Según la Agencia Noticiosa Ahlul Bait (ABNA) - El 2018 que parecía traer más luz para los rohinyas, se convirtió en más oscuridad. La escalada de violencia que empezó en el 2017 a raíz de una sangrienta ofensiva del ejército birmano, no se pudo resolver. La comunidad internacional sigue mirando hacia otro lado.
Hacinados en el campo de refugiados de Kutupalong, cientos de miles de personas de la minoría rohinya, entre ellos se calcula que, en torno a 450.000 niños y niñas, los refugiados viven desde hace más de un año conviviendo con unas condiciones pésimas e insalubres, sufriendo la proliferación de enfermedades como la difteria y el sarampión.
Supuestamente, Bangladesh y Birmania alcanzaron un acuerdo para la repatriación de los aproximadamente 900.000 rohinyas desplazados. Sin embargo, los sistemáticos incumplimientos de los acuerdos en los que incurre Birmania, unidos a los informes de Naciones Unidas que indican que la política de represión y limpieza étnica continúa adelante, hacen imposible el retorno inmediato.
Bajo la presión internacional, Birmania aplazó el retorno de los rohinyas para 2019. Los que intentaron reportar la masacre de esta minoría musulmana también sufrieron la represión del gobierno birmano. Dos periodistas de la agencia británica de noticias Reuters, Wa Lone y Kyaw Soe Oo fueron condenados el pasado mes de septiembre a siete años de prisión por investigar una matanza de rohinyas.
Los refugiados rohinyas contemplan ahora con terror lo que les depara el futuro. En el estado de Rajine, poco ha cambiado la situación sobre el terreno para que los retornos sean seguros o dignos. Cientos de miles de rohinyas siguen viviendo bajo un sistema de apartheid, confinados en campos y poblados miserables.
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