Según la Agencia Noticiosa de Ahlul Bait (ABNA) - “El colonialismo es parte de la historia de Francia. Estos sucesos constituyen un crimen, un crimen contra la humanidad. Fue una actuación realmente brutal y una parte del pasado que debemos enfrentar, ofreciendo una disculpa a aquellos cuyos derechos violamos con estas tipo de prácticas.”
Algunas declaraciones hechas por el entonces candidato presidencial Emmanuel Macron durante una visita a Argelia en febrero de 2017 despertaron un resentimiento generalizado, sobre todo en las filas de la derecha francesa y devolvieron, por otra parte, la esperanza a muchos.
Para muchos historiadores, así como para muchos ciudadanos comunes de las dos orillas del Mediterráneo, se ha convertido en la posibilidad de establecer finalmente un trabajo en torno a la memoria disponible. Ahora, unos pocos días antes del aniversario de aquellos sucesos, la Asamblea “17 de octubre de 1961”, que engloba a historiadores y activistas de diversas asociaciones, ha dirigido una carta al presidente Emmanuel Macron instándole a aclarar su posición sobre estos crímenes de estado cometidos por el Estado de la libertad y la fraternidad.
Esta carta, de la cual la agencia de noticias oficial argelina APS ha recibido una copia, reza: “con motivo del 56º aniversario del crimen de Estado cometido en el corazón de París, creemos que usted aprueba este compromiso (…) Francia aún no ha reconocido su responsabilidad en las guerras coloniales –particularmente la guerra argelina -, ni en la serie de tragedias y atrocidades en que participó, parecidas al crimen de estado que se produjo el 17 de octubre de 1961.”
Continúa: “La democracia no se construye con mentiras y oscuridad. Ya ha pasado medio siglo, es el momento de que el presidente de la República confirme, en nombre de Francia y por medio de un acto simbólico, un reconocimiento de estos hechos y una condena a este crimen de estado, así como de que el Estado francés reconozca su responsabilidad en el encarcelamiento arbitrario de los argelinos detenidos durante la guerra de Argelia. También pedimos que se apruebe el libre acceso a estos archivos a la población, ya sean historiadores o ciudadanos, y que se fomente una investigación histórica sobre estos temas en el marco de la relación franco-argelina, de las relaciones internacionales e independientes”.
Canciones como resistencia no violenta
La masacre del 17 de octubre de 1961 es un síntoma del cisma francés. Ese día, cinco meses antes del final de la guerra de Argelia, y mientras se llevaban a cabo las conversaciones que dieron lugar a los Acuerdos de Evian el 19 de marzo de 1962 en Oujha, una manifestación pacífica de los argelinos en París se encontró con una represión y una violencia sangrienta.
Jill Manserson es miembro de la Asamblea “17 de octubre de 1961” y autor del libro “el 17 de octubre para los argelinos: los tres velos de la masacre”.
Este historiador ha dicho en declaraciones a France 24, que “en respuesta al llamamiento de la federación francesa del Frente de Liberación Nacional, los argelinos de la región parisina protestaban contra un toque de queda discriminatorio. Toque de queda que ya había provocado diversas situaciones de violencia durante las operaciones de vigilancia y de detención”. Esta medida era además claramente inconstitucional en virtud de las leyes de la República.
Así, cientos de personas desarmadas descendieron, tras la llamada de miembros del Frente Nacional de Liberación, a las calles de París con instrucciones “de responder con canciones en caso de ser golpeados, y de evitar el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad”, según Manserson.
Pero los manifestantes se enfrentaron rápidamente con la policía, que comenzó a reprimir la marcha con una violencia sin precedentes. Disparos, cargas violentas… Hombres, mujeres y niños… Fue una violencia por parte del estado contra una minoría étnica (en este caso la magrebí) que, como describió el historiador Pierre Vidal-Naki, no excluyó a nadie. Según los testigos, docenas de cuerpos flotaban en el Sena. Al menos 200 personas murieron, según Jean-Luc Inoudi; aunque según la Dirección de la Policía de París, encabezada por Maurice Baboun, sólo fueron dos. Ello además de un gran número de heridos, algunos de los cuales se quedaron sin cura ni tratamiento “porque el tratamiento en el hospital no siempre fue bueno”, recuerda Jill Manserson.
