Agencia Noticiosa Ahlul-Bait (P)

Fuentes : Shafaqna / ABNA24
lunes

1 marzo 2021

20:02:00
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Matrimonio y moral en el Islam

QOM. (ABNA) - En base a las necesidades de educación en torno a la sexualidad y lo que es licito e ilícito en el Islam observadas en la comunidad shiita en Toronto, el autor decide escribir este libro con la intención de que sea para sus lectores de utilidad y al mismo tiempo de conocimiento intelectual. En él, el autor revisa primeramente la historia de la moral sexual en occidente para dar al lector el contexto histórico en el que la sexualidad de occidente se desarrolla contraponiéndose a la visión básica del Islam. Se exploran los aspectos prácticos del matrimonio, las relaciones sexuales, el uso de los anticonceptivos, las nuevas técnicas de reproducción y las diversas opiniones de ijtihad y Muytahi.

A. Definición del punto de vista islámico

La moral sexual islámica es fundamentalmente diferente de la de la Iglesia Cristiana. Esto se debe a la naturaleza abarcadora de la ley islámica. Bertrand Russell dice: “Los grandes líderes religiosos, excepto Muhammad y Confucio, si se le puede llamar religioso, han sido, en general, indiferentes a las consideraciones sociales y políticas, y han buscado, más bien, el perfeccionamiento del alma mediante la meditación, la disciplina y la abnegación”1. Sí, ciertamente el Islam no ha sido indiferente a los problemas sociales.

La moral sexual islámica es también fundamentalmente diferente de la nueva moral sexual en el sentido de que no acepta el concepto de sexo libre. El Islam aspira a enseñar a sus seguidores no a reprimir sus instintos sexuales, más bien a satisfacerlos pero de un modo responsable.

El Islam reconoce las necesidades sexuales de los seres humanos y cree que los instintos naturales deben ser educados, no reprimidos. El Islam dice que las partes biológicas de nuestro cuerpo tienen un propósito, que no han sido creadas en vano. No existe ningún texto en el Islam que equipare el sexo con maldad innata o pecado; todo lo que ha sido enseñado por el Corán, el Profeta Muhammad
y su Ahlul Bayt apunta a la dirección contraria.

Lo que el Corán y la auténtica Sunna -y enfatizo lo de auténtica- han expuesto sobre el sexo y el matrimonio será tratado ahora bajo los siguientes títulos: el Islam recomienda fuertemente el matrimonio como una buena acción y no como el menor de dos males. El Islam se opone rotundamente al celibato y al monacato, y considera que el matrimonio no es un obstáculo en el caminar espiritual, sino que, por el contrario, ayuda al caminante.

1. El matrimonio es altamente recomendado

Es importante comprender que en los textos islámicos la idea del matrimonio no se restringe a la relación platónica entre el marido y la mujer, ni se limita al sexo con el propósito de la procreación. El término legal para matrimonio es ‘nikah’que literalmente significa relación sexual.

El matrimonio es un acto altamente recomendado. Dios, glorificado y ensalzado sea, dice:

«Casad a aquellos de vosotros que no estén casados… si son pobres, Dios los enriquecerá con su favor» (Corán 24:32)

La primera palabra de esta aleya es ‘ankihu’ (¡casad!) la cual es una forma imperativa de la palabra nikah. De acuerdo con los principios de la jurisprudencia islámica, cualquier comunicación de Dios en forma imperativa puede tener dos niveles de significado: o es un mandato obligatorio, o una muy alta recomendación.

Vemos por lo tanto que en el Islam el celibato no es considerado una virtud. Basados en esta aleya, encontramos que el Profeta dice: “Cualquiera que se abstenga del matrimonio por temor a la pobreza, ha pensado mal de Dios”2. En otra aleya, Dios dice:

«…entonces casaos con las mujeres que os gusten, dos, tres o cuatro. Pero si teméis no obrar con justicia, entonces con una sola…» (Corán 4:3)

El sexo ha sido abiertamente recomendado en el Corán:

«Y cuando se hayan purificado (las mujeres después de la menstruación), id a ellas como Dios os ha ordenado» (Corán 2:222)

La frase “como os ha ordenado”, no se refiere a ninguna orden legislativa. Esto es, no significa que tan pronto como la mujer esté limpia de su período, su marido deba inmediatamente hacer el amor con ella. Es un mandato innato y se refiere al deseo sexual que Dios ha puesto en nuestra naturaleza. Y cuando el deseo sexual es considerado como un mandato innato de Dios, entonces ¿quién puede asociarlo de alguna manera con el pecado o la maldad?

El matrimonio y el sexo están entre los signos del poder y las bendiciones de Dios. El Corán dice:

«Y entre Sus signos está el haberos creado esposas nacidas entre vosotros, para que os sirvan de quietud, y el haber suscitado entre vosotros el afecto y la bondad. Ciertamente hay en ellos signos para gente que reflexiona» (Corán 30:21)

De estas pocas aleyas del Corán, se puede comprender fácilmente que según el Islam: (a) el matrimonio es un signo del poder y las bendiciones de Dios; (b) el matrimonio es un acto de virtud altamente recomendado que no debe ser eludido por la pobreza; (c) el deseo sexual es un mandato innato de Dios puesto en la naturaleza humana. Después de equiparar el sexo con el mandato innato de Dios, no hay lugar para equipararlo con culpa, pecado o maldad.

* * *

El Profeta y los Imames de Ahlul Bayt también alentaron a sus seguidores a casarse y a satisfacer sus deseos sexuales en las vías lícitas como se demuestra a continuación: El Profeta dijo: “No ha sido construida casa en el Islam más querida en los signos de Dios que por causa del matrimonio”3.

El Profeta también dijo: “¡Hombres jóvenes! Os recomiendo el matrimonio”4. El Imam ‘Ali dijo: “Casaos, porque el matrimonio es la tradición del Profeta”. El Profeta dijo: “A quienquiera que le guste seguir mi tradición, que sepa que el matrimonio es de mi tradición”5.

El Imam Rida dijo: “Tres cosas son de las tradiciones de los enviados de Dios: usar perfume, recortar el cabello (excesivo) y visitar a su esposa con frecuencia”6 Ishaq ibn ‘Ammar cita al Imam Ya’far as Sadiq como sigue: “Amar a las mujeres está entre las tradiciones de los profetas”7

El Profeta dijo: “La oración ha sido hecha el frescor de mis ojos, y mi placer está en las mujeres”8 . ¡Observen con qué facilidad se impresiona el Profeta desde las oraciones hasta el placer de las mujeres! El Profeta dijo: “Un hombre musulmán no ha conseguido beneficio mayor, después de (la religión del) Islam, que una esposa musulmana que sea causa de su placer siempre que mire hacia ella…”9.

El Imam Muhammad al Baqir cita al Profeta de este modo: “Dios dice, ‘Cuando quiero reunir lo bueno de este mundo y del próximo para un musulmán, le doy un corazón que sea humilde (a Mí), una lengua que me alabe, un cuerpo que pueda sufrir aflicción (mundanal) y una esposa creyente que sea causa de su placer cuando la mire y que se proteja ella misma y proteja su propiedad cuando él se ausente’”10 ¡Observen con qué facilidad Dios ha combinado Su alabanza con el placer que un hombre obtiene de una esposa fiel!

Yamil ibn Darray cita al Imam Ya’far as Sadiq, que dice: “Los hombres no han gozado (nada) en este mundo ni en el venidero más que el deseo por las mujeres. Dios dice

«El amor de lo apetecible, como las mujeres, aparece a los hombres engalanado» (Corán 3:14).

La gente del Paraíso no gozará nada de esto más deseable que el sexo, ni el alimento ni la bebida”11

2. El Celibato y el monacato están prohibidos

El punto de vista islámico sobre las cosas buenas mundanales no es negativo, más bien mantiene que debemos apreciarlas como bendiciones de Dios. El Islam, por lo tanto, se opone totalmente al monacato y al celibato. ‘Uthman ibn Maz’un fue un compañero cercano al Profeta. Un día su mujer fue a ver al Profeta y se quejó: “¡Oh Enviado de Dios! ‘Uthman ayuna durante el día y permanece orando durante la noche”. En otras palabras, ella quería decir que su marido se estaba absteniendo de mantener relaciones sexuales con ella, durante la noche y durante el día. El Profeta se enfadó tanto con esto que ni siquiera esperó a ponerse sus zapatillas. Salió fuera, con las zapatillas en las manos, y fue a casa de ‘Uthman. El Profeta le encontró orando.

