Agencia de Noticias AhlulBayt (ABNA): Dos bombarderos B-1B Lancer despegaron desde una base en Texas y se aproximaron a solo seis millas náuticas de las costas venezolanas; una maniobra que recuerda los tiempos de las intervenciones militares estadounidenses en América Latina. Este sobrevuelo, enmarcado en la nueva operación de Washington denominada “lucha contra el fentanilo”, ha dejado hasta el momento 37 muertos y ha provocado una ola de protestas en toda la región. Expertos en derecho internacional califican estas acciones como una “guerra ilegal”, ejecutada sin transparencia y en violación de las normas internacionales.
En un tono abiertamente amenazante, Donald Trump anunció que “la siguiente fase serán ataques terrestres”, dirigidos —según dijo— contra infraestructuras vinculadas con los cárteles de la droga en Venezuela y Colombia. El exmandatario calificó al presidente colombiano Gustavo Petro de “líder del narcotráfico” y al venezolano Nicolás Maduro de “terrorista del narcotráfico”. En respuesta, Maduro informó del despliegue de cinco mil misiles antiaéreos rusos y de la movilización de quince mil soldados, además de convocar al pueblo a una “huelga general revolucionaria” en caso de invasión estadounidense.
Paralelamente, Cuba y Nicaragua expresaron su respaldo a Caracas, denunciando la acción de Washington como “el regreso del imperialismo yanqui” y llamando a la unidad de los países latinoamericanos. Analistas advierten que la continuidad de esta escalada podría convertir el Caribe en un nuevo escenario de confrontación entre Estados Unidos y los gobiernos soberanos de la región; un conflicto que, según muchos, beneficia únicamente al complejo militar-industrial de Washington.
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