Mentira de Estado
Durante décadas, las autoridades francesas han empequeñecido el tamaño de esta masacre, o incluso la han negado. Pero para el historiador, esta “mentira de estado” sufrió de un “ocultamiento” o “triple ocultamiento”. “Al principio la Dirección de la Policía mintió por exceso, describiendo en diversos comunicados sus ataques contra grupos armados pertenecientes al Frente de Liberación Nacional, informaciones recogidas en su totalidad por la prensa”. Por otra parte, recuerda Manserson que “las grandes potencias de la izquierda francesa no reaccionaron, o lo hicieron en un sentido exclusivamente humanitario, sin denunciar explícitamente la política de represión que se había adoptado. Esto se extiende también a la actitud de la izquierda respecto al colonialismo y la guerra de Argelia. Sólo un partido se salió del guión, el Partido Socialista Unificado, que respondió a estos sucesos convocando una manifestación el 1 de noviembre, en compañía de algunos intelectuales. En 1956 la sección francesa de la Federación Internacional de Sindicatos, cuyo Secretario General era Guy Molini y otros gobiernos, sumieron al país en la guerra. Respecto al Partido Comunista Francés, que era una fuerza política muy importante también, apoyó detener la represión, pero no mostró su apoyo a la causa de la independencia de Argelia”. Esta posición avergonzaría a los comunistas más tarde.
Por último, este “hielo” nos retrotrae a los acontecimientos en torno a la posición de las autoridades de Argelia, que se hicieron cargo del gobierno del país después de la independencia proclamada en 1962. Así, la manifestación convocada el 17 de octubre de 1961, fue convocada por la federación francesa del Frente de Liberación Nacional, que “se dedicaba también a recoger fondos para la guerra de liberación”, según Manserson, aunque añadiendo, “pero que tenía su propia historia, con raíces ancladas en la larga inmigración argelina desde los años veinte. Con la independencia, el FLN se convertiría en la base del gobierno federal bajo la dirección de Boumedian y Ben Bella, aunque no consideraron que iba a tener lugar una guerra armada durante siete años tras la que gobernaría la Argelia independiente la autoridad militar”.
En 1962, los miembros de la autoridad de Argelia marginaron a los representantes y actores de la rama federal, ignorando también ellos esta matanza durante largos años.
Recuerdo tabú
Una pregunta respecto a la represión contra esta marcha pacífica se presenta sola. ¿Por qué toda esta violencia, en un momento en que las conversaciones entre el general De Gaulle y la contraparte de Argelia estaban progresando? A esto responde el historiador: “el General de Gaulle retrasó las conversaciones sobre una cuestión: el desierto. Luego, las conversaciones se reaunudaron pero dentro del gobierno algunos ministros, entre ellos Michel Debre, no estaban de acuerdo con la independencia que quería el presidente. El jefe del gobierno ofrecía algunas soluciones, de las que logró convencer al ministro del interior, Roger Frey. Este era partidario de la represión, y de los más firmes apoyos en 1958 de Maurice Papon. Y decidió utilizar la única arma que le quedaba: el mantenimiento del orden en Francia”. Así es como “intentó” el jefe de gobierno opuesto a la paz “influir en las negociaciones volviendo crítica la relación con la Federación Francesa del Frente Nacional de Liberación.”
Después de 56 años, la matanza de 17 de octubre de 1961 sigue siendo un tema tabú. En Argelia, aunque los medios de comunicación han comenzado a abordar las concentraciones de recuerdo organizadas en el puente de Saint-Michel en París a partir de los años ochenta, la ley del silencio aún prevalece.
