vida triste. Serán completamente despojados de los poderes de autodefensa y de cambiar su entorno. Estarán rodeados de ardiente fuego, que les quemará perpetuamente (sin consumirles hasta la aniquilación) ardiendo con calor intenso y sonidos terribles. No habrá escapatoria de esta tortura por el fuego y no habrá cambio ni alivio ni ningún rescate se aceptará a cambio. Esta morada de horror es eterna, no hay final para ella y quienes estén aprisionados allí habrán de sufrir eternamente el castigo.

Seguidamente, el Imam Alí (P) se refirió al Profeta Muhammad (Bpd) con las siguientes palabras:

El Profeta (Bpd) siempre consideró una vida empleada en la búsqueda del placer como despreciable y mala. Él mismo rechazó completamente una vida tal. Estaba convencido de que, Dios le exaltaría al mantenerse gracias a Su Favor por encima de las acechanzas y tentaciones del vicio y del pecado. Mientras que aquellas personas que consideraba despreciables por causa de sus pensamientos y sus acciones, Dios les permitió todos los placeres de una vida viciosa (como frecuentemente solemos observar en todas las épocas) Dándose cuenta de esto, miró estos placeres con desdén, y los ignoró como algo aborrecible y despreciable. Se apartó de su pompa y de su gloria (mundana) con suprema indiferencia y nunca tomó para sí nada de esos vicios ni pensó en hacer de ello su morada. Mientras vivió, lo predicó así. Advirtió a la gente del castigo del Infierno y les explicó las bendiciones del Paraíso y les invitó a seguir Su Camino (el de Dios) que conduce hacia el Paraíso.

¡Oh gente! Sabed que somos sus descendientes, somos los centros que reciben Mensajes de Dios y donde los ángeles llegan con Sus Preceptos; somos fuente de conocimiento y manantiales de Sabiduría. Quien sea nuestro amigo y seguidor merece las bendiciones de Dios y quien sea nuestro enemigo puede esperar el castigo que merece.



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