Hizo hincapié en que, al igual que un agricultor elimina los impedimentos para asegurar el crecimiento de las plantas, los individuos deben limpiar sus almas de vicios para adornarlas con virtudes. Explicó que la ética tiene dos aspectos: vicios y virtudes.
"Los especialistas en ética primero abordan los vicios antes de pasar a las virtudes, indicando que uno debe eliminar los vicios antes de adquirir virtudes", dijo, añadiendo que este proceso es similar a "primero vaciarse, luego adornarse". Identificó la hipocresía como un vicio significativo que obstaculiza el crecimiento de las virtudes humanas.
"Los especialistas en ética dicen que la hipocresía es cuando una persona realiza buenas acciones para ganar reconocimiento y elevar su estatus en la sociedad, en lugar de hacerlo para Dios. Tales acciones no crecerán si no se hacen para Dios".
El Ayatolá Sobhani citó el Corán, que advierte contra la anulación de los actos de caridad con recordatorios de la generosidad o el daño, comparándolo con aquellos que realizan acciones para el espectáculo. Cita el versículo 264 de la Surah Baqarah que dice: "¡Oh, vosotros que tenéis fe! No anuléis vuestras obras de caridad con reproches y afrentas, como quienes gastan su riqueza para ser vistos por la gente y no tienen fe en Dios y en el Último Día. Su parábola es la de una roca cubierta de tierra: un aguacero la golpea, dejándola desnuda. No tienen poder sobre nada de lo que han ganado, y Alá no guía a la gente infiel".
Subrayó que el primer paso para alcanzar la virtud es realizar todas las buenas obras para Dios. "Anteriormente, el lema era 'pan y agua para todos', pero decimos 'ética para todos'. Si las acciones son para Dios, crecerán", afirmó.
El Ayatolá Sobhani contrastó las escuelas éticas occidentales e islámicas, afirmando que la ética occidental se centra en el acto en sí, mientras que la ética islámica enfatiza la intención detrás del acto.
"En el Islam, incluso las buenas intenciones son recompensadas por Dios", dijo, contando una historia de la Batalla de Yamal donde el Imam Ali (p) reconoció la intención de un hombre que deseaba unirse a la batalla pero no pudo. Instó a las personas a asegurarse de que sus intenciones sean puras, ya que las intenciones incorrectas pueden anular las buenas acciones.
"Debemos esforzarnos por mantener nuestras intenciones puras en nuestras acciones", aconsejó, advirtiendo que incluso las buenas acciones realizadas por razones equivocadas pueden ser anuladas.