Cuando ‘Uthman finalizó sus oraciones y se giró hacia el Profeta, éste le dijo: “¡Oh ‘Uthman! Dios no me envió para la vida monástica, sino que Él me envió con una sencilla y recta ley islámica. Yo ayuno, oro y también tengo relaciones íntimas con mi esposa. Así que a quien le guste mi tradición, debería seguirla; y el matrimonio es una de mis tradiciones”12. Puesto que ‘Uthman ya estaba casado, la palabra ‘matrimonio’ en este hadiz se aplica solamente a las relaciones sexuales.

En otro incidente, tres mujeres fueron a ver al Profeta y se quejaron de que sus maridos se abstenían de la carne, el perfume y las relaciones íntimas con ellas. El Profeta fue rápidamente a la mezquita, continuó hasta el púlpito y dijo: “¿Qué les sucede a algunos de mis compañeros que no comen carne, no usan perfumes y no van con sus mujeres? Considerando que yo como carne, uso perfumes y voy con mis esposas, si a alguien le disgusta mi tradición, ese no es de los míos”13

Ibn Abu ‘Umayr cita que Sikkin an Naya’i se dedicaba a las oraciones y se abstenía de las mujeres y los alimentos deliciosos. Entonces, escribió una carta al Imam Ya’far as Sadiq buscando clarificación sobre sus acciones. El Imam le escribió: “Por lo que se refiere a lo que me dices sobre el abstenerse de mujeres, seguramente sabrás cuántas mujeres tuvo el Profeta. En cuanto al alimento, el Profeta solía comer carne y miel”14. Obviamente, el Imam estaba condenando la actitud farisea de su compañero.

El Imam ‘Ali narra que algunos compañeros del Profeta habían jurado abstenerse de las relaciones sexuales con sus esposas, de comer durante el día y de dormir durante la noche. Umm Salamah, la esposa del Profeta, le informó sobre este grupo. El Profeta fue a ver a sus compañeros y les dijo: “¿Os abstenéis de las mujeres mientras yo voy con las mujeres? ¡Yo como durante el día y duermo durante la noche! A quien le disguste mi tradición, ese no es de los míos”. Después de este discurso, Dios reveló la siguiente aleya:

«¡Creyentes! ¡No prohibáis las cosas buenas que Dios os ha permitido! ¡Y no violéis la ley, que Dios no ama a los que la violan! ¡Comed de lo lícito y bueno que Dios os ha proveído! ¡Y temed a Dios, en Quien creéis!» (Corán 5:87-88)

Lee esta aleya cuidadosamente y observa que, en primer lugar, considera el sexo, el alimento y el sueño entre «las cosas buenas que Dios os ha permitido»; y en segundo lugar, el celibato y la abstinencia son considerados como «violación de la ley de Dios». Después de haberles revelado esta aleya, aquellos compañeros fueron a ver al Profeta y le dijeron, “¡Oh Enviado de Dios! Hemos hecho juramento de abstenernos de aquellas cosas”. O sea, ¿cómo podemos ahora romper nuestro juramento de abstinencia? Entonces Dios reveló la siguiente aleya:

«Dios no tendrá en cuenta la vanidad de vuestros juramentos…» (Corán 5:84)

De nuevo, observa que un juramento de celibato o de abstinencia de las cosas lícitas y buenas es considerado por el Islam como “juramentos vanos”15

La desaprobación del celibato no está limitada a los hombres, también a las mujeres se les recomienda no permanecer solteras. El Imam Ya’far as Sadiq dijo: “El Profeta ha prohibido a las mujeres convertirse en ascéticas y que eviten a los maridos”16

‘Abdus Samad ibn Bashir cita que una mujer fue a ver al Iman Ya`ar as Sadiq y tuvo lugar la siguiente conversación:
– ¡Qué Dios te bendiga! Soy una mujer ascética.
– ¿Qué significa el ascetismo para ti?
– Significa que nunca me casaré.
– ¿Por qué?
– Por la práctica del ascetismo, deseo adquirir el favor (de Dios).
– ¡Márchate! Si el ascetismo fuera un medio para alcanzar el favor (de Dios), entonces Fatima habría estado más autorizada a ello que tú porque nadie puede merecer más favor [a los ojos de Dios] que ella.17 Un incidente similar se narra también en relación al Imam Rida.

El Profeta dijo: “Los más bajos (en categoría) entre vuestros muertos son los solteros”18.

El Imam Ya’far as Sadiq dice que una persona fue a ver a su padre. Su padre le preguntó, “¿Tienes esposa?”. Él dijo: “No”. Su padre dijo: “Yo no preferiría tener el mundo con todas sus riquezas mientras duermo por la noche sin una esposa”19

3. El matrimonio ayuda en la espiritualidad

En el Islam, a diferencia del Cristianismo, el matrimonio y el sexo no son hostiles al amor y la adoración de Dios. En lugar de un obstáculo, el matrimonio se considera como un factor positivo para adquirir la perfección espiritual.

El Profeta dijo: “Quien se casa ya ha protegido la mitad de su religión, por lo tanto, debe temer a Dios por la otra mitad”20.

Una persona que puede satisfacer sus instintos sexuales lícitamente tiene menos distracciones en el camino espiritual. El amor hacia las mujeres y la fe están interrelacionados. En un hadiz, ‘Umar Ibn Zayd cita al Imam Ya’far as Sadiq: “No creo que la fe de una persona pueda incrementarse positivamente a menos que su amor por las mujeres aumente”21 . El mismo Imam dijo: “Siempre que un hombre incrementa su amor por las mujeres, su fe se incrementa en calidad”22. También dijo: “Cualquiera que incrementa su amor por nosotros, su amor por las mujeres también debe incrementarse”23

El matrimonio incluso eleva el valor de las oraciones. El Profeta dijo: “Dos rak’ats (ciclos) llevadas a cabo por una persona casada son mejores que una noche de vigilia y el ayuno de una persona soltera”24

Ibn Fuzzal cita al Imam Ya’far as Sadiq diciendo: “Dos rak’ats de una persona casada son mejores que setenta rak’ats de una persona soltera”25

El Profeta dijo: “Si alguien desea encontrarse con Dios en pureza, debería ir a Su encuentro con una esposa”26

Una mujer fue a la casa del Profeta y su penetrante perfume pronto impregnó la casa. Cuando el Profeta le preguntó a la visitante, la mujer le dijo que había intentado todo para atraer a su marido pero en vano; él no dejaba su meditación para prestarle atención.

El Profeta le dijo que le contara a su marido sobre la recompensa de la relación sexual, que describió de la siguiente manera: “Cuando un hombre se acerca a su mujer, está protegido por dos ángeles y (en ese momento en la visión de Dios) es como un guerrero luchando por la causa de Dios. Cuando tiene relaciones sexuales con ella, sus pecados caen como las hojas de un árbol (en otoño). Cuando realiza la ablución mayor, queda limpio de pecados”27

* * *

Estas citas del Corán y los hadices del Profeta y los Imames de la Ahlul Bayt muestran que el punto de vista islámico sobre el sexo y el matrimonio está en completa armonía con la naturaleza humana. Se puede concluir fácilmente que en la moral sexual islámica:

(a) el matrimonio y el sexo son altamente recomendados, y no están de ningún modo asociados con maldad, culpa o pecado;

(b) el monacato y el celibato son inaceptables;

(c) el matrimonio es considerado un factor que ayuda a alcanzar la perfección espiritual, impide a los musulmanes cometer pecados y aumenta el valor de sus actos de adoración.

Estas enseñanzas neutralizan la necesidad de una revolución sexual en una sociedad musulmana. Puesto que no hay represión sexual, no surge la cuestión de una revolución sexual.

