EL ISLAM VERSUS EL FEMINISMO (1)
Dr. Muhammad Legenhausen
Traducción: Equipo de traducción de la Confesión Islámica al-Kauzar.
Historia concisa del feminismo
El feminismo se distingue de otros movimientos de mujeres
Las mujeres han sido oprimidas desde que el ser humano cometió el primer pecado, y casi el mismo tiempo han intentado liberarse de la opresión a la que han estado sujetas. Los intentos de poner fin a las injusticias cometidas contra la mujer, sobre todo cuando son justicias institucionalizadas, pueden denominarse Movimientos de mujeres. Siendo así, el Islam puede considerarse un movimiento de mujeres, porque incluye un programa divinamente ordenado para la erradicación de las injusticias cometidas contra ellas. Las mujeres occidentales, sin embargo, no suelen reconocer al Islam como tal movimiento, y circunscriben el término “movimiento de mujeres” a los esfuerzos de la cultura occidental trazados para cambiar la situación de las mujeres en la sociedad. La revolución industrial del siglo XIX y el proceso gradual de urbanización hicieron que las mujeres se incorporaran a la fuerza de trabajo fuera del marco de la familia, mientras que en la sociedad agraria las mujeres trabajaban con los miembros de la familia. Al mismo tiempo, las mujeres fueron excluidas de la política.
Los derechos del hombre proclamados por la Revolución Francesa se limitaban a los varones y en la Ilustración, las mujeres empezaron a reclamar la “emancipación”, liberación de la dependencia masculina, a exigir oportunidades educativas y derechos políticos. Las feministas pasarían a hacer reivindicaciones más radicales, entre las más destacadas tenemos la legalización del aborto, el amor libre o la liberación sexual, la completa igualdad con el hombre y la abolición de la diferenciación de los roles de los sexos. El feminismo suele definirse como un movimiento que busca la plena igualdad de derechos con el hombre, pero es importante destacar que la igualdad de derechos que buscan las feministas va mucho más allá de la igualdad ante la ley.
El feminismo tiene como objetivo la anulación de cualquier diferencia en los roles sociales basados en la diferencia de género, y esto es lo que lo distingue de otros movimientos de mujeres.[1] Sin embargo, el movimiento feminista incluye en sus filas a escritoras y activistas que difieren en muchas cuestiones fundamentales de filosofía, política y moral. Lo que las une es el ideal social de la eliminación de los roles tradicionales de género. Por tanto, el feminismo puede definirse como una rama del movimiento feminista que tiene como objetivo la eliminación de los roles tradicionales de género. Sin embargo, existe confusión sobre el uso del término “feminismo”, ya que hay escritores que no distinguen el feminismo del movimiento más general de las mujeres.
A continuación, nos enfocaremos en la filosofía feminista (incluida la filosofía política) y la teología feminista, aunque entre los escritos feministas importantes también hay obras sobre psicoanálisis, jurisprudencia y crítica literaria.
Feminismo y socialismo
Posiblemente la primera vez en usarse el término “feminismo” fue a principios del siglo XIX, por el socialista Charles Fourier (1772-¬1837). Los seguidores de otro de los primeros socialistas, Henri de Saint-Simon (1760-1825), introdujeron el principio de la androginia, según el cual había un ser mixto masculino y femenino en los inicios de la historia. (A los musulmanes les hará gracia saber que los discípulos de Saint-Simon fueron a Turquía a buscar a la mujer salvadora tras haber perdido la esperanza de encontrar una mujer verdaderamente libre en Europa). Las feministas socialistas abogaban por la abolición de cualquier división del trabajo en función del sexo y exigían que la mitad de los puestos de trabajo, en todos los ámbitos, debían ser ocupados por mujeres.
