Agencia Noticiosa Ahlul-Bait (P)

Fuentes : Almayadin
miércoles

12 diciembre 2018

7:08:18
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La asociación estratégica entre Hezbolá y el Gobierno libanés

BEIRUT. (ABNA) - Según un artículo del mayor general retirado israelí Gershon Hacohen, publicado en el sitio digital Besacenter.org, una nueva simbiosis estratégica ha evolucionado en la última década entre Hezbolá y el estado libanés, lo que permite a la Resistencia libanesa continuar con su improvisación militar masiva. Esto requiere que (Israel) revise su doctrina estratégica con respecto a El Líbano y aclare a Beirut las consecuencias devastadoras que podrían resultar de una nueva guerra con Israel provocada por Hezbolá.

Según la Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) - un artículo del mayor general retirado Gershon Hacohen, publicado en el sitio digital Besacenter.org, una nueva simbiosis estratégica ha evolucionado en la última década entre Hezbolá y el estado libanés, lo que permite a la Resistencia libanesa continuar con su improvisación militar masiva. Esto requiere que (Israel) revise su doctrina estratégica con respecto a El Líbano y aclare a Beirut las consecuencias devastadoras que podrían resultar de una nueva guerra con Israel provocada por Hezbolá.

La cuestión de la responsabilidad de El Líbano por los actos de agresión que emanan de su territorio ha preocupado durante mucho tiempo a los tomadores de decisiones israelíes.

Según el artículo del mayor general retirado Gershon Hacohen, publicado en el sitio digital Besacenter.org, durante la Segunda Guerra de El Líbano, el primer ministro Ehud Olmert rechazó la demanda del jefe de Estado Mayor Halutz de atacar las infraestructuras nacionales libanesas en respuesta a los ataques sostenidos de misiles de Hezbolá contra los centros de población de (Israel).

La resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU del 11 de agosto de 2006, que puso fin a la guerra, reflejó la esperanza internacional de que el Gobierno libanés reafirmara su autoridad en todo el país, incluido el desarme de todos los grupos armados y la prevención de cualquier grupo armado, aparte del ejército libanés y la fuerza de la ONU en el Líbano (FPNUL), de operar en el sur de El Líbano.

Pero nada de eso ocurrió, precisó Gershon. Hezbolá no solo no fue desarmado como lo contempla la resolución de la ONU, sino que ha ampliado sustancialmente sus capacidades militares, tanto cuantitativa como cualitativamente, y lo ha hecho con el apoyo tácito del ejército y el gobierno libaneses.

Tanto que es discutible que durante la última década, una nueva simbiosis estratégica ha evolucionado entre Hezbolá y el estado institucional de El Líbano, con una división útil del trabajo en numerosos campos.

Así, por ejemplo, los soldados del ejército libanés, como representantes oficiales del estado, son responsables de los controles de seguridad y de la protección general del distrito de Dahiya en Beirut, sede de la sede de Hezbolá; mientras que la lucha de la Resistencia libanesa en Siria ha servido a los intereses libaneses.

De acuerdo con Gershon, un alto nivel de colaboración operativa entre Hezbolá y el ejército libanés se manifestó en su lucha conjunta contra las fuerzas de Daesh en las montañas de Qalamoun en la frontera entre Siria y El Líbano.

No menos importante, señala el experto, Hezbolá ha sido el espíritu en movimiento detrás de la firme objeción del ejército libanés, expresada en sus reuniones mensuales con las FDI bajo los auspicios de la FPNUL, a la construcción de una valla de seguridad en el lado israelí de la frontera.

En estas circunstancias, es imposible descartar la posibilidad de que en una guerra futura entre Israel y Hezbolá, el ejército libanés pueda desempeñar un papel activo para ayudar a la Resistencia a rechazar las operaciones de las FDI en El Líbano. Esto ocurre en un momento en que este ejército ha recibido armas y entrenamiento militar en los últimos años.

Al explotar hábilmente esta realidad híbrida, señala Gershon, El Líbano se ha conducido con éxito entre dos polos opuestos: una estrecha cooperación económica y militar con las naciones occidentales (Francia y los Estados Unidos en particular) por un lado, y una estrecha asociación con Siria e Irán (a través de Hezbolá) en el otro.

Este delicado acto de equilibrio ayuda a explicar el éxito de El Líbano en resistir la turbulencia que ha sacudido el mundo árabe desde 2011 y su capacidad para evadir la censura internacional por su relación simbiótica con Hezbolá.

Dada esta simbiosis y el alcance sin precedentes del despliegue ofensivo y defensivo de Hezbolá en todo El Líbano, el régimen israelí debe repensar su doctrina estratégica con respecto a El Líbano sin demora.

La advertencia del primer ministro Benjamin Netanyahu de que El Líbano sería responsable por cualquier acto de agresión que emane de su territorio soberano es un paso necesario, pero de ninguna manera suficiente, en la dirección correcta. Lo que se requiere es un esfuerzo internacional sostenido dirigido por Tel Aviv para aclarar al Gobierno libanés (y a Hezbolá) en términos inequívocos las consecuencias devastadoras para el estado libanés de una nueva guerra con (Israel) provocada por Hezbolá.



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