Destaca que uno debe centrarse en controlar su propio comportamiento y el de sus familiares en lugar de prestar atención a las deficiencias y defectos de los demás. El Nafs de un creyente es el camino hacia la guía y lo que lo lleva a la salvación. De hecho, Nafs es la razón por la cual una persona alcanza la felicidad o la privación.
El Sagrado Corán en varios versos enfatiza la necesidad de controlarse y cuidarse. El Libro Sagrado dice en el versículo 105 de la Sura Al-Maidah: “Creyentes, cuiden sus Nafs (almas), aquellos que se extravían no podrán hacerles daño si continúan”.
Entonces, según este versículo, los creyentes deben cuidar de sí mismos y no dejarse influenciar por las desviaciones de los demás. Deben saber que Dios juzgará a los que se extravían.
También deberían reconocer que la verdad sigue siendo cierta incluso si la gente la abandona y la mentira sigue siendo falsa incluso si la gente se aferra a ella. Si uno busca encontrar defectos en los demás, será incapaz de ver los suyos propios. Este versículo advierte a los creyentes que no se olviden de sí mismos. La desviación de los demás no debe debilitar la determinación de uno de fortalecer su autocontrol y lograr la orientación. Si uno trata de rectificar las faltas de los demás antes de rectificar sus propios Nafs, puede desviarlos, pero si se concentra en sus propios Nafs, la desviación de los demás no le hará daño.
Según un Hadiz: Rectifícate y no trates de encontrar las faltas de los demás porque si eres un buen hacedor y piadoso, la desviación de los demás no te hará daño.
¡Creyentes! Guardaos, vosotros y vuestras familias, de un Fuego cuyo combustible lo forman hombres y piedras, y sobre el que habrá ángeles gigantescos, poderosos, que no desobedecen a Dios en lo que les ordena, sino que hacen lo que se les ordena. (Aleya 6 de la Sura At-Tahrim)
La frase “ de un Fuego cuyo combustible lo forman hombres y piedras” significa que cada uno recibirá recompensa o castigo sólo por sus propias obras. Dios no castigará a nadie por las acciones de otros. En el Día de la Resurrección, si las obras de uno son en su mayoría buenas, entrará al paraíso y si son en su mayoría malas, recibirá castigo.
Por lo tanto, los creyentes deben protegerse contra todos los peligros, incluido el peligro de seguir los deseos y pecados mundanos; de lo contrario, sus obras lo llevarán al fuego del infierno.