Con la influencia del marxismo entre las diversas formas de socialismo, el feminismo socialista también llegó a ser dominado por el feminismo marxista, ideado por primera vez en 1844 por Engels en Der Ursprung der Familie (El origen de la familia). En esta obra, Engels plantea la abolición de la familia, la integración uniforme de hombres y mujeres en la fuerza de trabajo y la crianza comunitaria de los hijos, para lograr así la igualdad entre todos, poniendo fin a la dominación de unos sobre otros. Aunque en los últimos años el socialismo ha perdido popularidad, y el marxismo, en particular, parece estar al borde de la extinción, sigue sobreviviendo una izquierda política, incluso en Estados Unidos, principalmente en el mundo académico. Al igual que la izquierda académica ha acogido al feminismo, las ideas marxistas siguen encontrando expresión en los escritos de importantes líderes feministas. Quizás la lección más importante que las feministas han aprendido de los marxistas es su estilo polémico. Los artículos sobre el feminismo, incluso los impresos en obras tan reputadas como la Enciclopedia de la Ética y la Enciclopedia Routledge de la Filosofía, no se limitan a describir el trabajo de las feministas, sino que abogan activamente por la abolición de los roles tradicionales de género en aras de la liberación de la mujer.
Al igual que los marxistas, las feministas también han adoptado una retórica cargada de ideología con reivindican sus análisis y polémicas. A menudo el lenguaje utilizado se inspira directamente en la terminología marxista, incluso, cuando el propio marxismo es rechazado explícitamente. Las feministas marxistas y socialistas más ortodoxas sostienen que la opresión de la mujer tiene sus raíces en el sistema de clases, y que el sistema debe ser derribado para liberar a las mujeres. Las críticas feministas al feminismo marxista sostienen que los hombres explotan el trabajo de las mujeres por medio de las tareas domésticas, independientemente del sistema de clases, por lo que el análisis de clase es insuficiente y debe complementarse con un análisis de la explotación basada en el género.
Filosofía feminista
Sin duda, la más famosa de las filósofas feministas del siglo XX fue Simone de Beauvoir (1908-1986). En 1949 publicó Le Deuxième Sexe (El segundo sexo), donde elaboró un análisis existencialista/marxista de las relaciones entre hombres y mujeres. Como el pensamiento existencialista hace hincapié en la libertad radical del individuo para elegir arbitrariamente su esencia, de Beauvoir hace la dramática afirmación de que el género en sí es también una elección de materia. En la medida en que la biología parece indicar lo contrario, ella encuentra la biología degradante.
La biología da a los hombres una libertad de procesos reproductivos de la que carecen las mujeres, por lo que ve la feminidad como un obstáculo para ser verdaderamente humano. Las feministas posteriores criticaron a de Beauvoir por su desprecio a la anatomía femenina y por defender que las mujeres asuman los papeles de los hombres en la sociedad. Sin embargo, se reconoce por lo general que su obra estableció lo que se convertiría en los principales temas de la escritura feminista en adelante: la diferencia entre sexo y género (características sexuales biológicas y sociales), la preocupación por la autobiografía vista como una declaración política, y la necesidad de recurrir a varias disciplinas en el análisis de los roles de género. Si bien el feminismo de Beauvoir tiene mucho en común con el existencialismo de Jean-Paul Sartre, las feministas más recientes se han inspirado en las filosofías de Michel Foucault y Jacques Derrida para aplicar los métodos del análisis genealógico y la deconstrucción a las cuestiones relativas al género, incluidos los papeles de la mujer en la sociedad, la psicología femenina y la opresión política de las mujeres. Por otra parte, las feministas no se han limitado a utilizar las tendencias filosóficas para sus propios fines, sino que también han elaborado posiciones en prácticamente todas las áreas principales de la filosofía. Es así como encontramos lecturas feministas de la historia de la filosofía, filosofía feminista de la ciencia, epistemología feminista, filosofía social y política feminista, ética feminista e incluso ontología feminista. En 1972 se fundó la Society for Women in Philosophy, cuya revista, Hypatia, publica artículos sobre filosofía feminista. En la historia de la filosofía, las feministas asumieron de dos grandes proyectos; en primer lugar, escribieron varias obras que pretenden revelar los prejuicios contra las mujeres o los estereotipos de género en los escritos de los filósofos occidentales, desde Platón y Aristóteles hasta John Rawls. Descartes ha sido un objetivo particular de este tipo de críticas.[2]
En segundo lugar, se ha intentado destacar la importancia de las mujeres filósofas a lo largo de la historia. Un logro importante en este programa fue la publicación de los tres volúmenes de Mary Ellen Waith, A History of Women Philosophers.[3]
La filosofía feminista de la ciencia y la epistemología ha tratado en su mayor parte de refutar las afirmaciones sobre la objetividad de la ciencia y el conocimiento, y de identificar los prejuicios de género en las obras de científicos y filósofos. Siguiendo el modelo del pensamiento marxista, de que la cultura es una superestructura que refleja los intereses de clase, las “teorías del punto de vista” feministas defienden la idea de que es posible una visión del mundo particularmente femenina cuando la ciencia se ejerce desde la perspectiva de una mujer.[4]
Un tema de debate actual en la filosofía feminista de la ciencia y la epistemología es si el énfasis en la singularidad de la perspectiva femenina implica relativismo o una negación de la verdad objetiva. Los enfoques feministas de la ética enfatizan fuertemente en la política y se preocupan más por el poder que por la bondad, a menudo critican las formas en que la ética tradicional contribuye a la subordinación y la opresión de las mujeres.
