En nombre de Dios, el Clemente y Misericordioso
La alabanza es para Dios, Señor de los mundos, y las bendiciones de Dios van a Su Mensajero, noble y fiel, Muhammad (Bpd), Sello de los Profetas, y a su familia pura, en especial a quien queda de Dios en las tierras, a sus Compañeros aprobados y a quien bien lo siga hasta el Día de la Recompensa.
La temporada del Hayy es cada año el momento del encuentro de la misericordia del Creador con la Umma islámica. La convocatoria coránica «y llama a la gente a la oración» [1] es una invitación a disfrutar de esa misericordia para el mundo entero y en todos los tiempos, de modo que gocen de sus bendiciones tanto el corazón y el alma que buscan a Dios como la visión y el pensamiento que ejercitan la razón, y que cada año lleguen a todo el mundo islámico las lecciones y enseñanzas del Hayy a través de distintos grupos de gente.
En el Hayy, el elixir del recuerdo divino y la servidumbre a Dios, que son el elemento fundamental de la educación, el progreso y la elevación del individuo y la sociedad, así como el hecho de estar juntos y unidos, simbolizando la unicidad de la Umma, junto con el movimiento en torno a un centro único y en una trayectoria hacia un objetivo común, que simboliza el esfuerzo y la actividad de la Umma sobre la base de la afirmación de la unicidad divina, y junto con la igualdad de todos los peregrinos y la ausencia de distinciones, que simbolizan la eliminación de las discriminaciones y la igualación de las oportunidades, muestran a pequeña escala un compendio de los fundamentos esenciales de la sociedad islámica. Cada uno de los actos del Hayy, ya sea el ihram, el tawaf, el sa’ay, el wuquf, el ramy, el movimiento o la quietud, es una alusión simbólica a una parte de la imagen global de la sociedad ideal planteada por el Islam.
Un gran logro vital del Hayy, que no sería posible ni aun con cientos de reuniones ordinarias, es el intercambio de saberes y de bienes entre gente de países y regiones diferentes, alejados unos de otros, la difusión general de información, experiencias y noticias sobre la situación en que se encuentran unos y otros, el esclarecimiento de malentendidos, el acercamiento de los corazones y la posibilidad de aunar capacidades para hacer frente a los enemigos comunes.
El rito del repudio, que expresa el rechazo a la crueldad, la opresión, la vileza y la corrupción de los impíos de todas las épocas, así como la resistencia frente a la coacción y la extorsión de los arrogantes de todas las épocas, es una de las grandes bendiciones del Hayy y constituye una oportunidad para las naciones oprimidas musulmanas. En la actualidad, manifestar el repudio al frente de idolatría y rechazo a Dios de los arrogantes, con Estados Unidos a la cabeza, significa repudiar las matanzas de inocentes y el belicismo; expresa la condena de los núcleos de actividad terrorista como el Daesh o Blackwater, de EE.UU.; expresa el clamor de la Umma islámica contra el régimen infanticida del sionismo, contra sus patrocinadores y contra quienes lo ayudan; expresa la condena del belicismo de EE.UU. y sus colaboradores en la delicada región del oeste de Asia y el norte de África, que ha llevado a su culmen el dolor y el sufrimiento de las naciones, a las que cada día impone nuevos y gravísimos suplicios; expresa el disgusto por el racismo y la discriminación fundada en la geografía, la raza y el color de la piel; expresa el rechazo al comportamiento arrogante y ruin de las potencias invasoras y sembradoras de discordia frente a la nobleza, la virtud y la justicia en la conducta a las que llama a todos el Islam.
Todo esto es apenas una pequeña parte de las bendiciones del Hayy de Abraham (P) a las que nos llama el Islam puro, que es el símbolo en el que se manifiesta una parte importante de los ideales de la sociedad islámica, representada cada año de manera gloriosa y llena de significado por multitudes de musulmanes al organizar el Hayy, que de modo elocuente nos llama a todos a esforzarnos para crear tal sociedad.
Los individuos más destacados del mundo islámico —parte de los cuales, de distintos países, están ahora mismo presentes en las ceremonias del Hayy— tienen sobre los hombros una pesada y grave responsabilidad. Son ellos quienes, con su esfuerzo y su capacidad de iniciativa, deben transmitir esas lecciones al conjunto de las naciones y a la opinión pública, llevando a la práctica esa interacción espiritual de ideas, motivaciones, experiencias y conocimientos.
En la actualidad, una de las más importantes cuestiones del mundo islámico es la causa palestina, que preside todas las cuestiones políticas de los musulmanes, cualesquiera que sean su escuela religiosa, su raza o su lengua. En Palestina se ha cometido la mayor injusticia de los últimos siglos. En ese doloroso proceso se han apropiado de cuanto posee una nación —su tierra, sus casas, sus fincas y propiedades, su honor y su identidad—, pero, por gracia de Dios, esa nación no ha aceptado la derrota, no se ha quedado parada y, hoy con mayor pasión y valentía que ayer, se mantiene presente, si bien para que esa presencia dé resultado hace falta la ayuda de todos los musulmanes.
La artimaña del «acuerdo del siglo», que están preparando el tiránico Estados Unidos y sus traicioneros colaboradores, es un crimen contra la sociedad humana, no sólo contra la nación palestina. Nosotros llamamos al mundo entero a actuar para hacer que fracase esa engañosa treta del enemigo, de la que consideramos que está condenada por el poder divino, tanto ella como todas las demás tretas del Frente de la Arrogancia, a fracasar frente al denuedo y la fe del Frente de la Resistencia.
Dijo Dios Todopoderoso: «¿O es que quieren preparar una trampa? Pues los que tratan de ocultar la Verdad son quienes caen en la trampa» [2]. Sadaqa-l-Lah ul-Ali ul-Azim. Ruego a Dios por la gracia, la misericordia, la salud y la aceptación de todos los actos de devoción para todos los venerables peregrinos.
Imam Jameneí
5 de agosto de 2019, correspondiente al 3 de Dulhiya de 1440.
[1] «Y llama a la gente a la oración», azora del Hayy, parte de la Aleya 27.
[2] «¿O es que quieren preparar una trampa? Pues los que tratan de ocultar la Verdad son quienes caen en la trampa», capítulo de At-Tur (El Monte), Aleya 42.
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