Agencia de Noticias AhlulBayt (ABNA): En el corazón de Beirut, bajo la mirada de la Plaza de los Mártires, tuvo lugar este sábado un histórico diálogo interreligioso que reunió al Papa León XIV y al sheij Alí al-Jatib, vicepresidente del Consejo Superior Islámico Chií de Líbano, en un gesto cargado de simbolismo en medio de la grave crisis que atraviesa el país.
El sheij Alí al-Jatib expresó al Sumo Pontífice su profundo agradecimiento por su valiente viaje a Líbano en estos momentos de extrema dificultad, y calificó la visita papal como “una oportunidad única para reforzar la unidad nacional y recordar al mundo que los libaneses, cristianos y musulmanes, estamos unidos por lazos más fuertes que cualquier adversidad”.
Con palabras serenas pero firmes, el alto dignatario chií reiteró que la cultura espiritual del islam se fundamenta en la igualdad absoluta y en la dignidad inherente de todo ser humano, y evocó las enseñanzas del Profeta del Islam (la paz sea con él y su familia) y del Amir al-Mu’minin Imam Alí (P), que colocan la fraternidad humana y la coexistencia pacífica en el centro del mensaje divino.
“Las diferencias son parte de la naturaleza humana”, afirmó el sheij Alí al-Jatib, “pero las relaciones entre los pueblos deben construirse sobre el diálogo sincero, el conocimiento mutuo y la cooperación fraterna, nunca sobre guerras artificiales justificadas en nombre de la religión”.
En un tono de dolor contenido, el líder chií libanés hizo referencia a la persistente agresión israelí y subrayó que, ante la ausencia de un Estado plenamente operativo, el pueblo libanés se ha visto forzado a defender su soberanía y su dignidad con sus propios medios.
Finalmente, solicitó respetuosamente al Papa León XIV que, con la autoridad moral y las capacidades internacionales que ostenta la Santa Sede, intensifique su mediación y su voz en favor de Líbano, para ayudar al país a superar las profundas crisis acumuladas y, en particular, las devastadoras consecuencias de las sucesivas agresiones israelíes.
El encuentro, cargado de esperanza y de un claro mensaje de unidad, fue seguido con atención por miles de libaneses de todas las confesiones y ha sido interpretado como un faro de conciliación en medio de la tormenta que vive el País de los Cedros.
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