Allison Jagger, por ejemplo, sugiere que la ética feminista debe proporcionar guías de acción que alteren la subordinación de las mujeres.[5] Las feministas lesbianas han propuesto una ética feminista basada en la proposición de que las mujeres no pueden entrar en una relación con los hombres sin convertirse en víctimas de la subyugación, y que las comunidades de lesbianas deberían construir su propia ética sobre la base de la búsqueda de la libertad y la identidad propia en lugar del bien, y de la elección en lugar del deber.[6] Las lesbianas han desempeñado un papel importante en el movimiento feminista, y aunque no todas las feministas son defensoras del lesbianismo, las feministas generalmente aprueban el lesbianismo como una implicación del ataque a los roles tradicionales de género.[7]
Las feministas también critican a quienes proponen una ética particularmente femenina. Por ejemplo, la reconocida psicóloga moral Carol Gilligan ha propuesto que una ética del cuidado es más adecuada para explicar el desarrollo moral de las niñas que la ética de la justicia utilizada por su mentor, Lawrence Kohlberg, para explicar el desarrollo moral de los niños.[8]
Las feministas responden que Gilligan enfatiza demasiado en la virtud del cuidado de las mujeres porque esto puede servir para apoyar, en lugar de socavar, la diferenciación de género establecida.[9] Asimismo, las feministas rechazan la ética femenina propuesta por los especialistas en ética que se centran en las percepciones morales obtenidas mediante la observación de las relaciones maternas. Las feministas argumentan que, al dar primacía al papel de la mujer como madre, la ética femenina no consigue animar a las mujeres a adquirir los rasgos necesarios para superar el patriarcado y los prejuicios de género.
Una parte importante de la polémica feminista es la insistencia en que los roles tradicionales de género basados en las diferencias sexuales son erróneos, que el patriarcado es una forma de opresión y subyugación de las mujeres, que las mujeres han sido injustamente marginadas e ignoradas y que sus derechos han sido violados. Por lo tanto, hay una exigencia moral en el feminismo para desmoronar los acuerdos sociales patriarcales, para que se reescriba la historia, para la crítica de todos los elementos de la cultura dominada por una perspectiva masculina, incluyendo (por mencionar sólo algunos) el arte, la psicología, la teología y la propia ética.
La Teoría política feminista
El pensamiento político feminista parte del marxismo. Según Marx y Engels, el sistema de clases es la fuente de toda opresión, y la familia es una institución social que refleja ese sistema opresivo. El llamamiento a la abolición de la familia va de la mano del llamamiento a la abolición del sistema capitalista y su sustitución por el comunismo. Mientras que algunas feministas respaldan una visión marxista más o menos ortodoxa de la familia, otras tratan de situar los roles de género en la base de su pensamiento político. En lugar de ver la familia como un reflejo del sistema de producción capitalista subyacente, ven al capitalismo como el resultado de la naturaleza abusiva del patriarcado. Kate Millet, una activista del “Movimiento de Liberación de la Mujer” de finales de los años 60, afirmó en consecuencia que la estructura opresiva más arraigada en la sociedad humana no es el capitalismo, sino la dominación masculina. El desarrollo del feminismo suele dividirse en tres oleadas, cada una de las cuales se asocia a un tipo característico de reivindicación política. Se dice que la primera incluye los movimientos emancipadores y socialistas del siglo XIX y principios del siglo XX.
