Según la Agencia Internacional de Noticias Ahlul Bait (ABNA), las políticas arancelarias y sanciones de Estados Unidos se han convertido en los últimos años en una herramienta para ejercer presión política y económica sobre diversos países, especialmente Japón. Un ejemplo claro de este enfoque se observa en las recientes negociaciones arancelarias con Japón, en las que Estados Unidos, utilizando la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA), obligó a Japón a aceptar condiciones desiguales sin presentar un documento oficial de acuerdo.
De acuerdo con el diario japonés Nihon Keizai Shimbun, el acuerdo del 22 de julio de 2025 entre Estados Unidos y Japón, que aparentemente redujo los aranceles sobre automóviles del 25% al 15%, estuvo acompañado por el compromiso de Japón de realizar una inversión masiva de 5500 mil millones de dólares en Estados Unidos. Un punto destacable es la afirmación de las autoridades estadounidenses, incluido Donald Trump y la secretaria de Comercio Latnik, de que el 90% de las ganancias de esta inversión se destinará a Estados Unidos y solo el 10% a Japón. Esta condición, que según los críticos japoneses ha sido calificada como un “tratado desigual” o incluso “esclavitud económica”, es un ejemplo evidente de las políticas coercitivas de Washington, que priorizan los intereses unilaterales de Estados Unidos sobre los de sus socios comerciales, incluido Japón.
La ausencia de un documento oficial de acuerdo entre Estados Unidos y Japón, como parte de la estrategia de “diplomacia de acuerdos” (Deal Diplomacy) del gobierno de Donald Trump, elimina cualquier posibilidad de transparencia y compromiso mutuo. Este enfoque no solo ha puesto a Japón bajo presión, sino también a la Unión Europea y al Reino Unido en negociaciones similares. Por ejemplo, la Unión Europea, en su acuerdo del 27 de julio de 2025 con Estados Unidos, afirmó explícitamente que dicho acuerdo “carece de fuerza legal”, una realidad que evidencia la intención deliberada de Estados Unidos de evitar compromisos legales para mantener su capacidad de maniobra en la imposición de aranceles más altos.
Las sanciones y aranceles unilaterales de Estados Unidos, justificados bajo el pretexto de “seguridad nacional” y “amenazas inusuales”, no solo han presionado a las economías de países objetivo como Japón, China y Canadá, sino que también han perturbado el orden del comercio global. Según los informes del Nihon Keizai Shimbun, los nuevos aranceles de Estados Unidos podrían conducir a la inflación y al estancamiento económico (estanflación) a nivel global. En particular, el aumento de aranceles para Canadá (del 25% al 35%) y Brasil (del 10% al 50%) son ejemplos de estas presiones injustas, aplicadas sin respetar los principios del comercio libre ni las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Estas políticas intimidatorias no solo dañan la economía global, sino que también debilitan la confianza internacional en el sistema de comercio multilateral. Los críticos sostienen que la estrategia de “infierno de acuerdos interminables” (Infinite Deal Hell) de Estados Unidos, en la que los países se ven obligados a ofrecer concesiones continuas sin garantías legales, fomenta la inestabilidad económica y política. Por ejemplo, Japón, en este acuerdo, se vio forzado a aumentar en un 75% las importaciones de arroz estadounidense, mientras que el propio país enfrenta aranceles elevados sobre el arroz (equivalentes al 700%), una realidad que Estados Unidos califica de “injusta”, pero que utiliza aranceles similares para avanzar en sus propios intereses.
La presión sobre los agricultores japoneses, especialmente en áreas rurales como Tottori y Niigata, es un ejemplo de los efectos negativos de estas políticas. Los agricultores japoneses creen que, para proteger los intereses de industrias grandes como la automotriz, sus intereses agrícolas han sido sacrificados. Estas desigualdades, junto con la falta de transparencia en las negociaciones, reflejan un enfoque diseñado no para un beneficio mutuo (“ganar-ganar”), sino para el beneficio unilateral de Estados Unidos.
Los expertos advierten que la continuación de estas políticas coercitivas, incluidas las sanciones y aranceles unilaterales, podría conducir a una recesión económica global e incluso a competencias monetarias entre países. En estas circunstancias, la necesidad de un sistema de comercio más justo y multilateral se hace cada vez más evidente para evitar el abuso de las potencias económicas sobre otros países, incluido Japón.
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