B. Defensa del punto de vista islámico

Hay muchos escritores no musulmanes, especialmente de ideología liberal y feminista, que han atacado el punto de vista islámico sobre la sexualidad femenina. Sus críticas mayoritariamente están
basadas en ideas mal entendidas sobre la moral sexual islámica. Básicamente, hay dos problemas con estos escritores: estudian el Islam en base a teorías y modelos sociales occidentales o están mal dotados para estudiar las fuentes originales islámicas.

Confían mayoritariamente en el trabajo realizado sobre el Islam por los orientalistas o los viajeros europeos de los siglos anteriores. En algunos casos, libros como Thousand and One Nights [Las mil y una noches] y The Perfumed Garden [El jardín perfumado] son usados para explicar el punto de vista islámico sobre la sexualidad femenina. Estos libros, como mucho, reflejan el criterio árabe sobre la sexualidad femenina, no el criterio islámico. Por lo tanto, estas obras no merecen ni siquiera refutación.

Sin embargo, para nuestra discusión he seleccionado el trabajo de una escritora feminista árabe, Fatima Mernissi. El comentario de su obra se debe a que es una escritora árabe que ha tenido fácil exceso de literatura islámica y hadices, en particular Ihyau ‘Ulumi d-Din del famoso sabio suní Imam Abu Hamid al-Gazali (d. 1111 C.E.). Además, el libro de Mernissi ha sido traducido en varios idiomas europeos y asiáticos, y está ganando popularidad como un informe de una persona enterada.

1. Las opiniones de Mernissi

El libro de Fatima Mernissi Beyond the Veil [Más allá del velo], subtitulado “Dinámica hombre-mujer en la sociedad moderna musulmana”, es un estudio de la relación hombre-mujer en la actual sociedad marroquí. Es importante tener presente que la actitud de los musulmanes de Marruecos no es necesariamente representativa del Islam. Sin embargo, Mernissi analiza la moral sexual islámica en un capítulo titulado ‘El concepto musulmán de la sexualidad femenina activa’. La principal parte de su discusión se centra en la comparación entre las opiniones de Freud y Gazali sobre la sexualidad femenina. Mernissi resumió su conclusión de la siguiente manera:

La ironía es que las teorías musulmanas y europeas llegan a la misma conclusión: las mujeres son destructivas para el orden social. Para el Imam Gazali porque son activas, para Freud porque no lo son.

Luego continúa describiendo la actitud negativa del Occidente cristiano y la positiva actitud del Islam sobre la sexualidad en general. Expresa lo siguiente:

“Ordenes sociales diferentes han integrado las tensiones entre religión y sexualidad de diferentes modos. En la experiencia cristiana occidental, la sexualidad en sí misma es atacada, degradada como animalista y condenada como anti-civilización. El individuo está dividido en dos seres antitéticos: el espíritu y la carne, el ego y el id. El triunfo de la civilización implicó el triunfo del alma sobre la carne, del ego sobre el id, del control sobre el descontrol, del espíritu sobre el sexo. El Islam tomó un camino substancialmente diferente. Lo que es atacado y degradado no es la sexualidad sino las mujeres, como la encarnación de la destrucción, el símbolo del desorden. La mujer es fitna, el arquetipo de lo incontrolable, una representante viviente de los peligros de la sexualidad y su exuberante potencial subversivo… La sexualidad en sí misma no es un peligro. Por el contrario, tiene tres funciones vitales positivas…”28

Después de describir el lado positivo de la moral sexual islámica, Mernissi ataca el concepto de sexualidad femenina en el Islam tal y como lo ha entendido de las obras de Gazali:

De acuerdo a Gazali, el más precioso regalo que Dios ha dado a los humanos es la razón. Su mejor uso es la búsqueda del conocimiento… Pero para que sea posible dedicar sus energías al conocimiento, el hombre tiene que reducir las tensiones dentro y fuera del cuerpo, evitar ser distraído por elementos externos y evitar dar rienda suelta a los placeres mundanales. Las mujeres son una distracción peligrosa que debe ser usada para el propósito específico de proporcionar a la nación musulmana de descendencia y aplacar las tensiones del instinto sexual. Pero las mujeres no deberían ser de ningún modo un objeto de valores emocionales o el foco de atención, que debe ser dedicado a Dios exclusivamente en la forma de búsqueda del conocimiento, meditación y oración”29

Las opiniones de esta fervorosa feminista árabe en cuanto al punto de vista islámico pueden ser resumidas del siguiente modo: (a) las mujeres son consideradas sexualmente activas desde la visión islámica; (b) por lo tanto, las mujeres son un peligro para el orden social. (c) No se debería invertir emocionalmente en mujeres; es decir, un hombre no debería tener amor por su mujer. (d) ¿Porqué no debería haber amor entre una mujer y su marido? Mernissi respondería que el amor debería ser dedicado exclusivamente a Dios. Ahora trataremos cada una de estas premisas y conclusiones gradualmente y veremos si están basadas o no sobre fuentes islámicas fiables.

(A) Las mujeres son consideradas sexualmente activas en el Islam

Esta afirmación de que en el Islam las mujeres son consideradas sexualmente activas puede significar dos cosas diferentes: que son más activas sexualmente que los hombres o que lo son tanto como los hombres. En el primer sentido, significaría que las mujeres tienen un impulso sexual más fuerte; y en el segundo, significaría que las mujeres son tan normales como los hombres en su sexualidad. Al observar el contexto de la obra de Mernissi, tendría motivos para decir que está usando esta afirmación en el primer sentido, es decir, que las mujeres son sexualmente más activas que los hombres.

En mi estudio del Corán y los hadices auténticos sobre esta materia, no me he cruzado con ninguna declaración que exprese que las mujeres son sexualmente más activas que los hombres. Puedo decir con confianza que por lo que se refiere al Islam, no existe diferencia entre la sexualidad de los hombres y la de las mujeres. Hay ciertos hadices, sin embargo, que Mernissi utiliza para probar que las mujeres son sexualmente más activas que los hombres, ¡decidiendo usar una parte de esos hadices e ignorando la otra! Es obvio que tal uso parcial del hadiz es un ejercicio académico inaceptable.

Por ejemplo, en uno de tales hadices, Asbag ibn Nubatah cita al Imam ‘Ali de la siguiente manera: “Dios el Omnipotente ha creado el deseo sexual en diez partes; entonces Él le dio nueve partes a la mujer y una al hombre”. Si el hadiz hubiera terminado aquí, Mernissi estaría en lo correcto en su afirmación, pero el hadiz continúa: “Y si Dios el Omnipotente no les hubiera dado a las mujeres igual parte de pudor, entonces cada hombre tendría nueve mujeres relacionadas a él”30

En otras palabras, Dios ha dado a las mujeres una parte más grande de deseo sexual pero también lo ha neutralizado dándoles igual parte de pudor. Visto como un todo, éste y otros hadices similares no justifican la afirmación de que en el Islam las mujeres son sexualmente más activas que los hombres. En cuanto a la cuestión de por qué Dios dio más deseo sexual a las mujeres y luego se lo neutralizó con el pudor, trataré de ello en el capítulo de las técnicas sexuales, Insha’ Allah (Si Dios quiere).

¿Así que cómo llegó a su conclusión Mernissi? Mientras contrastaba las opiniones de Freud y Gazali sobre la sexualidad pasiva y activa de las mujeres, Fatima Mernissi estudió las opiniones de ambos escritores sobre el proceso de la reproducción humana. En primer lugar, cita a Freud como sigue: “La célula sexual masculina es activamente móvil y busca a la femenina, y esta última, el óvulo, permanece inmóvil y espera pasivamente…”31.

Esto demuestra para Mernissi que, en opinión de Freud, las mujeres son sexualmente pasivas. Luego contrasta esta idea con la opinión de Gazali citándolo de este modo: “El niño no se crea solamente del esperma del hombre, sino de la unión de un esperma masculino con un óvulo femenino… y en cualquier caso el óvulo de la mujer es un factor determinante en el proceso de la coagulación”32. Esto prueba para Mernissi que, en opinión de Gazali, las mujeres son sexualmente activas.