Además de El origen de la familia (1884) de Engels y El sometimiento de la mujer (1869) de Mill, los escritos y discursos de la anarquista estadounidense nacida en Rusia, Emma Goldman (1869-1940), estan entre las principales afirmaciones filosóficas del pensamiento feminista de este periodo, lo cual a veces se amplía para incluir también a la obra de de Beauvoir. El feminismo es, pues, ante todo un movimiento social y político, y no es de extrañar que sus principales expresiones filosóficas adopten la forma de la filosofía sociopolítica.
El feminismo de los años 60 y 70 se denomina “de segunda ola”. Se caracteriza por la radicalización del movimiento. Mientras que las feministas de la primera ola pedían el fin de las discriminaciones legales contra las mujeres para que no hubiera diferencias legales entre el estatus de los hombres y el de las mujeres, las feministas de la segunda ola pasaron a considerar que los conceptos de roles sociales masculinos y femeninos estaban ligados al patriarcado y pedían la eliminación de ambos.
El feminismo de la tercera ola de los años 80 y 90 se caracteriza por el rechazo de cualquier tipo de esencialismo. Las feministas anteriores se pronunciaron de forma general sobre las mujeres, su explotación y la forma en que debían liberarse. Las feministas de la tercera ola argumentaron que una implicación natural del rechazo de las ideas tradicionales sobre el género es la constatación de la diversidad de tipos femeninos entre las mujeres de diferentes razas, clases, nacionalidades y orientaciones sexuales. Las feministas de la tercera ola promueven una visión de la liberación en la que existe una amplia pluralidad en lugar de un único ideal de mujer liberada. La liberación se ve como una diversidad en las opciones disponibles para las relaciones sexuales y los roles de género. Otra división de los tipos de feminismo es la siguiente: liberal, radical, socialista y posmoderno. El feminismo liberal tiene sus raíces en los escritos de Mary Wollstonecraft (1757-1797) y John Stuart Mill (1806-1873), estos reclamaban la igualdad de derechos para las mujeres. En la década de 1960, las feministas liberales de Estados Unidos lucharon por el derecho de las mujeres al aborto, el apoyo a las madres trabajadoras, la disponibilidad universal de guarderías y una mayor representación en el gobierno, las empresas y la academia.
Esto llevó a reclamar la “acción afirmativa”, medidas legales para promover la contratación de mujeres y minorías con el fin de reparar las injusticias cometidas contra ellas en el pasado. Mientras que las feministas liberales hacen hincapié en la humanidad común entre hombres y mujeres como base de la igualdad de derechos, las feministas radicales encomian las diferencias entre las experiencias de hombres y mujeres. Sostienen que las experiencias de las mujeres han sido suprimidas y que, como resultado, todos los aspectos de la cultura, desde la literatura y la ciencia hasta la política y el derecho, traicionan los prejuicios de y a favor de la sensibilidad masculina. Ya se habló del feminismo socialista, y el feminismo posmoderno parece ser otro término para el feminismo de la tercera ola.
Teología feminista
La teología feminista comenzó a establecerse en los años 70. Durante esa década se lanzó la revista Concilium para promover la teología feminista, se celebraron las primeras conferencias para debatir la teología feminista en los Estados Unidos, el Consejo Mundial de Iglesias llevó a cabo una conferencia en Berlín sobre el sexismo, y Mary Daly publicó Más allá de Dios Padre.[10]Al igual que la teología de la liberación, a la que está estrechamente vinculada tanto histórica como teóricamente, la teología feminista se inspira en el pensamiento marxista y lo critica. La religión se interpreta de tal manera que su función principal se considera la liberación, la liberación de los pobres en la teología de la liberación y de las mujeres en la teología feminista. La teología feminista puede dividirse en tendencias moderadas y radicales. Las tendencias moderadas abogan por reinterpretar las religiones establecidas, para purgarlas de lo que se considera elementos sexistas o androcéntricos. Las tendencias radicales abogan por el rechazo del pensamiento religioso patriarcal en favor del culto a una o varias diosas o incluso a la brujería.
