Según la Agencia Noticiosa Ahlul Bait (ABNA) – Durante los siglos XIX y XX, América Latina abrió sus puertas a oleadas de inmigrantes provenientes de Siria y Líbano que buscaban un hogar mejor, refugiados que huían de la guerra o la persecución. Hoy, la historia se repite.
Cada día, aumenta el número de refugiados sirios en la región, producto de lo que algunos han llamado la mayor crisis humanitaria después de la Segunda Guerra Mundial. Hasta el momento han llegado a América Latina, en el marco de los distintos planes nacionales, alrededor de 5.000 refugiados sirios.
Un caso peculiar es el de Argentina, país que tiene una gran comunidad árabe. Allí existe la figura del llamante, que consiste en que ciudadanos argentinos pueden actuar como receptores de refugiados. Ello implica comprometerse con proporcionarles alojamiento, asistencia financiera y los medios apropiados para la integración en la sociedad.
Así fue como llegó, hace un año, Aysar Mallouk (de 26 años) a Buenos Aires, un joven enfermero de primeros auxilios proveniente de la ciudad de Salamiyeh (pequeña localidad en el centro-oeste de Siria, a poco más de 30 kilómetros de Hama).
Si bien el Estado argentino lanzó en 2014 el “Programa Siria”, con el objetivo de facilitar el ingreso de refugiados sirios al país, Aysar y su amigo (quien pidió no revelar su identidad) ingresaron a Argentina desde Brasil.
“No nos aceptaron en la embajada argentina en Damasco y sacamos la visa de turista para ir a Brasil. Entramos por una frontera de Misiones (provincia argentina que limita con Brasil) de manera ilegal, sin papeles ni nada. Nuestro llamante nos fue a buscar a Eldorado (ciudad de la provincia de Misiones) y nos trajo a Buenos Aires”, relata Aysar.
Cada caso es particular. Aysar, por ejemplo, ya conocía a su llamante por Facebook desde hacía varios años. Lo cierto es que el proceso de recepción de solicitantes de refugio se ve facilitado por el surgimiento de diversas organizaciones civiles que actúan como intermediarios entre los ciudadanos sirios y los argentinos que deseen ser llamantes.
“Ahora tenemos una residencia temporal que hay que renovar cada tres meses, y estamos esperando que nos llamen para tramitar el DNI (documento de identificación)”, cuenta Aysar, quien consiguió trabajo en el estacionamiento de un club a tiempo completo. El próximo año comenzará con los trámites para revalidar sus títulos secundario y universitario; así podrá ejercer su profesión en cualquier hospital o clínica.
Otros Países Latinoamericanos
Brasil, el país más grande de la región, es el que acoge a la mitad de los refugiados en América Latina. Fue pionero en lanzar, en 2012, un programa de visa humanitaria para personas que huyen del conflicto sirio y, a diferencia de otros países, los sirios pueden trabajar en Brasil y tener acceso a sanidad y educación mientras esperan que se les conceda el estatus de refugiado.
A partir de 2014, Colombia comenzó a aceptar las solicitudes de asilo que había recibido de los sirios, aunque solo había 19. Ese mismo año Uruguay anunció un plan para reasentar a 120 sirios, mientras que en 2015 Chile ofreció acoger 100 familias sirias, de las cuales solo han llegado 14, en octubre de este año.
Si bien el reasentamiento a gran escala en América Latina es posible, existen varios desafíos. Había señales que indicaban que algunos países aceptarían un número significativo de refugiados sirios, pero la retórica no fue igualada por la acción.
La expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, criticó a los líderes europeos por su trato a los refugiados y solicitantes de asilo, y prometió aceptar 100.000 refugiados sirios durante cinco años, pero su juicio político el año pasado cambió drásticamente la situación.
El gobierno de Michel Temer no le dio continuidad a esta promesa, en medio de una economía dañada y medidas de reducción de costos.
Un año después de que Uruguay recibiera a 42 de los 120 refugiados sirios prometidos, estos protestaron frente al palacio presidencial y pidieron abandonar el país, alegando aislamiento social, dificultad para encontrar trabajo y un alto costo de vida.
Un segundo grupo de 72 sirios debía llegar en febrero de 2015, pero eso no sucedió.