Dudo de que Gazali coincidiera con la conclusión que Mernissi saca de su última frase. Es más, si Gazali quisiera decir tal cosa, no podría ser justificado por las fuentes originales del Islam, el Corán y la Sunna. Tenemos un hadiz claro que refuta tal connotación sobre el proceso de la reproducción. Una vez le preguntaron al Profeta: “¡Oh Muhammad! ¿Por qué en algunos casos el niño se parece a sus tíos paternos no pareciéndose en nada a sus tíos maternos, y en otros casos se parece a sus tíos maternos y no tiene parecido en nada con sus tíos paternos?” El Profeta respondió: “La gota de agua de quienquiera (es decir, espermatozoide u óvulo) que domine a su pareja, el niño se parecerá a aquella persona”33

En otras palabras, si el óvulo de la mujer domina al esperma de su marido, entonces el niño se parecerá a la madre o a los tíos maternos; y si el esperma del marido domina al óvulo de su mujer, entonces el niño se parecerá al padre o a los tíos paternos. Este hadiz proporciona bastante claridad de que el hombre y la mujer juegan igual rol en la reproducción. Algunas veces, el esperma masculino domina al óvulo y en otras ocasiones el óvulo domina al esperma.

Después cita la declaración de Gazali sobre el modelo de orgasmo de los sexos de la siguiente manera: “El orgasmo de la mujer es un proceso mucho más lento y durante ese proceso su deseo sexual crece fuertemente y retirarse de ella antes de que alcance el placer es dañino para ella”34. Con esta declaración, Mernissi desea probar que en el Islam la mujer se considera sexualmente más activa que el hombre.

Cuando leí esta declaración por primera vez, pensé que no podía ser cierto todas las veces; algunas veces el hombre alcanza el orgasmo primero y otras veces lo hace la mujer. Y estaba sorprendido de que Gazali hubiera dicho tal cosa. Así que revisé la afirmación de Gazali en árabe y descubrí que al traducir la cita anterior, Mernissi había dejado afuera, convenientemente, la palabra ‘rubbama’ que significa ‘algunas veces’35

Así que la afirmación correcta de Gazali es: “El orgasmo de la mujer, algunas veces, es un proceso mucho más lento…”. Con esta corrección, el argumento de Mernissi pierde su base.

(B) Las mujeres son un peligro para el orden social

La consecuencia de la premisa anterior de Mernissi es la siguiente: Puesto que el Islam considera a las mujeres como sexualmente más activas, por lo tanto, las considera un peligro para el orden social.

Después de citar a Gazali: “La virtud de la mujer es el deber de un hombre. Y el hombre debe aumentar o disminuir sus relaciones sexuales con la mujer de acuerdo a sus necesidades para asegurar su virtud”, Mernissi comenta: “La teoría de Gazali vincula directamente la seguridad del orden social a la de la virtud de las mujeres, y de este modo a la satisfacción de sus necesidades sexuales. El orden social está seguro cuando la mujer se limita a su marido y no crea fitna, o caos, seduciendo a otros hombres para tener relaciones sexuales ilícitas”36

En primer lugar, al observar la declaración de Gazali, no veo nada que pareciera indicar que en su opinión las mujeres son un peligro para el orden social. Simplemente describe uno de los derechos básicos de la relación conyugal, que el marido no debe ser una persona egocéntrica y egoísta, sino que debe pensar también en los sentimientos de su esposa. No hay indicación alguna de que las mujeres musulmanas insatisfechas, en general, necesariamente salgan y cometan adulterio.

En segundo lugar, si las mujeres insatisfechas llegaran a ser un peligro para el orden social solo porque existe la posibilidad de que cometan adulterio, entonces esta posibilidad no se limita de ningún modo a las mujeres, ¡incluso hasta los hombres insatisfechos podrían cometer adulterio! Si el Islam hubiera considerado a las mujeres como un peligro para el orden social por este motivo, ¡debería hacer lo mismo con los hombres!

Y extendiendo este argumento a su lógica conclusión, tendríamos que decir que el Islam considera a los hombres y a las mujeres un peligro para el orden social. Ves lo absurdo de esta línea de pensamiento. Si todos los hombres y mujeres son un peligro para el orden social, entonces, ¡¿del ‘orden social’ de quién estamos hablando?!

(C) No se deberían invertir emociones en las mujeres

La segunda parte de los argumentos de Mernissi señala que en el Islam los hombres no deberían apegarse emocionalmente a sus esposas; el amor entre esposos no se fomenta ni se tolera. Aparte de lo que hemos citado de Mernissi sobre este tema al comienzo de la discusión, también lo ha tratado, de un modo superficial, en otros lugares.

Por ejemplo, después de citar una entrevista con una mujer marroquí sobre su primer marido, mediante un matrimonio arreglado (que no tiene nada que ver con el Islam), Mernissi escribe: “¿Amenaza el amor entre esposos a alguna cosa vital en el orden musulmán?… El compromiso heterosexual, el amor real entre marido y mujer, es el peligro que debe ser superado”37.

En otro lado, dice: “Y me parece que la descomposición de la segregación sexual permite la emergencia de lo que el orden musulmán condena como un mortal enemigo de la civilización: el amor entre hombres y mujeres en general, y entre esposos en particular”38.

¡Mernissi no podría haber estado más lejos de la verdad que en estos argumentos! En lugar de recurrir a las fuentes originales del Islam, basó su conclusión en el comportamiento de un cierto grupo étnico de musulmanes en la vida personal. Ahora veremos si lo que dice está de acuerdo o no con las fuentes originales del Islam.

El Corán dice:

«Y entre Sus signos está el haberos creado esposas nacidas entre vosotros, para que os sirvan de quietud, y el haber suscitado entre vosotros el afecto y la bondad. Ciertamente, hay en ellos signos para gente que reflexiona» (Corán 30:21)

¿Cómo puede decir Mernissi que el Islam considera al amor entre esposos un enemigo mortal de la civilización cuando Dios lo considera un signo de Su Creación y Gloria? El Imam Ya’far as Sadiq dice: “Amar (hubb) a las mujeres está entre las tradiciones de los profetas”39. El mismo Imam cita al Profeta de este modo: “La declaración ‘te amo’ (inniuhibbuki) de un marido a su esposa no dejará su corazón jamás”40.

Hay tres interesantes hadices en los que el Imam Ya’far as Sadiq describió al amor hacia las mujeres como un signo y causa del aumento de la fe. Él dice: “No creo que la fe de una persona pueda incrementarse positivamente a no ser que haya aumentado su amor por las mujeres”41. En otro hadiz, dice: “Siempre que el amor de un hombre por las mujeres se incrementa, su fe se incrementa en calidad”42.

En un tercer hadiz, relaciona el amor hacia las mujeres con el amor hacia la Ahlul Bayt, que es una importante enseñanza del Corán. Señala: “Cualquiera que incrementa su amor hacia nosotros, su amor hacia las mujeres también debe incrementarse”43 . No creo que haya más necesidad de probar que la acusación de Mernissi contra el Islam es infundada.

(D) El amor debe ser dedicado exclusivamente a Dios

Si se le preguntara por qué el Islam considera el amor hacia las mujeres como un mortal enemigo de la civilización y un peligro para el orden social, Mernissi respondería que la inversión emocional o el foco de atención “deben ser dedicados a Dios exclusivamente en la forma de búsqueda del conocimiento, meditación y oración”. Esto es lo que ella describe como el punto de vista de Gazali.44

En otras palabras, Mernissi está diciendo que el Islam, al igual que el Cristianismo, considera el amor hacia Dios y el amor hacia la mujer como dos fenómenos contradictorios. Sin embargo, para ser justo con Mernissi, debo decir que este es un concepto erróneo del cual hasta un sabio como Gazali no es inmune.

A pesar de que ya he citado en detalle el punto de vista islámico que cree que el amor hacia las mujeres no está en discordancia con el camino espiritual, intentaré abordar este tema a la luz de lo que Gazali, con sus tendencias sufí, tiene para decir.

