24 agosto 2025 - 02:46
Críticas a Mahmoud Abbas por anunciar una constitución “temporal” en plena ofensiva colonial

En medio de la intensificación de la ocupación israelí, el presidente Mahmoud Abbas decretó la creación de un “Comité de Formulación de la Constitución temporal”, decisión que ha sido señalada como un intento de prolongar un sistema político sin legitimidad mientras Palestina enfrenta el avance de los asentamientos y la fragmentación territorial.

En medio de la más feroz ofensiva colonial contra nuestro pueblo, cuando Cisjordania es devorada por asentamientos que dividen su norte y su sur, cuando Jerusalén y los Santos Sitios están bajo un asedio continuo y cuando la ocupación busca imponer soberanía absoluta sobre cada valle, cada montaña y cada rincón de nuestra tierra, el presidente Mahmoud Abbas anuncia con solemnidad la creación de un “Comité de Formulación de la Constitución temporal”.

¿De qué sirve una constitución “temporal” cuando lo que está en juego es la existencia misma de Palestina? Este decreto no responde a una visión de liberación ni a una estrategia nacional, sino a la necesidad de perpetuar un sistema político desgastado y personalista, diseñado para alargar la vida de una Autoridad Nacional Palestina que perdió legitimidad y que se aferra a su burocracia mientras el pueblo sangra.

En lugar de declarar un estado de nafir (movilización general), liberar las fuerzas de resistencia y anunciar de manera clara la ruptura definitiva con los Acuerdos de Oslo —que la propia ocupación ha sepultado—, Abbas prefiere hablar de elecciones hipotéticas, de comités y de constituciones hechas a su medida. Este teatro político no engaña a nadie: se trata de ganar tiempo, de dar apariencia de institucionalidad mientras Israel acelera el proyecto de asentamiento más grande de la historia, separando regiones enteras y sembrando caravanas y colonos en cada colina.

La causa palestina no necesita más comités decorativos ni constituciones temporales al servicio de un solo hombre. Necesita unidad nacional real, resistencia organizada y un liderazgo que no tema romper definitivamente con la falsa promesa de la solución de dos estados. El enemigo ya ha demostrado que no cree en esa solución, y lo dice abiertamente con cada demolición, cada confiscación de tierra y cada expansión colonial.

Por eso, insistir en elecciones bajo ocupación y en una constitución provisional no es más que una fuga hacia adelante: la política del escape de Abbas. Lo que hoy exige la hora histórica no son decretos burocráticos, sino una decisión nacional: declarar el fracaso de Oslo, rescatar la legitimidad desde el pueblo y preparar una estrategia de liberación.

La Constitución que necesita Palestina no es la que redacte un comité temporal, sino la que escriba la resistencia y la unidad en el terreno, con la sangre, la dignidad y la voz de un pueblo que nunca aceptará ser borrado.

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