La gran Mezquita de Córdoba fue desde el inicio de su construcción en el año 785 uno de los edificios más relevantes del arte omeya hispanomusulmán y un referente cultural en el mundo occidental. Desde el Puente Romano sobre el Guadalquivir hoy se contempla la imponente silueta del monumento sobresaliendo por encima del barrio antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad. Sus callesjuelas compendian los más de 2000 años de historia de esta ciudad fundada por los romanos en el siglo II aC, pero que alcanzó su esplendor primero como reino de emires (756-929) y luego como capital del Califato cordobés (929-1031). .
Cuando se culminó, la Mezquita Mayor era la más grande del mundo, solo superada por la de La Meca. Entonces Córdoba tenía medio millón de habitantes –el aforo de la mezquita era de 20.000– y en sus calles convivían sabios y filósofos de distintas confesiones, como el musulmán Averroes (1126-1198) y el judío Maimónides (1135-1204). El declive del califato el año 1031, tras una cruenta guerra interna, y la decadencia que conllevó el final de los reinos taifas propiciaron que en 1236 el rey Fernando III conquistara finalmente la ciudad para la cristiandad.
El mihrab que no mira a la Meca
El esplendor de la mezquita cordobesa se resume en la delicada decoración del Mihrab, adosado al muro sur, y de la Maxura, su antesala. Concebidos en el rincón más sagrado de la mezquita, aquel consagrado a los rezos, es en ellos donde la decoración se exhibe con más esmero. Una auténtica alegría de arte al servicio de la espiritualidad.
En este rincón se guardaba un ejemplar del Corán y desde él el imán apuntaba a sus plegarias. Su construcción se inspiró en el de la Gran Mezquita de Damasco, aunque, como curiosidad, el cordobés está orientado al sur y no a La Meca, como suele ser habitual. Para algunos eso se debe a que en realidad se siguió el trazado del antiguo cardo romano.
Esta pequeña capilla se encuentra entre los tesoros más valiosos del recinto. La cubre una bóveda erigida sobre un octágono, con arcos entrelazados cubiertos por mosaicos en oro, plata y bronce que realizaron maestros bizantinos. El acceso desde la Maxura se realiza pasando bajo un arco, cuya decoración simboliza los rayos solares como cualidad divina. Incluye un texto en árabe dorado sobre fondo azul, donde se alaba a Dios, las obras del templo ya los califas, según National Geographic.