2. Las opiniones de Al-Gazali

En sus tratados sobre el matrimonio en el Ihyau ‘Ulumi d-Din, Abu Hamid al Gazali tiene una sección llamada ‘Alentando el matrimonio’ (at-targhibfi ‘n-nikah). En esta sección cita algunos hadices del Profeta sobre la virtud del matrimonio. También tiene una sección llamada ‘Desaliento del matrimonio’ (at-targhib ‘ani ‘n-nikah). En esta sección, aparte de los dichos de algunos místicos (sufistas), Gazali cita tres hadices: dos del Profeta y uno del Imam ‘Ali.

Interesantemente, el tercer hadiz no es ni siquiera relevante sobre el tema; siendo más relevante para la planificación familiar (¡trata sobre tener menos mujeres y niños!). Además, los tres hadices están clasificados por los eruditos del hadiz como de poca confianza (da’if )45

Luego Gazali continúa discutiendo sobre los ‘beneficios y perjuicios del matrimonio’. Antes de examinar los ‘perjuicios del matrimonio’, deseo comentar dos hadices del Profeta que Gazali citó de sus fuentes suníes y que Mernissi también usó en su libro.

Este es el primer hadiz:

El Profeta dijo: “Cuando la mujer viene hacia ti, es Shaitan (el diablo) quien se te acerca. Cuando uno de vosotros ve a una mujer y se siente atraído hacia ella, debe apresurarse hacia su esposa. Con ella, sería lo mismo que con la otra”46.

Después de citar este hadiz, Mernissi añade los comentarios del Imam Muslim: “Ella se le parece a Satán en su irresistible poder sobre el individuo”.

Al abordar el tema de la falsificación o interpolación en el hadiz, nuestros ‘ulemas’ dicen que una de las fuentes de falsificación fueron los místicos y los así llamados píos mulás quienes importaron la idea del celibato y el monacato desde afuera del Islam hacia la literatura del hadiz. Y puesto que la maldad de la mujer es un componente fundamental del monacato cristiano, ideas similares se infiltraron en la literatura del hadiz, en forma de falsificación total o interpolación. Cuando leí el “hadiz” anterior, sospeché que era una interpolación, especialmente su frase inicial. Mi sospecha fue confirmada cuando comencé a buscar algún hadiz similar en las fuentes del Chiismo (Shi’a). Las fuentes chiitas narran un hadiz similar de la siguiente manera:

El Profeta dijo: “Cuando uno de vosotros vea a una hermosa mujer, debe ir con su esposa. Porque lo que está con ella (es decir, con su esposa) es igual que lo que está con la otra”47 . El mismo hadiz está también registrado con una pequeña diferencia. El Profeta dijo: “¡Oh, hombres! Ciertamente el acto de mirar (a una hermosa mujer) es de Satán, por lo tanto quien se encuentre esta inclinación debe ir con su mujer”48.

El hadiz narrado desde las fuentes suníes equipara a la mujer con Satán, mientras que en las fuentes chiitas no existe tal implicación. Por el contrario, en la segunda versión del hadiz encontrado en las fuentes chiitas, ¡es la vista del hombre la que se relaciona con la tentación de Satán!

Si tenemos que elegir entre las fuentes de la Sunna del Profeta, entonces no tenemos alternativa sino la de aceptar la versión dada por los Imames de la Ahlul Bayt, la familia del Profeta. Después de todo, nadie podría conocer mejor al Profeta que la Ahlul Bayt. En nuestra opinión, el Imam Gazali, el Imam Muslim y Mernissi están en lo incorrecto al intentar equiparar a la mujer con Satán. El hadiz que citaron fue interpolado, lo más probable, por los místicos para alentar al monacato que habían importado del Cristianismo.

Este es el segundo hadiz:

El Profeta dijo: “No vayas con las mujeres cuyos maridos están ausentes, porque Satán entrará en vuestros cuerpos como la sangre corre por vuestra carne”49.

Primeramente, no he podido encontrar un hadiz similar en las fuentes chiitas. Esto, además de su contenido, arroja dudas sobre la autenticidad del hadiz. En segundo lugar, la fuente de este así llamado hadiz es Sahih at-Tirmidhi. Estoy sorprendido de que Gazali y Mernissi hayan usado este hadiz cuando su propia fuente, el Imam at Tirmidi, comenta que “¡es un hadiz extraño! (haza hadithun gharib).

En tercer lugar, incluso si el hadiz fuese aceptado, no prueba lo que Mernissi pretende de él: “Las mujeres casadas cuyos maridos están ausentes son una amenaza para los hombres”, porque el hadiz equipara a los hombres, y no a las mujeres, con Satán. En efecto, ¡las mujeres en este hadiz emergen como las víctimas de los hombres que han sido vencidos por Satán!

* * *

Volvamos ahora al trabajo de Gazali en el que describe los perjuicios del matrimonio. Nombra tres aspectos como los perjuicios de matrimonio y los analizaremos por separado:

Primer perjuicio

“El primer y más grande perjuicio (del matrimonio) es ‘la incapacidad de ganar el sustento lícito’. Esto no es fácil para cualquiera, especialmente en estos tiempos, teniendo en cuenta que el sustento es necesario. Por lo tanto, el matrimonio será una causa para obtener el alimento por medios ilícitos, constituyendo así la perdición del hombre y también la de su familia. Mientras que una persona soltera está libre de estos problemas…”50

Continúa citando a los místicos sobre este tema, cuyas declaraciones no tienen valor para nosotros a menos que estén basadas en el Corán y en la Sunna. Ellos elogian el celibato, bajo la influencia del monacato, que ha sido condenado por el Profeta y el Corán.

La conclusión lógica que obtenemos a partir de lo que dicen Gazali y otros místicos es que ‘si eres rico, está bien que te cases; pero si eres pobre, ¡no deberías casarte porque terminarás buscando la provisión por medios ilícitos!’. Esta declaración está totalmente en contra de lo que enseña el Corán:

«Casad a aquellos de vosotros que no estén casados… Si son pobres, Dios les enriquecerá con Su favor» (Corán 24:32)

«No matéis a vuestros hijos por miedo de empobreceros, ya os proveeremos Nosotros, y a ellos…»
(Corán 6:152)

El Profeta dijo: “Cualquiera que se abstenga del matrimonio por temor a la pobreza, ha pensado, en efecto, mal de Dios”51. ¡No sé cómo puede obtener edificación espiritual una persona pensando negativamente sobre las promesas de Dios!

Segundo perjuicio

“La incapacidad (de los hombres) de satisfacer los derechos de sus esposas, para contener sus (malas) maneras y soportar pacientemente sus enojos”52.

¿Qué es lo que el Imam Gazali está diciendo? ¿Quiere decir qué las mujeres, en general, demandan demasiado, son mal educadas e irritantes? ¿Puede basar su opinión realmente en el Corán y en la Sunna del Profeta Muhammad (la Paz y las Bendiciones sean con él y su descendencia)? No lo creo; y por eso vemos que Gazali ha presentado sólo los dichos de algunos místicos para respaldar sus opiniones. Y es obvio que esto no puede ser justificado por las fuentes islámicas originales.

Tercer perjuicio

“La mujer y los hijos le distraerán de Dios y le atraerán hacia la búsqueda de (los beneficios de) este mundo y a planificar una buena vida para sus hijos al acumular más riqueza… Y todo lo que distrae a una persona de Dios, ya sea mujer, riqueza o hijos, es desastroso para él”53

Si lo que Gazali dice es cierto, no solo el matrimonio sino también los hijos, los amigos, los parientes y cada cosa material de este mundo deben ser etiquetadas como ‘perjudiciales’ para un musulmán ya que todas estas cosas tienen el potencial de distraer a una persona de Dios y de la vida venidera.

¡Aquí Gazali suena como San Pablo! Y si esto fuera cierto, entonces un musulmán no tendría nada que hacer en este mundo; ¡debería encerrarse en una cueva en un desierto o una jungla aislada y rezar a Dios! Lo absurdo de esta idea desde el punto de vista islámico es obvio.

