Según informó la Agencia de Noticias AhlulBayt (ABNA), Doha – Israel llevó a cabo el martes un ataque aéreo contra la zona residencial de West Bay Lagoon en Doha, capital de Qatar, en el que murieron seis personas, incluido Humam al-Hayya, hijo de Khalil al-Hayya, negociador principal de Hamás. También fallecieron un asistente cercano y un miembro de las fuerzas de seguridad qataríes. Los líderes Khalil al-Hayya y Khaled Meshaal sobrevivieron, aunque Hamás describió el bombardeo como un “crimen atroz” y una “violación del derecho internacional”.
El ejército israelí reconoció la autoría de la operación, bautizada como Cumbre de Fuego, en la que participaron más de diez aviones de combate y se dispararon una decena de misiles. El primer ministro Benjamín Netanyahu justificó el ataque como represalia por una operación en Jerusalén ocupada que dejó seis israelíes muertos. En declaraciones junto al ministro de Defensa Israel Katz, afirmó que fue “totalmente justificado” y un “paso hacia el fin de la guerra en Gaza”. Líderes opositores como Yair Lapid también respaldaron la acción, mientras el embajador israelí en Washington, Yechiel Leiter, advirtió que habrá más ataques si “esta vez no fue suficiente”.
El ataque se produjo mientras los negociadores de Hamás en Doha analizaban la última propuesta de alto el fuego presentada por Estados Unidos. La organización palestina lo consideró un intento deliberado de “destruir la diplomacia” y señaló a Washington como cómplice por su respaldo incondicional a Israel. Mustafa Barghouti, secretario general de la Iniciativa Nacional Palestina, advirtió que se trata de un “punto de inflexión peligroso” que golpea directamente a los esfuerzos de mediación de Qatar.
Qatar, mediador central en las conversaciones, condenó la agresión como “terrorismo de Estado”. El portavoz de Exteriores, Majed al-Ansari, aseguró que el ataque “supone una amenaza grave para la seguridad nacional” y que su país “no tolerará el comportamiento imprudente de Israel”. El primer ministro Mohammed bin Abdulrahman Al Thani calificó la ofensiva como una violación de las leyes internacionales y subrayó que Qatar “se reserva el derecho de responder”, aunque seguirá intentando mediar.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, reaccionó con ambigüedad: “No estoy satisfecho con toda la situación, pero eliminar a Hamás es un objetivo valioso”. Según la Casa Blanca, Washington fue informado del ataque con retraso. Trump mantuvo una llamada con el emir Tamim bin Hamad Al Thani en la que prometió que “algo así no volverá a ocurrir en su territorio”, promesa que no logró calmar la indignación regional. Analistas apuntan a que la operación contó con conocimiento previo de EE.UU., lo que evidencia complicidad con Israel.
La comunidad internacional respondió con dureza. António Guterres, secretario general de la ONU, lo calificó como una “violación flagrante de la soberanía qatarí”. Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Jordania, Kuwait, Irak, Siria, Líbano, Marruecos, Argelia, Pakistán y el Consejo de Cooperación del Golfo condenaron en bloque la agresión. Turquía la describió como prueba de la falta de voluntad israelí por la paz, mientras Irán denunció una vulneración del derecho internacional. Francia, Reino Unido e incluso el Papa León XIV coincidieron en señalar la gravedad del hecho.
El ataque agrava la crisis: más de 64.600 palestinos han muerto en Gaza desde octubre de 2023, mientras Israel ha ordenado la evacuación total de la ciudad, generando desplazamientos masivos y hambruna. Argelia ha solicitado una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para debatir la agresión.
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