Según informó la Agencia de Noticias Ahlul-Bayt (ABNA):
La Franja de Gaza se enfrenta a una crisis humanitaria que se agrava cada día, como consecuencia del bloqueo total y los continuos ataques del régimen sionista. Múltiples informes de organizaciones internacionales, como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y Human Rights Watch, señalan que Israel ha convertido el hambre en un instrumento de presión contra la población civil al restringir la entrada de alimentos, agua, medicinas y combustible en Gaza. Esta medida, calificada por algunos funcionarios de la ONU como un “crimen de guerra”, ha puesto en peligro la vida de más de dos millones de personas en la región.
Según los informes, desde que se intensificaron los enfrentamientos en octubre de 2023, el asedio a Gaza ha reducido en un 90 % el acceso a la electricidad, lo que ha paralizado hospitales, plantas de tratamiento de agua y sistemas de alcantarillado. Esta situación, sumada a la destrucción de infraestructuras, ha provocado brotes de enfermedades como sarna y varicela entre los desplazados. La Organización Mundial de la Salud ha informado de que la escasez de equipos médicos y la falta de condiciones higiénicas han dejado a los hospitales de Gaza al borde del colapso.
UNICEF ha declarado que al menos 66 niños han muerto por desnutrición y que el número de menores que sufren desnutrición aguda sigue en aumento. Un portavoz de la organización calificó esta situación de “injustificable” y pidió el envío inmediato de ayuda humanitaria. Además, se ha informado de que algunos residentes de Gaza, ante la falta de harina, se han visto obligados a utilizar alimento para animales para hacer pan, el cual, según los habitantes, se deshace rápidamente por su mala calidad.
La Cámara de Comercio de Gaza emitió un comunicado en el que señala que el nivel de pobreza en la región ha superado el 90 % y que el actual asedio constituye un “castigo colectivo” que contraviene el derecho internacional. La entidad también denunció el cierre de cientos de talleres y negocios debido a la falta de materias primas y combustible.
Informes de campo revelan que los centros de distribución de ayuda alimentaria, operados bajo la supervisión de fuerzas israelíes y algunas empresas extranjeras, se han convertido en escenas de caos y violencia, en lugar de atender las necesidades de la población. Algunas fuentes han denunciado que soldados israelíes disparan contra civiles desarmados cerca de estos centros, lo que ha provocado la muerte de cientos de personas y miles de heridos. El diario Haaretz ha informado que estas acciones forman parte de una estrategia deliberada para mantener a la población alejada de los puntos de distribución.
El secretario general de la ONU, António Guterres, refiriéndose a la crisis alimentaria en Gaza, ha pedido la reapertura inmediata de los pasos fronterizos y la eliminación de obstáculos para el envío de ayuda humanitaria. Calificó la situación de “inaceptable” y advirtió que, de continuar, podría derivar en una catástrofe humanitaria con consecuencias devastadoras para generaciones futuras.
Mientras tanto, Sudáfrica ha presentado ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) pruebas que, según el gobierno sudafricano, demuestran que el régimen sionista utiliza el hambre como herramienta de “limpieza étnica”. Esta acusación se produce mientras Israel afirma que el asedio tiene como objetivo presionar a Hamás y lograr la liberación de rehenes. Sin embargo, las organizaciones humanitarias rechazan este argumento y subrayan que la distribución de la ayuda se realiza bajo estricta supervisión de la ONU.
Con la llegada del verano, la falta de refugio, combustible y alimentos ha hecho la vida en Gaza insoportable. Las organizaciones internacionales de ayuda humanitaria exigen una acción inmediata de la comunidad internacional para detener esta tragedia y advierten que, sin una intervención urgente, la hambruna y las enfermedades podrían cobrar la vida de cientos de miles más.
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