El décimo Imam (P) fue contemporáneo de 7 califas abasidas (Al-Ma’mún, Al-Mu’tasim, Uáziq, Al-Mutauakkil, Al-Muntasir, Al-Mustaín y Mu’tazz). Cuando murió su padre en Bagdad él estaba en Medina y contaba sólo 8 años. Permaneció allí enseñando las ciencias del din hasta la época del califa Al-Mutauakkil, en el 243 dh/857 dC en que, a consecuencias de falsos cargos que se le imputaron, el califa ordenó a sus oficiales que invitaran al Imam (P) a trasladarse a Samarra, capital del califato. El mismo califa le escribió una carta muy cortés al Imam invitándole a la capital para entrevistarlo. Una vez allí sufrió todo tipo de intrigas y presiones. Al-Mutauakil de fue de los opresores de los abasidas contra la familia del Profeta (BPD): maldecía a Alí (P) públicamente, ordenó destruir el mausoleo de Karbalá y cultivar su campo para destruir toda señal de la tumba del Imam Hussain (P). Los descendientes del Profeta (BPD) fueron perseguidos como nunca en el Hiyaz y en Egipto. Durante este tiempo el Imam (P) debió permanecer como prisionero en la capital del califato, soportando pacientemente las crueldades del opresor, hasta su muerte. Uno de sus sucesores, Al-Mu’tazz lo mandó matar en el 254/868. Su tumba se encuentra en Samarrá.
Tradiciones sobre los milagros de Alí Al-Hadi pueden encontrarse en La Predestinación (Mahmud Husain, Editorial Nur), donde se relata por ejemplo la curación del califa Al-Mutauakkil y otros hechos extraordinarios sobre su sabiduría y jerarquía espiritual.
De acuerdo con algunos informes, el Imam Hadi (P) fue envenenado por la orden del Califa Abasida, al-Mu'tazz, y así alcanzó el martirio.[19] Cuando los shiítas llevaron el cuerpo del Imam (P) fuera de la casa para organizar su funeral, Mu'tazz dijo que había decidido realizar la oración fúnebre del Imam (P) en persona. A pesar de que Mu’tazz y sus agentes organizaron un funeral para el Imam Hadi (P), el Imam Hasan al-Askari (P) y algunos shiítas realizaron nuevamente los rituales fúnebres del Imam (P), y lo enterraron en la casa donde residía. Su funeral fue organizado por una gran multitud de participantes, había tanta gente en su procesión, que el Imam Hasan Askari (P) se movía entre la multitud con mucha dificultad.