Una de las áreas de estudio a las que las feministas moderadas enfocaron su atención es la historia de la Iglesia. Feministas como Elisabeth Schlssler Fiorenza sostienen que los primeros cristianos eran igualitarios, pero que a medida que se desarrolló la jerarquía eclesiástica, el sesgo contra las mujeres se institucionalizó e infectó muchas discusiones teológicas posteriores. [11] El método empleado por Schlssler Fiorenza es ampliamente sociológico y se basa en la teología de la liberación. Las conclusiones a las que llega son relativamente moderadas, la crítica feminista debe conducir a la reforma de la Iglesia.[12]
Las feministas que se centran en los métodos psicoanalíticos extraen conclusiones más radicales. Siguiendo a C. G. Jung, feministas como Christa Mulack sostienen que el inconsciente, que se asocia con lo femenino, es primario, y que la religión dominada por los hombres ha suprimido lo femenino en favor de lo masculino. Desde este punto de vista, los profetas hebreos son vistos como rebeldes contra “la Gran Diosa”.
Las teólogas feministas que se concentran en la psicología tienden a rechazar el feminismo de la igualdad en favor de un feminismo en el que lo femenino es primordial, o feminismo ginocéntrico. También tienden a rechazar el cristianismo, en lugar de pedir su reforma. Aunque la mayoría de las teólogas feministas parecen ser comparativamente moderadas, las radicales constituyen una minoría muy influyente. La teóloga feminista más famosa, una defensora radical del feminismo ginocéntrico a la que a veces se le llama la “madre adoptiva de la teología feminista”, fue la monja católica Mary Daly. Fue la primera mujer estadounidense que se doctoró en teología católica en la Universidad de Friburgo (en 1963). Su primera obra importante, La Iglesia y el segundo sexo,[13] se hace eco de muchas de las ideas de Simone de Beauvoir, pero las aplica a la historia de la Iglesia y a la teología. Pide una reforma de la Iglesia y una reinterpretación del cristianismo en la línea del feminismo de la igualdad. Su obra más famosa, sin embargo, es Más allá de Dios Padre.[14]
En esta obra, Daly sostiene que el concepto cristiano de Dios es irremediablemente androcéntrico, y acuña el eslogan de la teología feminista, a menudo citado: “Si Dios es varón, entonces el varón es Dios”.[15] El predominio masculino en el pensamiento cristiano lo impone la doctrina trinitaria, según la cual el varón Cristo es “Dios Hijo”, la segunda persona de la Trinidad, y la primera persona de la Trinidad es “Dios Padre”. En cambio, Daly propone que se considere a Dios de forma no personal como el fundamento de todo ser, tal y como enseña Paul Tillich. La siguiente obra importante de Daly, Gyn/Ecology,[16] rompe completamente con el cristianismo al rechazar a Dios en favor de la Diosa y glorificar a la brujería como el conocimiento esotérico de una cultura matriarcal anterior. También reafirma su defensa al lesbianismo y el rechazo a la complementariedad de lo masculino y lo femenino. A esto le siguió la publicación de una obra aún más radical, Pura lujuria,[17] en la que la lujuria se convierte en una virtud a través de la cual se ha de alcanzar el “empoderamiento completo”.
