Según la Agencia Noticiosa Ahlul Bait (ABNA) - El Wall Street Journal ha dicho que el proyecto para una OTAN árabe está en cuidados intensivos y la Conferencia de Varsovia, que pretendía convertirse en un punto de inicio de un proceso de normalización entre algunos estados árabes del Golfo Pérsico y el régimen israelí, no ha logrado los resultados esperados.
En realidad, sin embargo, la Conferencia de Varsovia se ha convertido en un boomerang político contra todos los ministros de Exteriores árabes que tomaron parte en ella al lado del primer ministro israelí, Benyamín Netanyahu. Los pueblos de esos países y la opinión pública árabe en general criticaron a tales ministros abiertamente en las redes sociales y los sometieron a la condena y el ridículo.
Así por ejemplo, el ministro de Exteriores de Omán, Yusuf bin Alawi, negó que su participación en la Conferencia de Viena supusiera intento alguno de normalización y dijo que su país no se planteaba tener relaciones con la entidad sionista, al menos hasta que un estado palestino independiente sea creado. Sin embargo, la opinión pública de Omán no considera suficiente esta explicación y ha pedido que todos los encuentros públicos y privados con responsables israelíes sean anulados.
En Yemen, Jalid al Yamani, ministro de Exteriores del gobierno del presidente fugitivo, Mansur Hadi, que intercambió saludos y bromas y se sentó al lado de Netanyahu en la conferencia de Varsovia, ha sido objeto de amplias condenas. Él ha intentado nerviosamente justificar con el “protocolo” su presencia al lado del primer ministro israelí.
Cientos de miles de manifestantes salieron a las calles de Yemen para protestar contra esta conferencia y la participación en ella de Yamani. Algunos observadores han calificado de “regalo a Ansarulá” el gesto del ministro, que le hace aparecer a él y a los otros miembros del gobierno de Hadi como traidores y vendidos a Israel y EE.UU.
El resto de ministros árabes han preferido ocultarse de los medios, en especial los de Arabia Saudí, EAU y Bahréin. Esto se ha producido también en un momento en el que la revista Odyssey ha destapado los vínculos del ministro de Estado para Asuntos Exteriores saudí, Adel al Yubeir, con el Mossad israelí.
Durante su discurso en la Conferencia de Seguridad de Munich, el presidente egipcio Abdel Fattah Al Sissi subrayó que la solución al tema palestino es el único camino hacia la estabilidad, la paz y la seguridad en Oriente Medio y se disculpó indirectamente por la participación en la Conferencia de Varsovia.
La opinión pública considera una vergüenza que los ministros de las potencias de la Unión Europea (con la excepción del Reino Unido, que abandonará la UE el próximo mes), incluyendo la jefa de Política Exterior, Federica Mogherini, y los ministros de Exteriores de Rusia, China, Turquía e India boicotearan este evento, mientras que 12 ministros árabes participaron en respuesta a las órdenes del secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, y el yerno de Trump, Jared Kushner, el promotor del “acuerdo del siglo”.
Fuera del mundo árabe, las cosas son aún más claras. El nuevo primer ministro de Malasia, Mahathir Mohammad, se niega a permitir que los atletas israelíes participen en los eventos deportivos que tendrán lugar en su país. Pakistán ha señalado que no reconocerá nunca a la entidad sionista.
La calle árabe, que rechaza la normalización, ha comenzado a movilizarse con fuerza, y los medios sociales están tomando la iniciativa frente a los medios impresos controlados por el Estado. Algunos saudíes han terminado en prisión por negarse a abandonar las posturas nacionales árabes.
Sin embargo, cualquiera que subestime a la nación árabe y su adhesión a las causas principales de la misma, comenzando por la causa palestina, cometerá un tráfico error.
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