Lo que Gazali y otros místicos dicen no es muy diferente de las ideas monásticas de la Iglesia Cristiana. Y, por cierto, ellos padecieron el mismo destino que los monjes cristianos. Ya leyeron los comentarios de ‘Allamah Rizvi sobre los monjes: “cuando la naturaleza tomó revancha, los monjes y abades cultivaron la idea de que eran representantes de Cristo, y a las monjas se les dio el título de ‘novias de Cristo’.

Así, con facilidad de conciencia, convirtieron los monasterios en centros de libertades sexuales” (Ver arriba). Similarmente, cuando la naturaleza tomó revancha contra los sufistas, en palabras de ‘Allamah Mutahhari, comenzaron a “obtener placer (sexual) en compañía de hermosas personas y ¡éste trabajo suyo es considerado como un viaje hacia Dios!”54.

Los sufistas tienen un concepto de al-fanafi ‘l-lah que significa ‘obliteración del ser en Dios’. En palabras simples, es la experiencia espiritual de convertirse en uno con Dios. Me sorprende que Gazali considere al matrimonio como una distracción de Dios cuando la fana y la obliteración de dos seres solo se pueden experimentar en este mundo en el contexto sexual cuando los esposos alcanzan el clímax y se convierten en uno por algunos momentos.

3. El amor a Dios en relación al amor a este mundo

El Imam Gazali y otros místicos han cometido un serio error al entender el concepto de ‘la preparación para la próxima vida’. Y esto es lo que me gustaría aclarar aquí. El concepto de ‘la preparación para la próxima vida’ depende de la propia perspectiva sobre la relación entre este mundo y el próximo. Hay tres posibilidades: 1. Sumergirse en los beneficios de este mundo y olvidar el próximo. 2. Utilizar este mundo para el próximo. 3. Renunciar a este mundo por el próximo.

Los místicos y los sufistas han adoptado la tercera alternativa, mientras que los materialistas han adoptado la primera de ellas. Entre estos dos extremos, se encuentra el verdadero criterio islámico. Hay muchas aleyas del Corán en las que se alaban altamente los beneficios de este mundo, y hay muchas otras en las que se exhorta enérgicamente a los musulmanes a buscar la otra vida. Viéndolas
aisladamente, estas aleyas pueden ser usadas por los dos grupos para probar sus opiniones extremistas.

Pero vistas a la luz de otras aleyas que hablan sobre la interrelación de este mundo y el próximo, uno es guiado al punto de vista del Corán. Y es obvio que no se pueden aislar las aleyas del Corán unas de otras, especialmente si tratan del mismo tema. Como dije anteriormente, éste no es lugar para analizar completamente este tema, pero daré algunos ejemplos del Corán y de la Sunna que aclaran el punto de vista islámico sobre este mundo y la próxima vida.

El Corán dice:

«¡Busca en lo que Dios te ha dado en la Morada Postrera, pero no olvides la parte que de la vida de acá te toca!» (Corán 28:77)

Dios dice:

«Terminado el salat (oración), ¡id a vuestras casas, buscad el favor de Dios! ¡Recordad mucho a Dios! Quizás, así, prosperéis» (Corán 62:10)

El Imam Hasan dice: “Sé para el mundo como si fueses a vivir para siempre, y sé para la próxima vida como si fueses a morir mañana”55. El Imam está enseñando que el Islam no desea que renuncies a este mundo, desea que te beneficies totalmente de él y que lo ames pero no hasta el punto de que puedas olvidar la otra vida. La otra vida, en donde tu destino depende de cómo seas de obediente a Dios en tu vida de acá. El Imam Musa al Kazim dice: “La persona que renuncia a su mundo por motivo de su religión o renuncia a su religión por motivo de su mundo no es de los nuestros”56.

En el Islam, la devoción no significa renunciar a este mundo y ¡vivir en aislamiento en un desierto o un monasterio! La devoción significa vivir en la sociedad una vida normal pero sin olvidar el último destino, el propósito de nuestra creación, una vida eterna en la Morada Postrera.

* * *

Hasta la relación entre el amor a Dios y el amor por la esposa de uno, los hijos, y el mundo en general es del mismo tipo. Hay dos niveles de amor en el Islam: el amor a Dios y el amor por todo lo demás. El Islam no prohíbe a una persona que ame a su esposo/a, hijos, padres, parientes, amigos y los beneficios del mundo que Dios le ha dado. Sin embargo, lo que el Islam espera es que este amor esté en armonía con el amor a Dios, basado en el amor a Dios. La implicación práctica de esto es que si un conflicto ocurre entre la demanda de amor a Dios y el amor por cualquier otra cosa, el amor a Dios debería tener preferencia. En el Islam, Dios es el eje de la existencia. Él, y nada más, es la Verdad Absoluta.

Permítanme explicar este fenómeno de una manera metafórica: la luna gira alrededor de la Tierra, pero al mismo tiempo también gira alrededor del sol. Además, la relación magnética entre la luna y la Tierra es una parte pequeña de la fuerza magnética general que hace que los planetas giren alrededor del sol en nuestro sistema solar.

Similarmente, en el Islam el amor entre dos seres humanos es como la relación entre la luna y la Tierra; y el amor que un musulmán tiene por Dios es como la relación entre el sol y los planetas. Naturalmente, el primer tipo de amor existe dentro del dominio del segundo. En otras palabras, hay dos ciclos de amor: el amor a Dios y el amor por el marido, la esposa o los hijos. El primero es un círculo más amplio dentro del cual existe el segundo círculo de amor.

Recuerda, que hay una sutil diferencia entre lo que estamos diciendo y lo que Mernissi y, hasta cierto punto, Gazali han dicho. Mernissi dice que en el Islam el amor entre el marido y la mujer está prohibido porque el amor debería ser dedicado exclusivamente a Dios. Mientras que nosotros decimos que el Islam no prohíbe el amor entre marido y mujer, ni el amor por las cosas tampoco, siempre y cuando esté en armonía con el amor a Dios. Esto significa que no debería dominarte hasta el punto de renunciar al amor a Dios. Esto se menciona claramente en el Corán:

«Di (Oh Muhammad): Si vuestros padres, vuestros hijos varones, vuestros hermanos, vuestras esposas, vuestra tribu, la hacienda que habéis adquirido, un negocio por cuyo resultado teméis y casas que os placen, os son más queridos que Dios y Su Enviado y la lucha por Su causa, esperad a que venga Dios con Su orden (en el día del Juicio)» (Corán 9:24)

Me gustaría insistir en la palabra ‘ahabbu dearer’ (más queridos). Si Dios hubiera dicho “Si vuestros… son queridos”, entonces Mernissi u otros de su ideología podrían haber tenido razón al decir que el Islam espera amor exclusivo a Dios y todos los otros amores están prohibidos. Pero aquí Dios está hablando en forma comparativa y dice que si vuestro amor por otras cosas o personas es mayor que el de Dios, entonces están equivocados, ya que tal amor puede llevarlos por el camino de la desobediencia a los mandatos de Dios y causar su perdición en la próxima vida.

Es claro lo que dijimos anteriormente sobre el concepto islámico del amor, que no está limitado al amor a Dios frente al amor hacia las mujeres, que es un concepto universal en el cual hablamos del amor hacia todas las cosas y personas. Así, es absolutamente erróneo dar un contexto sexista al tema y decir que la moral sexual islámica es una moral anti-mujeres.

En conclusión, podemos decir que las opiniones de Mernissi y Gazali que en el Islam las mujeres son sexualmente más activas que los hombres y que el Islam no tolera el amor entre el marido y la mujer no pueden ser justificadas desde las fuentes originales islámicas, el Corán y la Sunna auténtica.

C. Criterios de moral e inmoral

Hemos dicho anteriormente que el Islam no está de acuerdo con la represión de los instintos sexuales, más bien promueve su satisfacción. Pero al mismo tiempo hemos enfatizado que se debe realizar de un modo responsable y lícito. En otras palabras, hemos indicado que de acuerdo con el Islam los instintos sexuales pueden ser satisfechos de dos modos: lícito e ilícito o moral e inmoral.

