El objetivo era convencer a musulmanes, cristianos y judíos de diversos orígenes étnicos, lingüísticos, culturales y tribales, que el mundo otomano era una fuente de estancamiento científico mientras que el mundo occidental era la encarnación del progreso. Lo que se desarrolló fue, en gran medida, una guerra entre lo religioso y lo secular, entre quienes creían en Dios y lo negaban.
Siguiendo la antigua estrategia imperial del divide et impera (divide y vencerás), los británicos, franceses y alemanes convencieron a las diferentes comunidades confesionales que estaban siendo oprimidas bajo el gobierno otomano y que tenían derecho a poseer sus propios estados-naciones homogéneos. ¡Arabia para los árabes! ¡Una patria para los judíos en Palestina! ¡Una república para los armenios! Y ¡un país para los kurdos!
De esa manera los imperialistas occidentales seculares consiguieron destruir el Imperio Otomano, erradicar de la Tierra el Islam como poder político y dividir a la poderosa ummah (comunidad) musulmana en un sinnúmero de estados-naciones débiles. Pero al no inventar esas naciones-estados con características étnicas y lineamientos religiosos claros y definidos, podrían ser usadas para que choquen entre ellas en el futuro. (Si bien eso sucedió), los kurdos, que participaron activamente en el exterminio de comunidades cristianas en el papel de instrumento de los imperialistas occidentales, se quedaron en definitiva sin el Kurdistán prometido por sus amos infieles.
Los nómadas kurdos, una antigua población de origen incierto, eventualmente desarrollaron un sentido de identidad étnica y solidaridad alrededor de los siglos XII y XIII. Aunque los imperialistas occidentales estimularon sus aspiraciones nacionales, el comienzo del siglo XX los encuentra esparcidos por distintas naciones: Siria, Turquía, Irak, Irán y Azerbaiyán.
La decisión de tener escindidos a los kurdos era deliberada. A pesar de que fueron traicionados por los poderes occidentales que los utilizaron cuando se rediseñaron las fronteras en la zona luego de la Primera Guerra Mundial, siguieron siendo fieles a sus (mandamases extranjeros) traidores y se volvieron más laicos que los musulmanes. Sus actuales amos infieles ―sionistas y norteamericanos― los atendieron convenientemente al considerarlos elementos valiosos para instrumentar en Oriente Medio la sedición interna, la división y la discordia desestabilizadora.
(Por su parte) los kurdos, en su papel de aliados incondicionales de norteamericanos e israelíes, se benefician de una campaña de relaciones públicas positiva en el mundo occidental, donde se presentan como liberales progresistas, democráticos y seculares cuando, en realidad, su ideología comunista maoísta y su comportamiento criminal se compara al de los guerrilleros de Sendero Luminoso, quienes aterrorizaron Perú durante décadas.
El líder del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) ―Abdullah Öcalan― tiene la compasión de una cobra y sus combatientes han cometido crímenes de guerra de todo tipo. Lo mismo ocurre con las YPG (Unidades de Protección del Pueblo): como aliadas de los Estados Unidos e Israel, se confabularon con el ISIS para limpiar, arrasar a los árabes musulmanes y asirios cristianos del territorio que sería en un futuro la “patria” de los kurdos.
La mayor parte de lo que se presenta en los mapas como “Kurdistán”, es el territorio tradicional de los cristianos asirios. Se trata de zonas que fueron capturadas, ocupadas y reclamadas por los kurdos a través de un proceso de limpieza étnica que comenzó a finales de 1800, se intensificó a principio de 1900 y parece estar queriéndose ponerle el broche final antes que finalice el actual decenio.
Si los imperialistas finalmente logran su cometido, habrá un país para árabes suníes en partes del norte de Irak y Siria, un país para árabes shiitas en el sur de Irak y un país para los kurdos, luego del robo de territorio de Siria, Irak, Turquía e Irán. La creación de Kurdistán en tierras asirias es equivalente a la creación de Israel en tierras palestinas. Es una injusticia histórica de proporciones catastróficas.
En lugar de vivir en un falso presente, los musulmanes necesitan revivir un pasado basado en hechos para comprender las mentiras de esta época. ¿Quiénes son los asirios y quiénes los kurdos? ¿Qué relación tienen los musulmanes con los asirios? ¿Cuáles son nuestras obligaciones hacia ellos? Es necesario y obligatorio responder estas preguntas.
Según antiguos relatos asirios e islámicos, un Obispo cristiano llamado Sa’id junto a una delegación, visitó al Profeta Muhammad. El Obispo aceptó pagar el tributo correspondiente al Profeta en función de que los musulmanes garantizaran a los cristianos asirios el disfrute de la libertad de culto. Puesto que los asirios en cuestión provenían de Hakkari en Mesopotamia, la cédula al efecto fue escrito en lengua persa.
