La aticofilia es la actitud en la que una persona disfruta de las fechorías y sufrimientos que sufren otras personas. A raíz de esto, algunas personas tienden a atribuir los motivos de la desgracia al comportamiento de quien sufrió la desgracia.
Entonces, en lugar de animar o intentar ayudar a la persona afectada por el delito, le regañan, aumentando su sufrimiento. Hay dos tipos de aticofilia, interna y externa. En el primero nos sentimos felices en nuestro corazón ante la desgracia ajena, pero no expresamos nuestra satisfacción. En el segundo, en cambio, expresamos nuestra satisfacción y reprochamos a la persona, diciéndole que la situación es consecuencia de su comportamiento.
Desde el punto de vista de la persona que sufre el delito también pueden darse dos situaciones bien diferenciadas. A veces la reprimenda se produce tras un comportamiento positivo, otras veces por un comportamiento inadecuado. Es decir, a veces la conducta que provocó una desgracia no es mala desde el punto de vista de quien la sufrió, pero sí impropia desde el punto de vista de quien regaña. Por ejemplo, si una persona muestra generosidad, el avaro lo considera impropio, y si la persona generosa sufre desgracias a causa de su generosidad, el avaro se regocija y le reprocha. Este es el tipo de aticofilia que los hipócritas usan contra los creyentes que enfrentan calamidades y desgracias.
Otras veces incluso la persona que sufre una falta considera impropia su conducta. Por ejemplo, la persona es reprendida por no observar las reglas religiosas en sus interacciones económicas y ahora, como resultado de tal negligencia, enfrenta un problema financiero.
Regocijarse por las desgracias de los demás está mal visto tanto por el intelecto como por la religión. El intelecto y el fitrat (naturaleza profunda) del hombre, de acuerdo con su naturaleza social, aprueban la tolerancia y la compasión por los demás, y regocijarse por las desgracias de los demás es lo contrario. El profeta Mahoma (que Dios lo bendiga a él y a su familia) y los infalibles imanes (la paz sea con ellos) han advertido contra tal comportamiento en muchos hadices.
El Profeta dijo a los creyentes que no culparan a los demás y se alegraran de su desgracia, recordando que Dios podría causarles la misma desgracia a ellos. Además, el Imam Sadeq (P) dijo que una persona que culpa a su hermano en la fe por una calamidad que le sucedió no abandonará el mundo hasta que él mismo sufra la misma calamidad. Regocijarse por la desgracia de los demás es un acto impropio en cualquier forma, ya sea que se exprese externamente en el comportamiento o se esconda en el corazón. La aticofilia se origina en la ira desenfrenada.
Cuando la ira sale de la supervisión del intelecto, causa males como la enemistad y la envidia, que conducen a la aticofilia. Quienes son culpables de aticofilia pueden afrontar desgracias en este mundo y castigos en el más allá. Para curar esta enfermedad moral hay que reflexionar sobre sus resultados y recordar siempre que uno podría sufrir la misma desgracia por la que culpa a otra persona.
También se debe considerar que cualquier calamidad que acabe sobre las personas de fe podría ser una expiación por sus pecados o un acercamiento a la perfección en el más allá. Darte cuenta de esto puede ayudarte a dejar de reprender a los demás cuando sufren una fechoría.