Agencia de Noticias AhlulBayt (ABNA): La entrega del Premio Nobel de la Paz 2025 está siendo interpretada más como un gesto de confrontación que como un reconocimiento a Venezuela, capaz de allanar el camino hacia una posible guerra no armada.
En medio de un clima de alta tensión política y de seguridad entre Estados Unidos y Venezuela, la concesión del Nobel de la Paz a la líder opositora María Corina Machado introduce múltiples lecturas en el escenario geopolítico. Para la oposición y sus aliados occidentales, el galardón representa una validación internacional de la democracia y de las elecciones libres; mientras que, para el presidente Nicolás Maduro, simboliza una injerencia extranjera y una violación a la soberanía nacional.
En las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, Maduro obtuvo el 51,95 % de los votos frente al 43,18 % conseguido por el candidato opositor Edmundo González. Sin embargo, bajo el liderazgo de Machado, la oposición se negó a reconocer los resultados y convocó a una serie de protestas en todo el país.
Los vínculos de Machado con el expresidente estadounidense Donald Trump confirman su alineación con las políticas de Washington, lo que representa un desafío mayor y un serio dolor de cabeza para el gobierno de Maduro.
Los medios estatales venezolanos calificaron la concesión del Nobel de la Paz 2025 a la líder opositora como una conspiración política y parte de una “guerra blanda” contra el país.
Si bien el premio no otorga una justificación legal a Estados Unidos para intervenir militarmente en Venezuela, sí puede convertirse en un arma simbólica poderosa a favor de la oposición. En combinación con las sanciones económicas y financieras, el apoyo a grupos políticos rivales y los intentos de aislar a Caracas en el ámbito internacional, este hecho refleja una faceta de la estrategia de presión no militar que busca incidir profundamente en la política interna venezolana.
En conjunto, el Premio Nobel de la Paz 2025 debe interpretarse dentro del marco de una estrategia occidental de múltiples capas para ejercer presión sobre Venezuela. Un galardón que, lejos de convertirse en un símbolo de reconciliación, se ha transformado en un nuevo frente de conflicto político con potencial para aumentar las tensiones en la región.
En este contexto, el papel de las instituciones internacionales resulta crucial para mantener su neutralidad y evitar que los símbolos de la paz mundial sean utilizados con fines políticos. Resta por ver qué impacto tendrá el Nobel de este año en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, así como en la estabilidad de la paz global.
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