Al fin, cuando Al-Ma’mun comprendió que de ninguna forma podría valerse del Imam para lograr sus metas, decidió matarlo. Cada día acrecentaba más la grandeza y personalidad del Imam, así como la atención que la gente centraba en él; y a pesar de los esfuerzos de Al-Ma’mun para terminar con la fama y reputación del Imam, día a día se acentuaba más el respeto de la gente hacia él. Al-Ma’mun sabía que mientras más tiempo transcurriera, se aclararía más el derecho del Imam y sus engaños. Por otro lado los 'Abbásidas y seguidores de éstos, se encontraban descontentos con Al-Ma’mun por el hecho de haber nombrado al Imam sucesor del califato, inclusive para mostrar su descontento hicieron el juramento de lealtad hacia “Ibrahim Ibn Mahdi ‘Abbasi” en la ciudad de Bagdad. Fue así como el gobierno de Al-Ma’mun se vio en peligro desde diferentes perspectivas, y por ello planeó terminar con el Imam en secreto y envenenarlo para deshacerse de él, y así atraer la atención de los Bani ‘Abbas y sus seguidores. Después del martirio del Imam, escribió a los 'Abbásidas: “Vosotros censurabais el por qué había yo nombrado sucesor del califato a Imam Ar-Rida (P), estén concientes de que él ha muerto. Entonces ¡obedézcanme!”
Al-Ma’mun trató de ocultar la muerte del Imam a los seguidores y partidarios de éste, y con engaños intentó disimular su delito fingiendo que el Imam había fallecido de muerte natural. Pero la verdad no quedó oculta y los compañeros cercanos del Imam y sus allegados se enteraron de la verdad.
“Aba Salt Hirawi”, que era uno de los partidarios y compañeros cercanos del Imam nos relata aquello que sucedió entre el Imam y Al-Ma’mun, y finalmente nos describe el martirio del Imam: “Ahmad Ibn ‘Ali Ansari” relata: Pregunté a Aba Salt: “¿Cómo es posible que Al-Ma’mun a pesar de que aparentaba respetar al Imam, y lo había nombrado su sucesor, lo haya asesinado?”
Aba Salt respondió: “Cuando Al-Ma’mun se percató de la grandeza y dignidad del Imam, se mostró amigable con él. Entonces lo nombró su sucesor para mostrar a la gente que al Imam también le atraía lo mundano y con este acto pretendía deshonrarlo ante los musulmanes. Pero cuando advirtió que no provocó herida alguna en la abstinencia y sobriedad de este gran hombre, y que la gente no vio más que castidad y pureza en el Imam, y que continuamente acrecentaban las virtudes y grandeza de éste ante la gente, entonces Al-Ma’mun reunió a los oradores de diferentes religiones y creencias con la intención de que uno de ellos pudiese vencer al Imam en algún debate, y de esta forma terminar con la posición intelectual que había alcanzado el Imam, y más tarde por medio de ellos se divulgase entre la gente la incompetencia del Imam. Pero ninguno de los judíos, cristianos, zoroástricos, adoradores de ángeles y estrellas, brahmanes, ateos y ninguno de los polemistas musulmanes de otras sectas debatió con el Imam sin que él hubiese triunfado y sin que el contrincante hubiese aceptado que el Imam estaba en lo cierto. Y ya que así ocurrió, la gente decía:
“¡Juro por Dios! Que el Imam es mejor y más apto que Al-Ma’mun para gobernar”.
Estas noticias llegaban a los oídos de Al-Ma’mun a través de sus espías, lo cuál lo molestaba en demasía, y encendía cada vez más sus celos. El Imam no temía decir la verdad, y en muchas ocasiones manifestaba aquello que no complacía a Al-Ma’mun, y esto provocaba también el incremento de su ira y enojo hacia el Imam. Finalmente, al no obtener respuesta positiva de sus diversas artimañas, lo envenenó en secreto”.
Así también Aba Salt, que acompañó al Imam y participó en el entierro del Imam relata: “En el viaje de regreso de Marv hacia Bagdad, en la ciudad de Tus, Al-Ma’mun asesinó al Imam utilizando unas uvas envenenadas”.
El cuerpo purificado del Imam fue sepultado en el mismo mausoleo que había sido enterrado Harun Ar-Rashid, y frente a la tumba de éste. El Imam Ar-Rida (P) fue martirizado el día 17 del mes de Safar del año 203 d.H. (24 de agosto de 818 d.C.); en ese entonces el Imam contaba con cincuenta y cinco años.
Las bendiciones de Dios, de los Profetas, los puros, los benévolos sean para él y su inmaculada alma.