Quizás la feminista francesa más famosa que ha escrito sobre teología es Luce Irigaray. Escribe desde una perspectiva posmodernista crítica con el feminismo de la igualdad. Su ideal no es una sociedad en la que se eliminen las diferencias de género, sino una en la que una nueva feminidad surja de las experiencias de las mujeres liberadas de la dominación masculina. La liberación tiene implicaciones teológicas. Al igual que Mary Daly, se opone al cristianismo por su concepción masculina de Dios, especialmente expresada en el concepto de la Trinidad. Aunque defiende que las mujeres necesitan la religión y la divinidad, rechaza la idea de Dios presentada en las religiones reveladas. El respeto a Dios es posible en tanto que nadie se dé cuenta de que es una máscara que oculta el hecho de que los hombres se han apoderado en exclusiva de lo divino, de la identidad y del parentesco. Sin embargo, una vez que prestamos a toda esta cuestión la atención y la consideración seria que merece, resulta obvio que Dios está siendo utilizado por los hombres para oprimir a las mujeres y que; por lo tanto, Dios debe ser cuestionado y no simplemente castrado a la manera pseudo liberal actual.[18]
Afirma que sólo un “Dios en femenino” puede mantener la libertad y la realización de las mujeres “como individuos y como miembros de una comunidad”.[19] Aunque la mayoría de las teólogas feministas no defienden las teologías de la diosa sugeridas por Daly e Irigaray, son moderadas sólo en comparación con opiniones extremas como éstas. Las llamadas teólogas feministas moderadas aceptan gran parte de la orientación general del feminismo: el rechazo de la complementariedad de género, la aceptación de “familias no tradicionales” formadas por parejas homosexuales con o sin hijos y madres solteras con hijos, y una hermenéutica basada en el intento de descubrir los prejuicios de género. Defienden la reescritura de los textos religiosos de manera que todas las referencias masculinas a Dios sean sustituidas por referencias neutras o masculinas y femeninas, de manera que donde la Biblia se refiere a Dios como “nuestro Padre”, las feministas lo sustituyen por “nuestra Madre y nuestro Padre”. Aunque esto pueda parecer superficial, las teólogas feministas moderadas tienden a interpretar el mensaje básico del cristianismo como una llamada a la lucha por la liberación, en particular, la liberación de la mujer de la dominación masculina, lo que implica el desmantelamiento de la familia tradicional.
Continuará…..
La oposición del Islam al Feminismo
[1] El diccionario alemán Duden define el feminismo como una “tendencia dentro del movimiento femenino que lucha por una mejor comprensión de la mujer y por la abolición de la tradicional separación de roles”. Duden 1, 20ª ed. (Mannheim: 1991), p. 267
[2] Ver Nye, Philosohpy and Pheminism: At The Border (New York, 1995)
[3]Mary Ellen Waith, A History of Women Philosophers 3 vols.(Dordrecht: 1987-1991).
[4] Véase Sandra Harding, ¿De quién es la ciencia? ¿De quién es el conocimiento? Thinking from Women’s Lives (Ithaca: 1991).
[5] Allison Jagger, “Feminist Ethics”, in L. Becker and C. Becker, eds., The Encyclopedia of Ethics(New York: Garland, 1992).
[6] Sarah Lucia Hoagland, Lesbian Ethics (Palo Alto: Institute of Lesbian Studies, 1988).
[7] Véase Christa Mulack, Natirlich Weiblich (Stuttgart: 1990).
[8] Carol Gilligan, In a Different voice: Psychological Theory and Women’s Development (Cambridge: Harvard University Press, 1982).
[9] Shiela Mullett, “Shifting Perspectives: A New Approach to Ethics”, in L. Code, S. Mullett, C. Overall, eds., Feminist Perspectives: Philosophical Essays on Method and Morals (Toronto: University of Toronto, 1988).
[10] Mary Daly, Beyond God the Father: Toward a Philosophy of Women’s Liberation (Boston: 1973).
[11] Véase Elisabeth Schlssler Fiorenza, In Memory of Her: A Feminist Theological Reconstruction of Christian Origins (Nueva York: 1983).
[12] Otras feministas cristianas moderadas son Elisabeth Grossman, Rosemary Reuther, Catharina Halkes and Elisabeth Moltman-Wendel.
[13] New York: 1968
[14] Mary Daly: 1973
[15] Daly: 1973, 19
[16] Mary Daly, Gyn/Ecology: The Meta-ethics of Radical Feminism (Boston: 1978).
[17] Mary Daly, Pure Lust: Elemental Feminist Philosophy (Boston: 1984).
[18] Irigaray (1993), 72.
[19] Irigary 1993: 72
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