Tras cuatro décadas en prisiones francesas, un tribunal francés ordenó el viernes la liberación de un activista libanés, conocido comúnmente como el “Nelson Mandela del mundo árabe”, marcando un hito significativo en una larga lucha contra la injerencia política que había retrasado su libertad.
El anuncio del tribunal francés sobre la liberación condicional de Georges Ibrahim Abdalá ha desatado la alegría entre activistas y organizaciones de derechos humanos en el Líbano y toda la región, quienes esperan con ansias la liberación del prisionero que más tiempo ha estado encarcelado en Europa.
El abogado de Abdalá, Jean-Louis Chalanset, describió la sentencia como una “victoria legal y política”.
Su encarcelamiento ha superado con creces el de la icónica figura sudafricana del liderazgo anti-apartheid Nelson Mandela, quien pasó 27 años tras las rejas por su lucha contra el apartheid en Sudáfrica.
Detenido en 1984, Abdalá fue condenado a cadena perpetua en 1987 en la prisión Lannemezan, en los Altos Pirineos, Francia, acusado falsamente de estar involucrado en los asesinatos en 1982 del agregado militar estadounidense Charles Ray y del diplomático israelí Yacov Barsimantov en París, capital francesa.
Aunque las Fuerzas Armadas Revolucionarias Libanesas (FARL) se atribuyeron la responsabilidad de los asesinatos, presentándolos como represalias por la implicación estadounidense e israelí y los crímenes cometidos durante la Guerra Civil Libanesa (1975-1990), Abdalá fue condenado a cadena perpetua.
Durante los juicios, Abdalá negó consistentemente cualquier implicación en los asesinatos. Sin embargo, defendió su actividad propalestina y expresó que su motivación surgía de un firme compromiso con la “oposición a las injusticias”, especialmente en lo que respecta a los derechos palestinos.
“Hago lo que hago por la injusticia que se hace a los derechos humanos, especialmente en lo relacionado con Palestina”, afirmó.
Durante su prolongada encarcelación, Abdalá recibió un apoyo constante por parte de una coalición de organizaciones de derechos humanos, entre ellas la Liga Francesa para la Defensa de los Derechos Humanos y del Ciudadano, la Asociación Francia-Palestina Solidaridad y la Unión Judía Francesa por la Paz, entre otras.
Durante la visita del presidente francés Emmanuel Macron al Líbano el 6 de agosto de 2020, surgieron varias campañas en redes sociales bajo el hashtag #MacronLibérezAbdallah (Macron libera a Abdalá). Estas campañas tuvieron como objetivo concienciar y abogar por la liberación del activista libanés.
Tras el anuncio de la decisión judicial sobre la liberación de Abdalá, su hermano, Robert Abdalá, expresó un optimismo cauteloso al hablar con los medios de comunicación.
“Hemos experimentado decepciones en el pasado, ya que, lamentablemente, Francia ha cedido a la intervención estadounidense e israelí”, afirmó. “Sin embargo, esperamos que esta vez el poder judicial francés recupere parte de su independencia”, remarcó.
El comité de apoyo de Abdalá ha descrito su situación como “una víctima de acoso judicial bajo presión extranjera”, destacando los desafíos que ha enfrentado dentro del sistema judicial.
¿Quién es Georges Ibrahim Abdalá?
Nacido en 1951 en una familia cristiana maronita en el pueblo de Al-Qoubaya, en el norte del Líbano, Abdalá comenzó su recorrido político en la década de 1970 como un firme defensor de la causa palestina.
Después de ser nombrado profesor de secundaria, fue transferido a Beirut, capital libanesa, donde sus simpatías políticas se profundizaron y surgió en él una conciencia activista.
Durante la invasión israelí del Líbano en 1978, Abdalá se unió a la Resistencia palestina y resultó herido. Posteriormente, se involucró con el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) y más tarde se alineó con un grupo conocido como las Facciones Armadas Revolucionarias Libanesas (FARL).
Más adelante, las FARL se atribuyeron la responsabilidad de varios ataques contra funcionarios estadounidenses y del régimen israelí en Francia durante la década de 1980. Entre estos se encuentra el asesinato del teniente coronel Ray y el consejero en la embajada israelí, Barsimantov, en París en 1982.
Mientras residía en Suiza, Abdalá viajó a Francia para asegurar un depósito para un apartamento alquilado, donde fue arrestado por las autoridades francesas en Lyon en octubre de 1984.
Posteriormente, la policía francesa irrumpió en un apartamento alquilado por uno de los amigos de Abdalá, alegando que se utilizaba como refugio por las FARL. Durante el allanamiento, alegaron haber descubierto un arma usada en los asesinatos de Ray y Barsimantov, lo que dio lugar a cargos contra Abdalá por su supuesta implicación en los mismos.
En 1986, Abdalá fue condenado por “asociación criminal, posesión de armas y falsificación”, lo que resultó en una sentencia de cuatro años de prisión.
Durante el juicio que comenzó el 23 de febrero de 1987, no se pudo vincular directamente a Abdalá con ninguno de los ataques violentos en Francia. Sin embargo, fue condenado por su presunta implicación en los asesinatos de Ray y Barsimantov, recibiendo una sentencia de cadena perpetua.
“Si el pueblo no me ha confiado el honor de participar en estas acciones antimperialistas que ustedes me atribuyen, al menos tengo el honor de ser acusado de ellas por su tribunal y de defender su legitimidad frente a la criminal legitimidad de sus verdugos”, declaró Abdalá al tribunal.
“Soy un luchador, no un criminal. El camino que he seguido me lo han impuesto las violaciones de derechos humanos perpetradas contra los palestinos”, recalcó.
Los defensores de los derechos humanos afirman que las pruebas utilizadas para condenar a Abdalá fueron “fabricadas retroactivamente por los servicios de inteligencia franceses, estadounidenses e israelíes”.
Para agravar estas preocupaciones, años después del juicio, el abogado francés Jean-Paul Mazurier admitió que había actuado como “espía” para la inteligencia francesa mientras representaba a Abdalá.