¿Cuáles son los criterios de moral e inmoral en la moralidad islámica? El Islam, al igual que toda religión o ideología, tiene ciertas creencias fundamentales y todas sus enseñanzas deben estar en armonía con sus fundamentos. La base del Islam es la fe en un Único Dios, no solamente como el Creador sino también como el Legislador. El Corán no es únicamente un libro de guía espiritual, es también una fuente de leyes que regulan nuestra vida diaria. “Islam”, después de todo, significa “sometimiento a la voluntad de Dios”. El Corán dice claramente:

«Cuando Dios y Su Enviado han decidido un asunto, ni el creyente ni la creyente tienen ya opción en ese asunto. Quien desobedece a Dios y a Su Enviado está evidentemente extraviado» (33:36).

Así que en el Islam, lo correcto y lo incorrecto, lo moral y lo inmoral, lo lícito y lo ilícito está decidido por Dios y Su Enviado. Y, en nuestro punto de vista, los Imames de la Ahlul Bayt son los mejores comentadores del Corán, los protectores de la auténtica Sunna y ejemplos vivientes de las enseñanzas del Islam. En resumen, los criterios de lo lícito e ilícito en el Islam son el Corán, la auténtica Sunna del Profeta y su Ahlul Bayt.

La fe chiita también enfatiza que todo lo que Dios ha decretado como lícito o ilícito está basado sobre una razón material o espiritual, o ambas. No obstante, Dios es Omnisciente y nosotros, por otro lado, estamos todavía en un extremo somero del profundo océano del conocimiento, y por eso no siempre nos será posible comprender la razón que hay detrás de todos y cada uno de los mandatos de Dios. El concepto básico de la moral sexual de que el sexo no es malo y que no debe ser reprimido es un ejemplo evidente de una enseñanza islámica que está en completa armonía con la razón y naturaleza humanas.

Al decir que el Islam cree en la regulación de nuestra conducta sexual, nos enfrentamos con las cuestiones sobre (1) la regulación del sexo por la moralidad y (2) la libertad personal en la conducta sexual. Intentaremos analizar brevemente estos dos temas antes de cerrar este capítulo.

1. El sexo regulado por la moralidad

La primera pregunta es: ¿Puede la sexualidad ser regulada por la moralidad? Se nos dice que “Realmente no puede haber tal cosa como una moralidad específicamente sexual. La moralidad no se relaciona con el acto sexual, sino siempre con algo más, con lo cual se puede combinar. Podemos razonablemente prohibir la violencia sexual, pero eso es por causa de la violencia.

En sí mismo, e independiente de circunstancias fortuitas, el acto sexual no es correcto ni incorrecto, sino simplemente ‘natural’”57. La conclusión de esta idea es sencilla: puesto que no puede haber moralidad sexual real, no habría ninguna restricción en la gratificación sexual. ¡Nada debería ser considerado inmoral o ilícito!

Esta idea por sí misma es absurda. La sexualidad es un acto que involucra principalmente a dos personas, y cuando dos personas están involucradas, incluso secularmente, las leyes y regulaciones llegan a ser necesarias para regular sus conductas.

Para proporcionar una base racional a esta idea, se dice a veces que muchos desórdenes nerviosos y mentales ocurren por el sentimiento de la privación sexual. La medida preventiva dichos desórdenes es la satisfacción desenfrenada del instinto sexual. Lo que desean decir sencillamente es que cuanto más se restrinja el sexo, la gente se sentirá más atraída hacia él y sufrirán el sentimiento de privación.

La cultura libertina occidental puso en vigor la conducta sexual desenfrenada en Occidente durante los últimos treinta años. Y, manteniendo en mente el argumento anterior, uno debería esperar un descenso en el número de desórdenes nerviosos, frustraciones sexuales, violaciones, incesto, abuso infantil y agresiones sexuales. Pero, ¿ha pasado esto realmente? No ¡Por supuesto que no! Una mirada a las estadísticas revela que todos los así llamados efectos de la privación sexual han aumentado enormemente ¡a pesar de la tendencia sexual desenfrenada de las décadas de los sesenta, setenta y ochenta!

Lo que realmente sucedió es que el mundo occidental, después de rebelarse contra la represión del sexo del sistema cristiano, confundió sexo desenfrenado con sexo educado. El Islam no acepta la idea de la represión de los instintos sexuales; en lugar de eso, alienta la educación de esos sentimientos y su satisfacción de un modo responsable. Todas las restricciones que el Islam impone sobre el sexo están basadas en la idea de educarlo. No es diferente del modo en que satisfacemos el deseo de alimento: debes comer, pero no sobrealimentarte. Similarmente, debes satisfacer tus deseos sexuales, pero no a expensas de los derechos de otros y de tu propio cuerpo.

Después de rebelarse contra la moralidad sexual represiva de la Iglesia, la cultura libertaria pasó al otro extremo del sexo absolutamente desenfrenado. Cometieron un gran error al pensar que las restricciones, en cualquier forma, eran antinaturales e incorrectas. Hasta Bertrand Russell, quien respalda enérgicamente el punto de vista libertario, tuvo que aceptar que algunas restricciones son necesarias.

Russel señala: “No estoy sugiriendo que no debiera haber moralidad ni autorefreno referido al sexo, no más que en lo que concierne al alimento. En cuanto al alimento, tenemos restricciones de tres tipos, las dictadas por la ley, los modales y la salud. Consideramos incorrecto robar comida, tomar más de nuestra porción en la comida común, y comer hasta el punto que nos haga enfermar. Restricciones similares son esenciales en lo que concierne al sexo, pero en este caso son mucho más complejas e implican mucho más autocontrol”58 .

Sin embargo, Russell tuvo dificultad en encontrar una nueva base de moralidad sexual. El dilema que el mundo occidental enfrenta en la actualidad está reflejado de forma muy elocuente en lo que Russell ha escrito. Él dice: “Si se permite que la nueva moralidad [del sexo desenfrenado] tome su curso, está obligada a ir más lejos de lo que ha ido, y a causar dificultades que todavía no se pueden apreciar. Si, por otra parte, tratamos de imponer en el mundo moderno restricciones que eran posibles en una etapa (cristiana) anterior, llegamos a un rigor imposible de regulación, contra el cual la naturaleza humana pronto se rebelaría. Es tan claro que, con todos los peligros y dificultades, debemos estar contentos de dejar que el mundo avance en lugar que retroceda.

Para este propósito necesitaremos una moralidad genuinamente nueva. Quiero decir con esto que las obligaciones y los derechos aún tendrán que ser reconocidos, aunque pueden ser muy diferentes de las obligaciones y los derechos reconocidos en el pasado. No pienso que el nuevo sistema, más que el antiguo, debería implicar una producción desenfrenada de impulsos, pero pienso que las ocasiones para refrenar el impulso y los motivos para hacerlo tendrán que ser diferentes de lo que fueron en el pasado”59.

Si Russell tuviera la oportunidad de estudiar el Islam de cerca, estoy seguro de que en él encontraría ‘una moralidad genuinamente nueva’ que regulara el sexo sin conducirlo hacia ‘un rigor imposible de regulación’.

2. Islam y libertad personal

La segunda pregunta con la que nos enfrentan los secularistas y liberales es aquella de la libertad personal: “¿No soy libre de hacer todo lo que quiera mientras no invada los derechos de los demás?”

Pienso que será de mucha ayuda señalar la diferencia principal entre el Islam y la idea secular y liberal de libertad personal. En el sistema secular, los derechos se dividen en dos: derechos individuales y derechos de la sociedad. Una persona es libre de hacer todo lo que quiera mientras no invada los derechos de los demás. Para llegar a ser un miembro aceptable de la sociedad, es necesario aceptar esta limitación sobre su libertad. La libertad individual está solamente restringida por la libertad de los demás.

El Islam, por otra parte, divide los derechos en tres: derechos de un individuo, derechos de la sociedad y derechos de Dios. Una persona es libre de hacer lo que desee mientras no viole los derechos de otra gente y de Dios. Para llegar a ser musulmán, uno tiene que aceptar esta limitación sobre su libertad personal.