Por su parte, Venezuela se había comprometido a acoger a 20.000 refugiados sirios. Pero probablemente pocos quieran ser reasentados allí dada la inestabilidad política, pobreza e inseguridad alimentaria.
En Argentina, a principios de este año, dos familias prefirieron volver a Siria debido a la dificultad de adaptarse al país y a la mala situación económica.
“Tuvimos suerte porque mi llamante nos alquiló una casa en Santos Lugares (barrio de la provincia de Buenos Aires). Vinimos con poca plata, nos alcanzó un mes. Realmente nos ayudaron mucho.
Comenzamos las clases de español en una asociación drusa que nos enseñaba gratis, y fue mi profesor de español quien me consiguió una entrevista para empezar a trabajar en el Club Sirio-libanés”, cuenta Aysar.
Muchos prefieren regresar
A pesar de algunos logros, una evaluación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) sobre el reasentamiento en América del Sur informó que en 2014 al menos el 22% del número total de refugiados reasentados en la región había abandonado sus países de destino y había decidido regresar a su país de origen, volver a su primer país de asilo o viajar a otro lugar.
En algunos casos las personas estaban tan frustradas que querían regresar, incluso aunque sus vidas estuvieran en peligro. Los refugiados criticaron la falta de información clara sobre el apoyo que recibirían y sobre las oportunidades que podrían encontrar al llegar, ya que encontrar un empleo no es fácil y gran parte de los refugiados tienen que sobrevivir con trabajos informales y donaciones de caridad.
También hay problemas estructurales que impiden la expansión del reasentamiento de refugiados en la región, en particular la financiación. Hasta el momento, el ACNUR ha proporcionado la mayor parte de los fondos para el reasentamiento en América Latina.
Pero quizá lo más importante es la calidad del reasentamiento, más que solo la cantidad de personas que se reciben. Sacar a la gente de zonas peligrosas y campos de refugiados no es suficiente si no hay condiciones, infraestructura y acceso garantizado a los derechos de los refugiados a reconstruir sus vidas en un tercer país. América Latina tiene mucho por mejorar en todos estos aspectos.
Amnistía Internacional advirtió, en su informe anual 2016-2017, que la región ha sido “la más desigual y violenta del mundo”. El informe hace mención de la grave crisis que vive Venezuela, el exceso de violencia en Brasil, los desplazamientos poblacionales en Colombia y la explosión de la delincuencia violenta en Centroamérica y México.
La región se muestra solidaria en abrir las puestas a los sirios que huyen de la guerra. Sin embargo, la existencia de dificultades socioeconómicas en los países latinoamericanos complica su integración.
Una nueva iniciativa de la ONU espera aumentar las cifras de la región en los próximos años. El programa Mecanismo de Apoyo Conjunto para Países de Reasentamiento Emergentes (ERCM por sus siglas en inglés) busca que las naciones más ricas proporcionen dinero y ayuda para el desarrollo de infraestructura en países de América Latina y Asia.
El proyecto, anunciado en septiembre de 2016, tiene como objetivo trasladar a 30.000 refugiados los primeros tres años y así ayudar a los países en el proceso de reasentamiento.
ERCM requerirá un presupuesto inicial de alrededor de 115 millones de dólares, de los cuales la primera ministra británica Theresa May ha prometido poco más de 38 millones. Además, el expresidente estadounidense Barack Obama prometió 11 millones de dólares, pero no está claro si las medidas tomadas por el presidente Trump afectarán esta promesa.
A pesar de todas las dificultades, América Latina representa una oportunidad prometedora para reasentar a varios de los más de cinco millones de refugiados sirios atrapados en campamentos y barrios marginales urbanos en Europa, Turquía y el Levante que viven sin acceso a educación o empleo de calidad. Ellos podrían contribuir con mano de obra calificada y nuevas ideas a economías estancadas en la región.
Si la iniciativa ERCM tiene éxito, podría ayudar a estabilizar algunas de las economías más frágiles, brindando oportunidades tanto a los países como a los sirios.
El programa también podría ayudar a aliviar las tensiones en Europa, donde los temores por la gran cantidad de inmigrantes, junto con los ataques terroristas, han causado un aumento de la xenofobia y la islamofobia.
La región no ha recibido todavía una gran cantidad de refugiados, si se compara con las cifras globales, pero sí ha dado algunas muestras de solidaridad. Y la iniciativa del ERCM podría beneficiar a todas las partes involucradas.
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