“Como en todas las principales tragedias históricas, la generación de las víctimas a menudo permanece en silencio porque es un golpe que debe superarse. Su principal preocupación, como gente pobre y poco educada que suelen ser esas víctimas, es vivir lo mejor que se puede y educar a sus hijos. El resto de las cosas se silencian, incluso dentro de las familias. Son las generaciones posteriores las que acaban por romper ese silencio, personas como Mahdi Lallawi o Samia Messaoudi, que crearon a finales de los ochenta la Asamblea “En Nombre de la Memoria”, que ha llevado a cabo un enorme trabajo de documentación y recopilación de testimonios y fotografías”. Hoy son la segunda e incluso la tercera generación de inmigrantes las que exigen que se revele la verdad de lo ocurrido, lo que se convierte en un indicador de la vuelta de la memoria”.
Macron: el candidato “valiente” que mueve las aguas estancadas
Por eso la espera es larga. Pero en 2011, el presidente Francois Hollande ofreció una señal de cambio. En un comunicado emitido por el Palacio del Elíseo, el Jefe de Estado reconoció que “el 17 de octubre de 1961 murieron durante una sangrienta represión argelinos que se manifestaban por el derecho a la independencia. La República reconoce de forma consciente estos hechos. Después de cincuenta y un años de esta tragedia, honramos el recuerdo de estas víctimas”. Este importante cambio de posición se deriva de la llegada de una nueva generación a la vida política francesa. Así, Jill Manserson, que firmó la carta de la asamblea “17 de octubre de 1961”, afirma que “Francois Hollande y Emmanuel Macron pertenecen a una nueva generación que no vivió estos sucesos, a diferencia de Jacques Chirac o Francois Mitterrand. Durante su campaña, Emmanuel Macron hizo diversas declaraciones que confirmó en la víspera de la segunda sesión (de las elecciones). No habló en su calidad de Presidente de la República, pero dijo que lo haría. Hoy esperamos confirmar lo que dijo: el reconocimiento general de que el colonialismo es contrario a los valores de la República.
Una decisión puede considerarse valiente a los ojos de la población.
“Desde el final de la guerra (II GM), se agravó la nostalgia por el colonialismo. Pero después de la guerra de Argelia, mucha gente se dio cuenta del camino sin salida a que conducía esta política. La derecha arregló el destrozo cuando se dividió ideológicamente, de forma profunda, incluso dentro del poder, como se demuestra por la posición de Michel Dupré. En cuanto a la izquierda, también tiene en su historia mucho que revisar, pues no ha hecho el trabajo necesario de recordar lo que significó la ideología colonial y el pasado”.
En 2006, Jacques Chirac canceló el artículo 4 de la Ley 23/Febrero/ 2005, que establecía el “papel positivo de la presencia francesa en el extranjero, sobre todo en el norte de África.” En 2012, Nicolas Sarkozy, que estaba jugando a todas las barajas para lograr un segundo mandato, recuperó también esta línea sensible tan especialmente espinosa. Según Manserson, “la sociedad francesa no ha terminado el trabajo. Es una cuestión sin duda difícil. Por lo tanto, debe tener el valor de decir lo que Macron ha dicho en la televisión argelina en febrero. No le ha afectado a él personalmente mucho en su carrera, y entiendo que está considerando abordar el tema de nuevo”.
Si el presidente Macron confirma sus promesas como candidato a las elecciones, puede escribir un nuevo capítulo en la historia franco-argelina. “En Francia, la sociedad y las instituciones no han estudiado la esencia de la república. Es una barrera para las relaciones entre los dos países. En el lado de Argelia, el poder puede fácilmente esconderse detrás de la memoria colonial para acallar cualquier insatisfacción. Puede manipular estas demandas. Es mejor que el Presidente Macron lo aborde de forma que pueda ser un paso en la normalización de las relaciones entre los dos países”.
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