A la misma se la conoce bajo el nombre de Pacto del Profeta Muhammad con los Cristianos Asirios. Este inestimable documento fue transmitido de generación en generación por la familia Shimun, los patriarcas herederos de la iglesia Asiria de Oriente. La redacción original o “firman” del Mensajero de Dios fue realzada al hacérsela en un pergamino con letras de oro y escrito de manera circular alrededor de la impresión de la palma de la mano del Profeta estampada en el centro. Junto con ese Pacto, el Profeta entregó a la familia patriarcal una daga con un mango de plata en el que había una porción de coral rojo, en tanto que en la hoja había una inscripción con incrustaciones de oro.
El origen del Pacto del Profeta con los Cristianos Asirios se encuentra sólidamente establecido según criterios históricos (Nota del traductor: Los criterios históricos no establecen per se una verdad. En el tratamiento histórico lo que fundamenta la aceptación de la verdad es la actitud crítica de peso. Es decir, que el juicio de algo se arraigue en cuestiones demostrables y basadas en análisis rigurosos. Es lo que hace el Dr. Morrow en el tratamiento de este y otros Pactos). Se lo atribuye al Profeta († 632 C.) y fueron testigos del mismo sus Compañeros (siglo VII C.). Sus principios fueron respetados por Abu Bakr, ‘Umar, ‘Uthman y ‘Ali (632-661 C.). Las protecciones (a los cristianos asirios) que albergaba, resultaron ejemplares para Maris (siglo XII C.), Bar Hebraeus (1226-1268 C.) y Amrus (siglo XIV C.).
Su autenticidad fue confirmada por Asahel Grant (1841); Horatio Southgate (1856); Adolphe d ‘Avril (1864); Thomas William Marshall (1865); Bedr Khan Beg († 1868), su hijo y su nieto; Vital Cuinet (1891); Saturnino Ximénèz (1895); Earl Percy (1901); la Sociedad para la Propagación del Evangelio en el Extranjero (1904); George David Malech (1910); William Ainger Wigram (1910, 1920 y 1929); Abraham Yohannan (1916); Surma D’Bait Dar Shimun (1920); JG Browne (1937); Jeanne Aubert (1938); William Chauncey Emhardt y George M. Lamsa (1970); Carleton Stevens Coon (1972); John Joseph (1983); Gabriele Yonan (1996); Albert Edward Ismail Yelda (2001, 2002, 2004); AM Hamilton (2004); RS Stafford (2006); Theodore D’Mar Shimun (2008); Areej Zufari (2012); John Andrew Morrow (2013 2015, 2017); los cientos de firmantes de la Iniciativa de los Pactos (2013 hasta la actualdiad) y Aḥmed El-Wakil (2016).
El Pacto del Profeta Muhammad con los Cristianos Asirios fue depositado en la Catedral de Mar Zaia, el principal pueblo de Jilu, en las montañas de Hakkari. Era tomado de allí todos los años para una celebración especial, ocasión en la que un clérigo musulmán lo leía púbicamente a los cristianos e islámicos. Su texto ha permanecido en la conciencia colectiva de ambas comunidades de la región desde el siglo VII C. hasta el presente.
¿Qué sucedió con el Pacto del Profeta Muhammad con los Cristianos Asirios, preciosa reliquia del siglo VII C. dictada directamente por el Mensajero de Allah a los seguidores de Cristo que habitaban la región de Hakkari?
El glorioso líder de los kurdos Bedr Khan Beg (1803-1868) declaró la guerra a los cristianos asirios, es decir, a los mismos a los que el Profeta Muhammad ―la paz y las bendiciones sean con él― les dio protección. Bedr masacró a más de diez mil, agredió sexualmente a sus hijas y mujeres, destruyó sus casas y quemó sus iglesias, catedrales y monasterios.
Y, ¿qué pasó con el Pacto otorgado por el Profeta? Fue destruido durante las masacres antes mencionadas a lo largo la década de 1840 por Bedr Khan Beg, último caudillo del emirato de Bohtan.
(Por lo tanto,) el nacionalismo kurdo se construye sobre la sangre de los cristianos asirios, tierras robadas en función de intereses antirreligiosos y la profanación y destrucción sacrílega del Pacto del Profeta. Como musulmanes, debemos ubicarnos junto a nuestro Profeta. Y nuestro Profeta ―la paz y las bendiciones sean con él― defendía y apoyaba a los cristianos asirios. Lo testimonia claramente:
Dios me ha dicho en una visión qué hacer, y yo confirmo Su Orden dando mi promesa solemne de mantener este acuerdo. (Nota del traductor: se refiere al respaldo a los cristianos asirios a través de lo enunciado en el Pacto con ellos).
Digo a los seguidores del Islam: lleven a cabo mi orden, protejan y ayuden al pueblo nazareno (es decir, a los cristianos) en este país nuestro, en sus propias tierras.