Una diferencia más importante está en el concepto de derecho individual. En el uso secular, los derechos individuales son vistos en contraste a aquellos de otros miembros de la sociedad. El Islam da un paso más y dice que hasta el cuerpo de un individuo tiene algunos derechos contra la persona misma. En otras palabras, el Islam responsabiliza a las personas por el uso de sus propios cuerpos. No se te permite abusar de tu propio cuerpo o dañarlo. Dios dice:

«Del oído, de la vista, del corazón, de todo eso se pedirá cuenta» (Corán 17:38)

Describiendo el Día del Juicio, Él dice:

«El día que sus lenguas, manos y pies atestigüen contra ellos por las obras que cometieron»
(Corán 24:24)

«Ese día sellaremos sus bocas, pero sus manos Nos hablarán y sus pies atestiguarán lo que han merecido» (Corán 36:65)

El Imam Zain ul Abidin, en su Risalatu ‘l-Huquq, describe los derechos que tienen la lengua, los oídos, los ojos, los pies, las manos, el estómago y las partes sexuales de una persona sobre sí misma. Si una persona maltrata o abusa de su cuerpo, entonces es culpable de infringir los derechos de su propio cuerpo y también los derechos de Dios, Quien nos ha dado el cuerpo como un depósito.

El Corán dice:

«¡Bienaventurados los creyentes… que custodian sus partes pudendas, salvo de sus esposas… mientras quienes desean más allá de eso, esos son los que violan la ley» (Corán 23:5-6)

En el Islam, los derechos del individuo no están solamente limitados por los derechos de la sociedad sino también por los de su propio cuerpo y los de Dios. La justificación para esto es muy sencilla: el Islam no permite a una persona que se dañe o destroce a sí misma; y el pecado o la inmoralidad es un medio de perdición. Esta limitación se basa en el amor y la preocupación que Dios, el Compasivo, siente por nosotros.

«Dios no quiere imponeros ninguna carga, sino purificarlos y completar Su gracia con vosotros» (Corán 5:6)

El concepto islámico de libertad personal puede parecer restrictivo al compararlo con el del sistema secular, pero su racionalidad y justificación es aceptada, de un modo indirecto, hasta por la sociedad secular. Las consecuencias lógicas de la idea secular de libertad personal es que a una persona le está permitido hacer todo lo que desee con ella misma; la única limitación es que no infrinja los derechos de los otros.

Pero Occidente no ha sido capaz de tragarse totalmente esta idea como puede ser visto en las leyes que imponen restricciones sobre ciertos actos como, por ejemplo, el suicidio o el uso de drogas narcóticas y también el uso obligatorio del cinturón de seguridad en los vehículos. Al usar drogas narcóticas, el adicto no infringe los derechos de otras personas.

Por supuesto, el significado de infringir los derechos de otros se extiende a incluir los valores espirituales que no son parte de la esfera secular, pero hasta las sociedades occidentales lo consideran ilícito e implementan medidas para evitar que los adictos utilicen drogas. Esto es justificado al decir que es el deber de la sociedad evitar que sus ciudadanos se dañen a sí mismos.

En estos ejemplos, vemos que el sistema secular se está retirando de las consecuencias lógicas de su versión de libertad individual. La única diferencia que permanece entre el punto de vista secular y el islámico es que el primero le atribuye el derecho de restringir a la sociedad, mientras que el Islam se lo da a Dios.

En conclusión, podemos decir que el punto de vista islámico prohíbe no solamente los actos que infringen los derechos de otros sino también aquellos que infringen los derechos del propio cuerpo. Este punto de vista está basado en el amor y la preocupación que Dios tiene por los seres humanos.

  • 1. Marriage and Morals [Matrimonio y moral]”, págs. 175-176
  • 2. Wasa’ilu ‘sh-Shi’ah, vol. XIV, pág. 24
  • 3. Wasa’il, vol. XIV, pág. 3.
  • 4. Wasa’il, vol. XIV, pág. 25.
  • 5. Wasa’il, vol. XIV, págs. 3-4, 6.
  • 6. Wasa’il, vol. XIV, pág. 4.
  • 7. Wasa’il, vol. XIV, pág. 9.
  • 8. Wasa’il, vol. XIV, pág. 10.
  • 9. Wasa’il, vol. XIV, pág. 23.
  • 10. Wasa’il, vol. XIV, pág. 23.
  • 11. Wasa’il, vol. XIV, pág. 10.
  • 12. Wasa’il, vol. XIV, pág. 10.
  • 13. Wasa’il, vol. XIV, pág. 4.
  • 14. Wasa’il, vol. XIV, pág. 4.
  • 15. Wasa’il, vol. XIV, págs. 8-9.
  • 16. Wasa’il, vol. XIV, pág. 117.
  • 17. Wasa’il, vol. XIV, págs. 117-118.
  • 18. Wasa’il, vol. XIV, pág. 7.
  • 19. Wasa’il, vol. XIV, pág. 7.
  • 20. Wasa’il, vol. XIV, pág. 5.
  • 21. Wasa’il, vol. XIV, pág. 9.
  • 22. Wasa’il, vol. XIV, pág. 11.
  • 23. Wasa’il, vol. XIV, pág. 11.
  • 24. Wasa’il, vol. XIV, pág. 7.
  • 25. Wasa’il, vol. XIV, pág. 6.
  • 26. Wasa’il, vol. XIV, pág. 25.
  • 27. Wasa’il ‘sh-Shi’ah, Vol. 14, p. 74.
  • 28. Beyond the Veil [Más allá del velo], pág. 44.
  • 29. Beyond the Veil [Más allá del velo], pág. 45.
  • 30. Wasa’il, vol. XIV, pág. 40.
  • 31. Beyond the Veil [Más allá del velo] pág. 36, citando a New Introductory Lectures [Nuevas conferencias introductorias] de Freud, pág. 144.
  • 32. Beyond the Veil [Más allá del velo], pág. 37.
  • 33. At Tabrasi, Al Ihtiyay, vol. I, pág. 48. Para un hadiz similar en las fuentes suníes, ver Tibyan, de Ibn Qayyim, págs. 334-335. También consultar un interesante estudio sobre el control de natalidad entre los musulmanes, Sex and Society in Islam [Sexo y sociedad en el Islam] de B. F. Musallam.
  • 34. Beyond the Veil [Más allá del velo], pág. 38
  • 35. Al-Gazali, Ihya, vol. II, pág. 148
  • 36. Beyond the Veil [Más allá del velo], pág. 39, Ihya, vol. II, pág. 148.
  • 37. Beyond the Veil [Más allá del velo], pág. 113.
  • 38. Beyond the Veil [Más allá del velo], pág. 107.
  • 39. Wasa’ilu ‘sh-Shi’ah, vol. XIV, pág. 9.
  • 40. Wasa’ilu ‘sh-Shi’ah, pág. 10.
  • 41. Wasa’ilu ‘sh-Shi’ah, pág. 9.
  • 42. Wasa’ilu ‘sh-Shi’ah, pág. 11.
  • 43. Wasa’ilu ‘sh-Shi’ah, pág. 11.
  • 44. Beyond the Veil [Más allá del velo], pág. 45
  • 45. Ver nota a pie de página del editor en Ihya’, vol. II, pág.101, y también en Tahzibu ‘l-Ihya de al-Kashani, vol. 3, pág. 57.
  • 46. Ihya, vol. II, pág. 110, Beyond the Veil, pág. 42.
  • 47. Wasa’il, vol. XIV, págs. 72-73.
  • 48. Wasa’il, vol. XIV, pág. 73.
  • 49. Ihya’, vol. II, pág. 110; Beyond the Veil, pág. 42.
  • 50. Ihya’, vol. II, pág. 117.
  • 51. Wasa’il, vol. XIV, pág. 24.
  • 52. Ihya’, vol. II, pág. 118.
  • 53. Ihya’, vol. II, pág. 119.
  • 54. Aklaq-e Jinsi, pág. 67.
  • 55. Wasa’il, vol. XII, pág. 49.
  • 56. Wasa’il, vol. XII, pág. 49.
  • 57. Citado en Scruton, Sexual Desire [Deseo Sexual], pág. 2.
  • 58. Russell, Marriage and Morals [Matrimonio y moral], págs. 293-294.
  • 59. Russell, Marriage and Morals [Matrimonio y moral], págs. 91-92.