Según la Agencia Noticiosa de Ahlul Bait (P) (ABNA) - El Sumo Pontífice arribó a Egipto en visita pastoral de dos días. Este viaje tiene como lema "Egipto, la paz y la unidad nacional".
Esta visita se realiza en medio de fuertes medidas de seguridad, ya que tan solo tres semanas atrás, dos ataques extremistas mataron a 45 personas en dos iglesias cristianas coptas en Alejandría y Tanta.
El Papa fue recibido por altos representantes de las iglesias católica y copta y por el primer ministro egipcio, Ismail Sherif. Poco después se dirigió al Palacio Presidencial de Ittihadiya para reunirse con el presidente egipcio, Abdel Fattah Al Sisi.
Al intervenir en la Conferencia Internacional de Paz, el Papa invitó a formar un frente unido de cristianos y musulmanes a “desenmascarar y rechazar la violencia” que se disfraza de sacralidad y se perpetra “en nombre de Dios”.
Destacó la incompatibilidad entre “creer y odiar”. Criticó los populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad”.
Reclamó eliminar las situaciones de pobreza y explotación, donde los extremismos arraigan fácilmente.
Añadió que “el futuro de todos depende también del encuentro entre religiones y culturas”. "Solo la paz es santa y no se puede perpetrar ninguna violencia en nombre de Dios porque profanaría su nombre”, afirmó.
A los participantes de la Conferencia Internacional de Paz, les pidió ayudar a descubrir “los intentos de justificar cualquier forma de odio en nombre de la religión y condenarlos como falsificaciones idólatras de Dios”.
El Papa argentino alertó sobre los peligros que puede suponer para la religión su cercanía al poder político. “Existe el riesgo de que la religión quede absorbida por la gestión de los asuntos temporales y sea tentada por la seducción de los poderes mundanos que en realidad la instrumentalizan”.
Afirmó que para prevenir los conflictos y construir la paz “hay que eliminar las situaciones de pobreza y explotación, donde más fácilmente actúan los extremismos, y bloquear los flujos de dinero y armas hacia quienes fomentan la violencia”.
El desafío de civilización “tan urgente y emocionante para cristianos y musulmanes y todos los creyentes” obliga a todos a colaborar. “Quien es diferente a mi, cultural o religiosamente, no debe ser visto y tratado como un enemigo”, pidió el Pontífice.
Francisco agregó que “estamos obligados a denunciar las violaciones que atentan contra la dignidad humana y contra los derechos humanos”. “Juntos declaramos el carácter sagrado de toda vida humana frente a cualquier forma de violencia física, social, educativa o psicológica”.
El Papa concluyó que “hoy se necesitan constructores de paz, no provocadores de conflictos; bomberos y no incendiarios; predicadores de reconciliación y no vendedores de destrucción. Ninguna incitación a la violencia garantizará la paz y cualquier acción unilateral solo beneficia, en realidad a los partidarios del radicalismo y la violencia”.
El mensaje de paz y de unidad entre cristianos y musulmanes para combatir a quienes invocan la violencia en nombre de Dios, fue el momento central de la visita a El Cairo del papa Francisco.
Tras su intervención en la Conferencia Internacional de Paz, Francisco se trasladó hasta la basílica de San Marcos para entrevistar al Papa copto cristiano Tawadros II. Los coptos, que son el 10% de los 92 millones de habitantes de Egipto, se separaron de la iglesia de Roma en el concilio de 451 por una divergencia sobre la divinidad de Cristo.
Aunque constituyen una de las más antiguas religiones cristianas y fieles a su identidad de egipcios, continúan siendo perseguidos por los grupos más intolerantes islámicos. Cincuenta y cuatro iglesias coptas están siendo reconstruídas tras haber sido incendiadas o destruidas.
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