Dejen en paz sus lugares de culto; ayuden y asistan a su jefe y a sus sacerdotes cuando necesiten ayuda, (ya sea que) estén en las montañas, en el desierto, en el mar o en su casa.
Dejen en paz todas sus posesiones, se trate de viviendas u otras propiedades, no destruyan nada de sus pertenencias; los seguidores del Islam no dañarán ni molestarán a ninguno de esta nación, porque los nazarenos son mis súbditos, me pagan tributo y ayudarán a los musulmanes.
No se recogerá de ellos ningún otro tributo más que el acordado, sus iglesias quedarán como están,no pueden ser destruidas, modificadas o reemplazadas por otros edificios, sus sacerdotes podrán enseñar y adorar a su manera, los cristianos tienen plena libertad de culto en sus iglesias y hogares.
Ninguna de sus iglesias será derribada o convertida en mezquita, excepto que se lo haga con el consentimiento y libre decisión de los nazarenos. Si alguien desobedece esta orden, la ira de Dios y Su Profeta serán sobre él.
El tributo pagado por los cristianos se dedicará a promover la difusión del Islam y se deberá depositar en el bayt al-mal (es decir, la Tesorería General). El hombre común deberá pagar un dinar(un tipo de moneda), pero los comerciantes y las personas dueñas de minas de oro y plata y que sean ricas, pagarán doce dinares. A los extranjeros y a las personas sin vivienda ni otras propiedades raíces, no se les cobrará impuestos. Si un hombre hereda la propiedad, pagará una suma que será depositada en la Tesorería de bayt al-mal.
Los cristianos no están obligados a hacer la guerra a los enemigos del Islam, pero si un enemigo ataca a los cristianos, los musulmanes no negarán su ayuda sino que les darán caballos y armas si los necesitan y los protegerán de los males de afuera y mantendrán la paz con ellos. Los cristianos no están obligados a hacerse musulmanes, hasta que la voluntad de Dios los haga creyentes.
Los musulmanes no obligarán a las mujeres cristianas a aceptar el Islam, pero si ellas desean adoptarlo, los musulmanes serán amables con ellas.
Si una mujer cristiana se casa con un musulmán y no quiere abrazar el Islam, tiene la libertad de practicar su culto en su propia iglesia según su propia creencia y su esposo no debe tratarla mal a causa de su religión.
Si alguien desobedece esta orden, desobedece a Dios y a su profeta y será culpable de un gran delito.
Si los nazarenos desean construir una iglesia, sus vecinos musulmanes deben ayudarlos. Se procederá así porque los cristianos nos han obedecido y han venido a nosotros suplicando paz y misericordia.
Si entre los cristianos hay un gran hombre y erudito, los musulmanes deben honrarlo y no envidiar su grandeza.
Si alguien es injusto y cruel con los cristianos, será culpable de desobedecer al Profeta de Dios.
Los cristianos no deberán albergar a un enemigo del Islam o darle caballo, arma o cualquier otro tipo de ayuda.
Si un musulmán necesita (ayuda), el cristiano lo recibirá y dará refugio de sus enemigos durante tres días y noches.
Los cristianos, además, protegerán a las mujeres y a los niños musulmanes y no los entregarán ni los expondrán al enemigo.
Si los nazarenos no cumplen con estas condiciones, perderán su derecho a la protección y el acuerdo será nulo e inválido.
Este documento quedará en manos del jefe cristiano y cabeza de su iglesia para su custodia.
El Dr. John Andrew Morrow (Imam Ilyas Islam) es un orgulloso miembro de la Nación Métis, uno de los tres pueblos indígenas reconocidos por el gobierno canadiense. Abrazó el Islam a los 16 años de edad luego de estudiarlo seriamente durante cierto tiempo. Lleva más de treinta años analizando las ciencias islámicas y recorrió el mundo en búsqueda de conocimiento. Entre sus maestros se cuentan académicos tradicionales del Islam de diferentes escuelas de jurisprudencia y caminos espirituales. Asimismo, académicos occidentales. Se doctoró en la Universidad de Toronto a la edad de 29 años y alcanzó el rango de profesor titular a la edad de 43 años. Se retiró de ese trabajo en 2016 para dedicar todo su tiempo a la investigación y el culto. Lleva escritos cientos de artículos académicos y más de treinta libros académicos, el más influyente de los cuales es Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo (2013). También es el director de redacción deIslam y la Gente del Libro, una enciclopedia de tres tomos sobre los Pactos Muhamadianos que cuenta con estudios críticos de más de veinte de los principales eruditos musulmanes y las traducciones de los Pactos del Profeta en más de una docena de idiomas. La Sociedad Islámica de América del Norte (ISNA) confirió al Dr. Morrow en 2016 el premio de liderazgo interreligioso y en 2017 la Cámara de Representantes de EEUU le otorgó un Certificado de Reconocimiento Especial. Además de ser un académico galardonado, escritor y activista, dicta conferencias en distintas partes del mundo y asesora a líderes mundiales.
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