Teherán – Según la Agencia de Noticias Ahlul-Bayt (ABNA), el Líder Supremo de la Revolución Islámica, en su tercer mensaje en video, expresó su gratitud por la extraordinaria unidad del pueblo iraní y felicitó al país por su victoria sobre el régimen sionista y Estados Unidos en la guerra impuesta contra Irán.
El texto del mensaje del Líder Supremo es el siguiente:
بسم الله الرحمن الرحیم
«En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso»
Saludos y bendiciones abundantes al querido y gran pueblo de Irán. En primer lugar, rindo homenaje a los valiosos mártires de los recientes acontecimientos; los comandantes mártires, los científicos mártires que, en verdad y con justicia, fueron de inmenso valor para la República Islámica, sirvieron con dedicación y hoy, ante la presencia divina, reciben la recompensa por sus destacados servicios, si Dios lo quiere.
Considero necesario felicitar al gran pueblo de Irán. Quiero expresar varias felicitaciones:
La primera es por la victoria sobre el régimen sionista ilegítimo. Ese régimen, con toda su arrogancia y pretensiones, fue prácticamente derrotado y aplastado bajo los golpes de la República Islámica. La idea de que la República Islámica pudiera infligir tales golpes al régimen sionista nunca había cruzado por sus mentes ni su imaginación, y sin embargo, ocurrió. Damos gracias a Dios por asistir a nuestras fuerzas armadas, que lograron superar las avanzadas defensas multicapa del enemigo y devastaron muchas de sus áreas urbanas y militares con el poder de nuestros misiles y el ataque contundente de nuestras armas avanzadas, reduciéndolas a escombros. Esto constituye una de las mayores bendiciones divinas; demuestra que el régimen sionista debe entender que cualquier agresión contra la República Islámica de Irán le costará caro, generará consecuencias graves y significativas. Y, gracias a Dios, esto se hizo realidad. El mérito pertenece a nuestras fuerzas armadas y al querido pueblo iraní, que ha creado, formado y respaldado a estas fuerzas, fortaleciendo sus manos para llevar a cabo una hazaña tan grandiosa.
La segunda felicitación es por la victoria de nuestro querido Irán sobre el régimen de Estados Unidos. Este régimen se involucró directamente en la guerra porque sintió que, de no hacerlo, el régimen sionista sería completamente destruido. Intervino para salvarlo, pero no logró ningún resultado significativo. Atacaron nuestros centros nucleares –un acto que, por cierto, merece ser investigado penalmente en tribunales internacionales de manera independiente–, pero no lograron nada importante. El presidente de Estados Unidos exageró desmesuradamente al describir lo acontecido, y quedó claro que necesitaba esa exageración; cualquiera que escuchara sus palabras podía percibir que, tras esa fachada, se ocultaba otra verdad. No lograron nada, no alcanzaron su objetivo y recurren a la exageración para encubrir la realidad y mantenerla oculta. Aquí también la República Islámica salió victoriosa y, en respuesta, propinó un duro golpe al rostro de Estados Unidos al atacar una de sus bases más importantes en la región, la base Al Udeid, causando daños significativos. Los mismos que exageraron en un caso intentaron minimizar este, afirmando que no había pasado nada, cuando en realidad ocurrió algo grande. Que la República Islámica tenga acceso a centros estratégicos de Estados Unidos en la región y pueda actuar contra ellos cuando lo considere necesario no es un hecho menor, sino un acontecimiento de gran magnitud, y en el futuro, este suceso puede repetirse. Si se produce una agresión, el costo para el enemigo, para el agresor, será sin duda elevado.
La tercera felicitación es por la extraordinaria unidad y cohesión del pueblo iraní. Gracias a Dios, una nación de aproximadamente noventa millones de personas se mantuvo unida, con una sola voz, hombro con hombro, sin ninguna diferencia en sus demandas ni en los objetivos que expresaron. Se manifestaron, alzaron sus voces, hablaron y apoyaron las acciones de las fuerzas armadas, y así será en el futuro. El pueblo iraní demostró su grandeza, su carácter distinguido y excepcional en este asunto, mostrando que, en el momento necesario, una sola voz resonará desde esta nación, y gracias a Dios, esto ocurrió.
Un punto fundamental que deseo destacar es que el presidente de Estados Unidos, en una de sus declaraciones, afirmó que Irán debe rendirse. ¡“Rendirse”! No se trata ya del enriquecimiento de uranio ni de la industria nuclear; se trata de la rendición de Irán. Por supuesto, esta palabra es demasiado grande para la boca del presidente de Estados Unidos. Una Irán majestuosa, con su historia, su cultura y su voluntad nacional inquebrantable, convierte el término “rendición” en motivo de burla para quienes conocen a esta nación. Sin embargo, esta declaración reveló una verdad: desde el inicio de la Revolución, los estadounidenses han estado en constante confrontación con la Irán islámica, buscando cualquier pretexto. A veces es el tema de los derechos humanos, otras la defensa de la democracia, los derechos de las mujeres, el enriquecimiento nuclear, la cuestión nuclear en general o la fabricación de misiles. Usan diversos pretextos, pero la verdad subyacente es una sola: la rendición de Irán. Sus predecesores no lo decían abiertamente porque es inaceptable; en ninguna lógica humana es aceptable decirle a una nación que se rinda, por lo que lo ocultaban tras otros títulos. Este individuo reveló la verdad, mostrando y dejando claro que los estadounidenses solo estarán satisfechos con la rendición de Irán y nada menos. ¡Este es un punto crucial! El pueblo iraní debe saber que esta es la razón de la hostilidad de Estados Unidos, y esta afrenta monumental al pueblo iraní, perpetrada por los estadounidenses, nunca se materializará; nunca ocurrirá.
El pueblo iraní es un pueblo grandioso, Irán es un país fuerte y vasto, con una civilización antigua. Nuestra riqueza cultural y civilizatoria es cientos de veces mayor que la de Estados Unidos y sus similares. Que alguien espere que Irán se someta a otro país es una de esas afirmaciones absurdas y erróneas que, sin duda, provocará la burla de las personas sabias y conocedoras. El pueblo iraní es querido y seguirá siéndolo, es victorioso y seguirá siéndolo con la gracia divina. Esperamos que Dios Todopoderoso mantenga a esta nación bajo la sombra de Su misericordia, siempre con honor y dignidad, eleve el rango de nuestro gran Imán, y que el Imam Mahdi (que nuestras almas sean sacrificadas por él) esté complacido con este pueblo y su ayuda sea un apoyo para esta nación.
والسلام علیکم و رحمةالله و برکاته
Y que la paz, la misericordia de Dios y Sus bendiciones sean con vosotros
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